Regreso a casa parte 1

4256 Words
Regreso a casa Capítulo 2 El helicóptero serpentea en el rascacielos, el viento golpea mi rostro, los mechones de cabello falso ocultan mi verdadera identidad, tocando mi mejilla, sujetándome con una mano me inclino hacia adelante esperando la señal. – ¿Estás nerviosa? – José me habla al micrófono oculto en mi oído, no contesto, estoy en esos momentos donde los sonidos de la ciudad a mis pies, los colores de las luces de la ciudad se extienden frente a mi. Me gusta la sensación cuando el tiempo se detiene, cada agente del FBI y táctico esperando de sus posiciones para actuar, me siento tan humana con el corazón latiendo a causa de la adrenalina, útil al no estar detrás de cuatro paredes, es cuando valoro mi parte humana. – Suelten el señuelo – esa es mi señal, me inclino más a la orilla y me dejo caer en picada, solo con un chaleco cubriendo mi torso, caigo con un sonido sordo hasta que mis pies impactan contra el concreto y me deslizo por un ducto. ……… Despierto de mi sueño que es mi propio recuerdo, y me arrepiento de hacerle caso a Charlie y dormir en mi jornada laboral, porque odio que él se filtre en mi inconsciencia. Así que salgo de la oficina que me prestaron y regreso sintiendo cada emoción mientras entró a las oficinas. No me canso de ver sus reacciones, cada vez que entro, las misma expresiones y pensamientos de alegría, como se les ilumina el rostro al verme, se les altera el corazón, me hacen tener una sonrisa que apaga malos pensamientos propios y me distraen de mis insignificantes problemas, en esos momentos todos me saludaban como si hubiera entrado el sol por las paredes y su tarde llena de estrés, fastidiados de hacer los mismo todos los días, fuera lo mejor que les pasara, al menos así era para los que se la pasaban haciendo papeleos en las oficinas de E. Washington, “Que yo fuera su amanecer más hermoso” eso me hacía sonreír y que valiera la pena mi tiempo. Mientras caminaba de regreso por mi vaso de té por los pasillos. Todos evitan rozarme, saben el por qué no pueden tocarme, es una regla que impuse, bastaba con un roce para leer sus recuerdos, sentir su presencia, algo que me desconcentraba, pues en este tipo de casos entre menos usara mis “Habilidades”. Mejor. Pase por los pasillos de archivos que eran unas hileras de oficinas. Con sus paredes de hueso y cartón, con sus sillas incómodas y gastadas por el uso, y escritorios con pilas de expedientes. Subí por el ascensor hasta cuatro pisos más arriba. Cruce las grandes puertas de metal hasta la sala de interrogatorios. El jefe del FBI ya es un señor mayor de unos 55 años, lleva sirviendo desde hace 25 años, fue gracias a su trabajo que se ha ganado el respeto de todos, unos de los capitanes más veteranos que ha habido. Y el mejor de todos. Lo ascendieron a comandante justo cuando su padre fue asesinado, nunca habla del tema, pero yo a veces lo escucho pensando en ello. – Aspirante… Creí que no regresaría – en cuanto entro a la sala viene directo a mí, me saludo con un beso en la mejilla tocándome por los hombros, me estudio y su tés se marcó con preocupación, tal vez me miraba más cansada de lo que creía. – ¿Todo está bien? – No es nada. Solo me falta dormir. Jefe – conteste rápido y claro para que no se preocupara. Sus manos me sostenían ligeramente los hombros y su mirada era paternal. Él me inspiraba una ternura de un padre a una hija. Ya que nunca tuve un padre. Mis hermanos como siempre evitan el tema a toda costa, algo que deje de insistir a los doce años. Siquiera conozco de quien nací. Fui criada por mis hermanos adoptivos. Mitkel y Keila. Pero jamás les vi como una figura paterna y ellos jamás me trataron como