Regreso a casa parte 2

4403 Words
El día era cálido y no hacía frío, al menos para mí no, ¿Dónde estaban mis hermanos? No los vi desde que llegué. ¿Sabrán que ya he llegado? ¿Les importara? ¿Mitkel se alegrará de verme? ¿Qué habrá cambiado desde que me fui?. “Olvídalo, solo me estoy torturando” Deje esos pensamientos a un lado y camine hacia el lago, para dirigirme al puente a escarbar sus tesoros, algo que Mitkel me enseñó desde niña , Salí al patio de la casa sin mirar atrás, y sobre una mesa de piedra estaba un cedazo, para colar la arena y sobre un clavo aún seguía la bolsita donde echaba las espitas de oro, este lago jamás ha sido tocado por los humanos, y jamás se acercarán a este lugar. Todo gracias a las leyendas falsas que hemos creado y aunque no existieran no dejaríamos jamás que se acercaran a este sitio, es sagrado, aquí hace mucho tiempo se inició la evolución de nuestra especie. Recogí el cedazo y me senté al borde del agua, dejando que el agua humedeciera mi trasero, lo enterré en lo más profundo que pude, y comencé a colar mientras recordaba como mi hermana Keila y yo pasábamos nuestros días junto a él y como me narraba la cantidad de historias que sabía sobre él, como muchos intentaron hacerse de sus tesoros y siempre pasaban cosas extrañas, por ejemplo, la gente se perdía o se volvía loca, cosas confusas y que nadie volvería a mencionar. Este lago oculta inmensidad de tesoros, como flechas de plata, siempre se me ha dado bien encontrar los tesoros, se podría decir que es un don especial, además de otras cualidades, después de unas cuantas espitas decidí pasar el día en el puente contemplando la vista, esperando que mis hermanos aparecieran, ya deberían de haber llegado. Me recosté para llenarme de vitamina e, dejé caer mis pies dentro del agua, meciéndolos hacia atrás y hacia adelante, me sentí incómoda, después de unos minutos, me erguí de nuevo sosteniéndome con una mano, clave mi vista en el agua cristalina, los pequeños peces se escondieron bajo el puente, casi pude ver una sombra oscura pasar por debajo, pero estaba tan hipnotizada por el lugar. Hacía ya tanto tiempo que no disfrutaba tanto, la sombra volvió a pasar “Tal vez algún pez grande” pensé. Pero antes de poder reaccionar y darme cuenta de quién era, Keila saltó sobre mí y me arrastró al agua, logré zafarme de su abrazo y Salí a la superficie, pero ella volvió a hundirme para salir junto conmigo. – No… puedo… respirar…– le acuse. – ¡Mi niña volviste! – grito encantada que me hizo daño en los oídos. – Y tú también… ¿Que fue todo eso? – Tenía que darte tu bienvenida… ¿En qué pensabas? – indago ella con una sonrisa burlona y sacudiendo su cabello rubio que caía sobre sus hombros, miré sus ojos azules temerosa de que algo hubiera cambiado en ella y no encontré nada, era la misma mirada dulce de mi hermana. – En nada. – Que gusto volver a verte – me abraza con ternura y yo le devuelvo el abrazo, recordando cómo es ella, siempre tan amorosa. Tierna y su olor peculiar a vainilla. Extrañaba su olor, su simpatía y sobre todas sus bromas. Ella para mí ha sido más que una hermana, ha sido mi guía… Nos sentamos cerca del puente una frente a la otra. – Agrandaron la casa – rompí el silencio para escuchar su voz, ella me sonrió. – Sí, eso hicimos. – El… ¿El sigue aquí? – tenía que saberlo, intente que sonara con cierta indiferencia y no hablaba de mi hermano, su modo de mirarme me pone nerviosa, lo cual me hace sentir incómoda y molesta. – Por favor… no quiero una pelea… yo sé que él no te agrada, pero lo juzga mal – siempre ese tono de preocupación en su voz. Ella creía que hablaba de Mitkel. – ¿Qué? ¿Eres su publicista? – Me retracte enseguida – No vine a pelear… Solo… Es que te extrañe mucho. – mentí ocultando la verdadera razón, aunque no era del todo mentira, ellos no sabrían porqué decidí regresar. – No te hubieras ido – me dice con voz tierna. – Era necesario – “Sí