tal. – Bueno. Me alegro esté aquí. Estos cabezotas no han podido con la testigo – dijo soltandome y dando un paso a un lado para que yo pudiera acercarme. Como siempre me recargaba en la pared, misma postura, con los brazos alrededor de mi y después de soportar otro par de horas en los que José, Karla y David el psiquiatra intentaban hacerla hablar, todo en vano como dijo Charlie. Me despegue de la pared aún con los brazos fuertemente apretados contra mis costillas. No sé, sentía una mala presencia y no sabía cómo interpretarla. – Ya me estoy aburriendo. No pueden ser más originales – bromeé alardeando, con una sonrisa de una chica arrogante y me reí, Charlie se unió a mí con otra sonrisa. Se alejó un poco más respetando mi espacio y no tocar. Alguna vez han sentido que cuando te diriges al peligro no puedes detenerte, sabes que no debes y aun así te acercas, pues ese es mi defecto, en vez de huir del peligro me siento atraída por él y hasta ahora he salido airosa de "Situaciones" . Como si me dirigiera a una sentencia de muerte mientras me aproximaba más al espejo. Enfrente estaban José y Karla que salían de la sala de interrogatorios, ella disgustada porque no logro nada como la poli mala y el cómo poli bueno. “Es mi turno, otra vez” pensó David el psiquiatra mientras salían los detectives. José asintió en mi dirección. – El tiempo se nos agota hija, quizá necesitemos tu ayuda. Asentí sin mirarlo, aun con la sensación de que ella no era humana. David se acerca rodeando a la chica, le acomoda el cabello que cae sobre su cara con gesto amable y se sienta frente a ella. – Hola de nuevo Nicole (suspira) ¿Podemos hablar nicole? – le habla a la chica con mirada ausente, pareciera que nunca se movió, solo tenía sus brazos estirados sobre la mesa, con sus dedos entrelazados, esperando algo. – Nicole. Necesitamos que nos ayude. No estás en problemas. No has querido hablar con nadie – entonces ella clava sus ojos confusos en él, eso lo hace sentarse derecho ante su profunda mirada, podría parecer hostil, pero su rostro estaba tan en completa calma. – ¿Crees que con decir mi nombre confiare en ti? – mi piel se erizo. – ¿Qué es lo que pasa? – pregunte por la reacción de David. – Es la primera señal que da de vida. David no llegó a una conclusión final, solo la diagnóstico catatónica, el tiempo se nos acaba, la ingresaran en un psiquiátrico – contesto Karla... La chica Nicole continúo mirando a David como si le hablara en silencio. Hasta parecía que lo hacía. Cuando me miro por completo, sus ojos se llenaron de terror y comenzó a hiperventilar, sus ojos aterrorizados se posaron en mí, su cuerpo se tenso e hizo puños sus manos. Fue algo inesperado, algo que todos los presentes notaron en cuanto yo aparecí frente al espejo, era como si hubiera visto al mismo Lucifer, David lo noto y volteo. “¿Que ves Nicol?, “Haya afuera no hay nadie” ella lo vio gritando con la mirada de "Mentiroso", José se puso pálido ante su expresión, pero trato de recuperarse disimulando acomodar su ropa, ella volvió los ojos a mí, deliberadamente mis brazos cayeron a mis costados, trague saliva, todos abrieron la boca, pero cuando ella hablo todos se sobresaltaron emitiendo un gritillo, pues no era la voz de una joven normal, era la voz más terrorífica, que salía de su interior. “Crispar, odre, de, sor, far” dijo la voz casi con un susurro, pero las palabras fueron fuertes y claras, parecía que no había movido lo labios. Lo que dijo significa, “Te estoy esperando ama”. Deje escapar el aire lentamente, como si dejara escapar un suspiro, mi pecho subió y bajó por la intensidad, esto no era bueno, nada bueno. – ¿Cómo es que te conoce? – Karla confusa me miraba con desconfianza, no le respondí, aún seguía hipnotizada por los ojos de Nicole que intentaban decirme algo, un secreto. – Se ha dirigido a ti – me acuso aún sobresaltada, a todos les latía el corazón con sobresalto, el mío latía aún más fuerte de lo normal y Nicole podía escucharlo eso lo sabía, pero también estaba asustada, siempre se me ha dado bien encontrar cosas perdidas y esta vez no era algo bueno. – Voy a entrar – conteste después de un silencio, el jefe abre la puerta y llama a David para que salga. – ¿Qué sucede? – Sal, ahora. Me dirigí a la puerta con los ojos de la chica siguiéndome, podía sentir el poder de su mirada en mí, que no me perdió de vista hasta que aparecí en la puerta, entre intentando ignorarla y tomé asiento alejándome un poco de la mesa y de ella. Ojee su expediente como si hubiera algo que no supiera ya. – Bien aquí me tienes. ¿En qué puedo ayudarte?’ – le ataje dejando la carpeta frente a mi. Ella me miró por un largo rato, la expresión de terror desapareció para transmutar a una curiosa, su respiración se regularizo, su respiración Y hablo anormal en un tono siseante sombrío. – No deberías hacer eso – no comprendí sus palabras y la sonrisa que se extendió en su rostro – No si quieres meterte en líos, llamar la atención o simplemente su quieres morir. – ¿Me conoces? – pregunte en nuestro idioma. Jugando con la carpeta en mis manos. – Mira a nuestro alrededor, cuántas cosas se pierden, cosas que no podemos ver. Cuando. Estás en la oscuridad, y tú apareces. Apostaría. A que no sabes. Ni quién eres. Verdad. – ella miró hacia a su alrededor como si hubiera más presencia que la de ella y no la nuestra, pero solo éramos nosotras, sus dientes puntiagudos e uniformes se dejaban ver tras cada palabra. Su acento era complicado, se notaba que no hablaba el español. – ¿Quién eres? – ¿Importa quien soy? – ladeo su cabeza como si con eso me viera desde otro ángulo y volvió a enderezarse después de terminar su escrutinio. – Deberías preguntarte eso tu misma – me señalo sin soltar sus propios dedos desde la mesa – Yo te he visto antes. Al principio. Creía. Un error. Pero ninguno de estos. Perdedores han. Podido dar con la verdad. La única que nos ha traído aquí. Me incline hacia adelante y le susurre. – Igua. akanem. dotew. solox. bastro. midre – " No puedes hablar su idioma. Nunca lo has hecho".( le dije asustada) ella no contestó – ¿Que tú me conoces?, Jamás te he visto – continúe regresando a mi lugar. eleve la voz un poco más de lo normal me sentía asustada, dándole fuerza a este ser. – Oh querida, te conozco. pero de otra manera, en otro cuerpo…Si se tu nombre es por qué. Uno. De ellos lo pensó... Yanis – se interrumpió a media frase al ver la confusión en mis ojos, entonces pregunto algo extraño. ¬ ¿Quién es tu maestro? ¬ parecía darse cuenta de algo que yo no, me encogí de hombros porque no sabía a lo que se refería, ella me hablaba con un sumo respeto y casi pareció intimidada hasta que evaluó mi reacción. Entonces ella rompió a reír, una risa siniestra, que heló mi sangre y cambio mi expresión serena, ¿Qué significaba esto, de que se dio cuenta esta chica?, para cuando volvió hablar, hablo en un latín fluido y claro entregándome un mensaje muy personal, que solo yo entendí, sus manos arañaron la superficie de la mesa como si quisiera arráncala en pedazos, torció su cabeza un muchas direcciones, como si se preparara para algo, – Estás jugando, algo muy peligroso. – Yo no... – ! ¡Tu impostora !... – arrojó la mesa, la cual se estrelló contra la pared y saltó sobre mi arrojándome contra la pared, mi cabeza rebotó contra el suelo, sus manos rodearon mi cuello, apretándome con tanta fuerza que podría ahorcarme, y azoto mi cabeza hasta marearme y me gritó. – !Tu irle - seco - score! ¡Tu irle - seco - score! -– y luego cambio al alemán – ¡Sean meón i ¡Sean meón! ¡Meón! “¡Tú estás maldita! ¡Tú le perteneces a ella! ¡Serás mía! ¡Mía! - y para mi horror lo último lo gritó al español. – ¡Un premio para mí ama!