lo era” Mitkel y yo ya no nos llevábamos bien, las discusiones diarias, sus reproches y su sobreprotección con Keila me estaban volviendo loca. – Te extrañe – me dijo con tono triste, me lanzaría sus brazos para consolarla, sabía que le hice daño y tenía que recompensarla. – Y él también te extraña. Ahora sí quería hablar de mi hermano, lo dude, llevaba evitandolo tanto tiempo, aunque con Mitkel es menos demostraciones de afecto, nuestra relación es más complicada, hace tiempo éramos muy unidos, como lo somos Keila y yo ahora, “Eso si quiera quiero recordarlo ¿Qué fue lo que pasó?” no, ahora no, estaba de vuelta en casa y quería disfrutar el momento. De tras de nosotros escuche su voz, todos los músculos de mis hombros se tensaron, pude sentir su energía a mi alrededor, siempre era así cuando Israel se encontraba cerca, no era nada sencillo, escuche como su andar se detuvo, mire de reojo y ahí estaban los dos, Mitkel frente a Israel, sostenía una red de pesca que dejó caer a un lado. – Volviste – murmuró Mitkel, como si no lo creyera, me vio con ternura, aunque no lo diría, él siempre era tan seco y distante de mí. – ¿Pero porque... No...? – Murmuró de nuevo. Definitivamente no les diría nada del porqué de mi regreso… No aun , ya me era difícil estar aquí, con esta torrente de emociones contradictorias, creí haber escapado de mis temores pero nunca se puede… es algo que no se cambia, en los días siguientes intentaría instalarme, intentar evitar a Israel, pero iba contra mis principios, mire a Israel, que seguía parado de frente a Mitkel, como alerta, debía encontrar la forma de estar cercas de él, aunque mi cerebro me dijera todo lo contrario y no de la forma en que uno detecta el mal… es algo que dentro de mí que se siente desconectado, cuando él está cerca, no puedo pensar con claridad. Odiaba esa sensación. Mitkel centró su atención más en mí, como si no me hubiera visto bien y no creyera que esté aquí, a pesar de la tensión, tenía que soportar la cercanía de Israel y lo cual me ponía de pésimo humor. – Volviste– Se acercó cortando cualquier pensamiento que se le hubiera cruzado, Keila y yo nos pusimos de pie. Se acercó tan rápido que no supe si volveríamos a discutir, creo que hasta Keila pensó lo mismo porque intentó detenerlo, hasta que me rodeo con sus brazos, eso me sorprendió, pues Mitkel no es muy afectuoso, me aferré delicadamente a su abrazo, algo incomoda. – Te extrañe– me susurro al oído. Mis ojos se posaron en Israel, ese color de ojos grises, que me desconcertaba hasta a veces deslumbraban mi ser. Pero odiaba como me estudiaban. Como si pudiera leer mis pensamientos. – Hola ixa– Mitkel volvió la vista atrás soltándose de mi abrazo. – No la dejes tirada– le reclamó. – Ya no sirve – Me estremecí al escuchar su voz, se me había olvidado lo varonil, aterciopelada que era, cualquier mujer se enamoraría de esa voz seductora y no sería culpa de Israel, así como ninguno de nosotros podría evitar ser hermoso ante los ojos de los humanos, "Ante tanta belleza era un crimen" es la burla mi hermana con ese comentario. – Porque tú tiraste de ella– él le replicó. Y así sin más regresamos a la casa. Keila se dedicó hacerla cena, la noche se nos fue platicando de mi vida en nueva york, al menos les hice creer todo este tiempo, y de los humanos que conocí, Israel no paraba de sonreír pues él sabía que mentía, le daba miradas de, “Más te vale No decir nada, o te matare" Me acomode nuevamente en la casa, me prometí ir a las cuevas bajo el lago, esas cuevas tan llenas de poder, tesoros, oro, y diamantes que se reflejaban en las paredes de las mismas. Algunas leyendas cuentan que lo dioses griegos escondieron sus tesoro debajo de él y en las cuevas, solo los dignos podían encontrarlos, los puros de corazón podrían vivir para salvar a sus pueblos que morían de hambre, de aquí vienen las historias de la desapariciones, pero estos bosques suelen ser confusos y perderte con facilidad si no sabes moverte sobre ellos, a pesar de que existen los GPS y miras satelitales para los excursionistas no funcionaban aquí. Se dice también que los ángeles custodian este lago y por eso nada ha podido encontrarlo, lo cual es mi culpa, puedo generar un campo de fuerza que se extiende varias millas de nuestra posición y si alguien entra puedo desviarlo fácilmente, (ya contare como lo hago más adelante), hay historias más divertidas de bebedores de sangre, criaturas con aspectos de demonios que matan a quien se acerca robándoles el alma, comiendo su carne sin importar que no sean humanos, pues hasta los animales mueren, hemos encontrado cuerpos de gente que pudo desaparecer hace tiempo, los esqueletos nos han servido para mantener a la gente alejada, y no profanamos ninguna tumba sus huesos estaban esparcidos por un área extensa, quizá culpa de algunos carroñeros y también había huesos de animales, eso mantiene a la gente bastante alejada pues en esta zona se pierde cada aventurero en busca de la criatura que mata y come almas humanas. Eso me da un poco de risa y carraspeo un poco. Los humanos son muy supersticiosos. – Que es están divertido – me pregunta Keila mientras me sirve sopa de fideos. – Los humanos. Ellos sí tienen sentido del humor. – dije burlándome de ella y ella se hizo la ofendida con mi comentario. Cayó la frescura de la noche, junto con las estrellas, me fui a mi hamaca la cual colgaba de dos pinos que estaban a la orilla del lago y pasé el resto de toda la noche contemplando las estrellas, recordando cuando Mitkel y yo pasábamos buscando las figuras y formas en ellas Hasta el amanecer. …………. – Buenos días– me saluda Keila, parece que aún no se cree que esté aquí. – Hola, ¿que tal dormiste?. – Yo no dormí, ¿Se puede saber qué haces aquí afuera?, tienes una cama. – Si… no me siento ajustó por el momento, además no quería desperdiciar este espacio. – Pasaste aquí toda la noche – su tono era de reproche y después de unos segundos de silencio insistió en lo mismo – Deberías de darle una oportunidad. Casi me habló en un susurro en lo último que dijo, la ignoré aunque no era fácil con ella, con Mitkel sería sencillo ignorarlo si intentara hablar de Israel, lo cual nunca haría, luego tuve una idea para cambiar el tema. – Deberíamos ir de excursión… me hace falta probarme y llenarme energía – deje colgar mi pie para acariciar la orilla del lago ya que estaba a unos 15 centímetros de profundidad, suspiré, cerré mis ojos sintiendo la brisa con una ráfaga de viento fresca, olía a pino húmedo. – Deberías intentarlo – acaricia mi hombro sacándome de mi concentración– En serio él no es tan malo – se deslizó dentro acostándose a mi lado en la hamaca. – ¿Que tiene el de interesante? – le conteste sin abrir mis ojos. – Puedo ver como lo vez, con desdén... Inténtalo. Por mí… por favor. – me susurro al oído. Apreté los ojos, no quería verla, sabía que si ponía su cara angelical no podría resistirme a su petición y ella lo sabía, se pegó a mi cuello para provocarme he hizo ruiditos ridículos. Típico de ella. – Por favor – tomo un mechón de mi cabello y jugó con él, abrí un ojo y ahí estaba esa mirada que derribaba todas mis defensas y nunca podía negarle nada, apreté los ojos con más fuerzas. – Por favor – repitió con voz dulce y abrí los ojos, era tan hermosa pero muy, muy, peligrosa. – Eres odiosa… no me gusta que hagas eso. Entonces hizo algo nuevo, sujeto mi mano y la puso en su mejilla, me vio con más intensidad, me sonrió muy orgullosa de sí misma. – Por favor – me hablo con voz cantarina. – Eres un peligro de la naturaleza sabías – me baje de la hamaca dejándola sola, pero ya había ganado y me abrazo con paso veloz rodeándome con un brazo. – Verás que no la pasaras tan mal – me dijo triunfante. – Iré si tú vienes conmigo. ¬ Claro … (Bromea)¿ creíste que te dejaría a solas?. ¿Con el? – Si lo pensé…. – entonces cometí un error, su cara se puso roja de pura diversión... – Te gusta – me quedé sin habla. – No – respondo con poca energía. – ¡Si, te gusta! – bromeó conmigo, pero yo me puse roja como un tomate, entonces empezó a picarme las costillas y tuve que correr a un paso normal a la casa para alejarme de ella. – ¡No, estás loca!. ¡Aléjate! – reí junto con ella en cuanto me dio alcance, la abrace tapándole la boca, entramos forcejeando, deslice la puerta sin soltarle, somos como dos adolescentes inmaduras haciendo tonterías, pero con Keila jugar era así, comportarse de forma inmadura, lo cual amaba de ella, ella solo se aferraba a mi brazo como si quisiera quitarlo, pero me seguía el juego, Mitkel nos vio torciendo su gesto. – ¿Qué sucede? – pregunto, Keila intento hablar, decir lo que me dijo y apreté más mi mano. “Mamá, no puedo respirar” dijo con mi mano aun en su boca, Mitkel acomodaba tres libros en la repisa de la chimenea, Keila seguía intentando hablar, pero no la dejaría, sin querer se enredó con mis piernas y caímos al suelo, “Hey” se quejó Mitkel “Aquí no, van a romper algo”. Al fin solté a Keila y nos partimos de risa, el río un poco y nos anunció que el desayuno estaba listo. Me tendió la mano para ponerme en pie, pero no la tome, no porque fuera a ver sus recuerdos, yo no tengo muchos límites porque a veces yo sí puedo influir no solo a los humanos, pero nunca le haría algo así, por más molesta que estuviera. – Yanis creo que tiene ganas de otra cosa… – golpee su estómago sacándole el aire. – Tienes cólicos – sobe su espalda de forma inocente. – Te gusta. Israel. – dijo de un jadeo. corrió subiendo las escaleras, y lanzó unos besitos en mi dirección, Mitkel pareció confuso, mi boca estaba tan abierta de par en par. – Si me permites… voy asesinarla. – Haslo por favor… ¡Y no te olvides de no dejar evidencias! – Keila corrió a su cuarto, yo subí a saltos los dos pisos detrás de ella – ! ¡Quieres que te ayude a enterrar los restos cuando acabes! – me reí, se oyó un portazo, no alcance a Keila, azoté la puerta con la mano y jalonee la chapa como si no pudiera abrirla, Mitkel me escuchaba desde abajo, – Keila abre la puerta ¬ jalonee la chapa, como su cuarto estaba frente al mío, se me ocurrió un movimiento rápido. Espere unos minutos, después me dirigí a la puerta de mi cuarto, medite antes de abrir. Abrí y cerré mi puerta para hacerla creer que me metí a mi cuarto, pero cuando me iba a dirigir a su puerta, se abre lentamente, pude ver el cabello rubio de Keila caer, entonces abrí la puerta de golpe y salte sobre ella. “Te atrape” rodé con ella en brazos y cayó sobre mí, pero, Me lleve una gran sorpresa al darme cuenta que no era Keila. Era Israel, mi traidora hermana me tendió una trampa, ahí estaba partiéndose de risa, al ver que me ponía roja. – Lo siento, también fui usado, ella me dijo "Párate aquí" – si claro. No me engaña. aún seguía aplastando con su cuerpo. Muy cerca de mí, no conteste, sus ojos me miraban con una repentina curiosidad. El calor que emanaba su cuerpo... quería gritar que se alejara de mí y otra parte que se acercara más... Ya no estaba en mi casa, estaba envuelta y confundida por el color de su mirada. Un fuerte Carraspeo de Keila me devolvió a la realidad. – Si quieren les doy privacidad. – Lo siento – dijo con una sonrisa pícara y se dejó caer a un lado para poderme levantar, Keila río satisfecha, salió veloz por la puerta, no me dio tiempo de alcanzarla, antes de salir me empujo con su mano haciendome caer de nuevo. – Son tan tiernos. Besitos. Besitos. – volvió a bromear hablando con rapidez desde el otro lado. – ! Keila! ¡Voy a destruirte lo juro! – grité sin evitar reírme. – Estamos atrapados – me habló Israel mientras se incorporaba cercas de mi. – Lo siento– me giré hacia él. – ¿Que haces en su…– no termine la frase, ya no era el cuarto de Keila, los libros de artes marciales, un iPad, una laptop, y un equipo de deporte perfectamente doblado en una butaca en forma de L para poder recostarte frente a la ventana. Unos tenis negros en el suelo con unas pesas de mano, forjadas de acero. Lo mire. esperaba mi reacción. – ¿Cuándo paso esto? – Note preocupes… ella casi siempre viene a verificar que esté intacto... tu hermano también. – Enserio. Mitkel. – Si, con bastante frecuencia desde que te fuiste. – Te han estado torturando con sus clases de pesca verdad. – No… más bien me ha estado torturando con sus clases de astrología. – Voy hablar con él para que te deje en paz. – Ha... no. Está bien... Me agrada tu hermano. No están irritable. A veces. – Mitkel es genial, cuando se lo propone. – Y tu hermana es muy lista…– añadió recordandome que quiero matarla. – No será tan genial, ¡cuando la mate!, – alcé la voz para que me escuchara. Ella río con energía renovada. – !Pero si ni siquiera estoy sosteniendo la puerta! –me grito del pasillo burlona. Entonces la abrí, y efectivamente ya no estaba ahí. Pero no salí. Quizá el ya lo sabia. Pero aun así tenía que advertirle. Cerré la puerta y me gire de nuevo hacia él con toda la intención de amenazar. – Espero que puedas mantener tu…– susurró inclinándome hacia adelante, de repente se acercó demasiado a mi y me pegue ala puerta – ¿Que haces? – Continua – puso sus brazos a los lados de mi cabeza. Mi corazón explotaría y que embarazoso si Keila o Mitkel lo escuchaban. Se inclinó un poco más. El muy maldito se estaba divirtiendo a mi costa. – ¿Puedes guardar nuestro secreto un tiempo más? – dije con nerviosismo intentando no mirar su boca. – Claro – susurro viendo mi boca, pero no se acercó. Abrí la puerta de tras de mí, me deslicé bajo su brazo. Escapando de su cárcel. – Siento la interrupción – dije estando a salvo en el pasillo, ha esto era a lo que me refiero, despierta una electricidad en mi cuerpo, que desciende de mi pecho hasta mi vientre presionando por querer Explotar. Y deseo saltar sobre él y liberarla. – No me cierres la puerta me gustan las vistas – ahogue un gemido. ¿Qué quiso decir?. ¿Verme?. Quería preguntar y solo asentí sintiendo cómo se contrae mi centro con esas palabras. – Nos... vemos... en la cena – dije con voz quebrada. Y me fui. – Hasta la cena. Era el primer hombre que me hacía sentir este deseo salvaje, pero no lo conocía de nada y como era al único que conocía igual a nosotros. Mis hormonas revolucionadas pedían libertad cuando estaba cerca. “no, no, Espera” frene el pensamiento antes de que me fuera de las manos… mi hermana quiere acercarme a él como una amiga. No tiene ni idea de la realidad. Por eso iba a morir. Seguía de pie en el pasillo. – Eres de lo peor. – No lo niegues… te gusto… – ¡Cállate!…– le respondí con un entusiasmo falso. Ella escuchaba mi corazón pero había límites que no cruzaría, sabia eso. El día transcurrió llegando al final, era más sencillo si decía la verdad con mi falta de sueño. El tema salió a colación mientras terminamos de cenar, hasta Israel estaba en nuestra compañía, me gustaría saber un poco más, cuando vivía aquí él no compartía nuestra mesa, ¿Desde cuándo pasó esto? ¿Que más había cambiado desde hace tres años? ¿Por qué está en el cuarto de mis hermanos? – ¿Desde cuándo no duermes? –preguntó Mitkel, con ese tono autoritario. – ¿Quién necesita dormir? – respondí en un intento de evadir el tema de mi falta de sueño, no quería sacarlo a colación con él, pero no funciono. – Obviamente tú lo necesitas… te has visto en un espejo. – Dormí antes de venir aquí, estoy bien. – No te creo. Debes de dormir, recuerda que físicamente tenemos algunas debilidades y hay que mantenernos fuertes – puntualizó, dando por terminado el tema, como si fuera a obedecer con su simple argumento. Pero yo no. Lo cual contradecía sus creencias. – Descuida aun aguanto otro día más – dije desafiándolo. – ¿Desde cuándo no duermes? – preguntó Keila para mi desgracia y a ella no podía negarle nada. – Am… desde hace... Am… tres meses – Mitkel me vio atónito, Keila dio un trago casi ahogándose e Israel pareció incómodo. – !Y porque... mierdas… haces eso! – explotó un airado Mitkel Keila le chito por la palabrota. – No es para tanto… Enserio… dejen de preocuparse… Dormiré mañana. – ! No… dormirás ahora… ¡ – me rogó Keila tomando mis manos en un gesto de súplica. Ella debería entender mi parasomnia, su intención era intervenir antes de que Mitkel y yo iniciemos una discusión – Por favor… por mí. – Ella tiene razón. Te acostumbras a no dormir – Israel ondeó con la mano para quitarle importancia – A nadie le hace mal, es cosa de mente. Mitkel le lanzó una mirada asesina (casi parecía que les urgía deshacerse de mí) y yo me quedé sorprendida, mis ojos se encontraron con los de él. Y entonces de la nada le sonreí, me sostuvo la mirada parpadeando hasta volver a su plato. – Ves, el si me apoya – argumente levantando la barbilla desde ahora sería mi mejor amigo y en un plan malévolo porque podría irritar a Mitkel tanto como yo. – Claro que te apoya, no olvides que es tu novio oficial, yo lo apruebo. – Estas loca – esperaba que hiciera sus bromas lejos de Mitkel o cuando estuviéramos solas, pero esto ya era más personal, la levanté de un tirón para llévarmela a su cuarto. – Ok vámonos antes de que me casés con él – la arrastré conmigo. – Podría hacerlo – se burla como niña pequeña recargando su cabeza en mi hombro. Mientras rodea con sus brazos mi cintura. – Si yo sé que podrías… pero no lo harás. Desde cuándo eres tan insoportable – subimos las escaleras abrazadas. A él no parecía importarle nuestras bromas a su costa porque se unía a nuestras risas, mientras Mitkel se molestaba receloso y más confuso que yo. – ¿De qué va todo esto? – le preguntó con recelo. ¬ No lose…creo que voy hacer el centro de sus bromas durante las próximas semanas, tengo que contribuir a la causa, creo que ella lo hace para hacerla feliz, tu sabes a qué me refiero. ¬ ahí estaban palabras que ocultaban algo. – Am – no dijo más– claro, claro, no más no te lo tomes enserio eh – le bromeo secamente. ............... Dormir se me daba fatal desde hace mucho tiempo, para mi dormir era como mandarme a un ataúd y enterrarme viva, no era un descanso, pues parecía agotarme cada vez más, era ir al infierno de mis pesadillas, yo sé que, mis hermanos dormían solo por costumbre. Mi garganta ya estaba seca, un pequeño sudor recorría mi frente poniéndola pegajosa, sabía que hoy sería más difícil, porque me sentía más extraña que cualquier otro día, cuando Nicole me toco, parece haber despertado algo y aun deseaba escapar, sea lo que fuera. – ¿Estás bien? – me pregunto Israel al ver mi cambio de expresión, le temía a la cama, era como si me fueran a echar a una con clavos y fuera a lastimarme con ellos. El toco mi frente, quitando un rastro de sudor, hasta que el mismo se dio cuenta de lo que hizo y apartó la mano empuñándola. – e5stoy bien… ¿Podemos hablar a solas? – ¿Qué?. – Necesito preguntarte algo y con Mitkel y Keila cercas no puedo. – Lo que quieras – prometió y asentí cerrando la puerta tras de mi. Me duche, cepille mis dientes dos veces, desenrede mi cabello hasta que se secó, me puse un unos shorts para la noche fresca y una blusa de tirantes, me fui directo a la cama, donde esperaba no pasar de revolverme y hablar dormida como otra noche más, sospechaba que esa era la causa de que mi garganta estuviera tan seca no podía ser tan… malo. Solo eran ocho horas, no las tres o cuatro que estoy acostumbrada. Apague la lámpara y deje que el viento, el bailar de los árboles, y el canto de los insectos nocturnos me ayudaran a tener una noche tranquila, poco a poco me fui relajando hasta que mis parpados se fueron cerrando, lo último que escuche fueron, murmullos de una discusión y después pasos y más pasos, contra el suelo.
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