… ¡Mía!, ¡Mía!, ¡Mía!” Afuera se volvió todo un caos, la mesa bloqueaba la puerta, gritaban para querer entrar y quitármela de encima. Mi ser sintió un frío de miedo, por alguna razón mi cuerpo sabía a qué se refería, por alguna razón mi mente reconoció ese terror, por primera vez me sentí en peligro, pero cuando ella me tocó, me vi a mi misma rodeada de cuerpos sufriendo. Como si mi mente sufriera un, ! Clic !, de lo más profundo de la oscuridad y pude ver un recuerdo que estaba oculto, vi a Israel peleando contra alguien, no sé qué significaba esas imágenes y porque las veía, pero no pude meditarlo mucho porque las siguientes memorias fueron tan terribles que me robaron vida, todas llenas de muertes, sangre, y dolor que no pude pensar en más ya que este ser apenas era humano, no era Nefilim, me sentí estúpida al no verlo desde antes, ella me soltó arrojándome contra la pared, estrellándome contra la mesa, esto provocó que José, Karla y dos policías más pudieran entrar, yo aún seguía aturdida, confusa por la cantidad de imágenes que se agolpaban en mi mente, imágenes espantosas que me causaban dolor, físico y emocional, entre los cuatro contuvieron a la chica que se abalanzó a por mi, pero eso no evitó que mientras la sacaban arrastras ella siguiera gritando en un latín fluido que solo yo entendía “ ¡Tú vas a caer! ¡Estás condenada, pérdida! ¡Tú le perteneces! ¡Le perteneces! ¡Maldita, mil veces maldita!” Cuando por fin se la llevaron aun escuchaba sus gritos y yo seguía en el suelo, lo que no previne después, empeoró las cosas, Karla, en un intento de ayudarme me toco, antes que José pudieran advertirla. Me retorcí en mi interior cuando puso sus manos sobre mi cuello, como si me hubieran apuñalado en la espalda, las imágenes, el poder que había dentro de mí, hizo todo temblar, sacudiendo la habitación solo por 20 segundos y después todo volvió a la normalidad, me fui poniendo en pie, poco a poco aferrándome a la pared, todos me veían preocupados por lo que paso, me miraban pidiéndome una explicación de lo que sucedió, pero yo no podía explicarles, porque ni yo lo sabía. Recupere el aliento, José me acercó una silla, pero no me senté, pase de largo y todos me siguieron en silencio, identifique un olor a podrido tan fuerte que contamina el aire de mis pulmones, y ese olor no se iría nunca, continuaría ahí y debía tomar aire limpio, pero no del que se respira en la ciudad, más bien el que deja que mi mente se aclare. Era hora. Me arrastré con dificultad debilitada apoyándome de las paredes por las escaleras porque no me atreví a tomar el ascensor, pasando entre los cuerpos ignorando cada roce que recibía, tratando de no enloquecer. Hasta que estuve afuera en la calle. – ¿Estás bien? – me preguntó José con suma ansiedad. – Si… Estoy… Cansada… Es todo… Debo…Irme, debo alejarme – dije entre jadeos, mientras recuperaba el aliento. Miraba a todos lados, en busca de una explicación, pero nada parecía tener sentido, cuando logré aclarar mi mente, “Israel” pensé. José y Karla seguían tras de mí. – Tengo que irme – articule cada palabra volviéndome hacia ellos. – Está bien...jefe cree que… – respondió José – Debo irme, tengo que salir de aquí – mi boca apenas vibraba con cada palabra. – Primero que te vea un doctor. Te daré una licencia... tómame 15 días – me contestó Charlie el jefe del FBI. – Debo irme ahora – avance hacia adelante y Charlie me sujeto de la mano antes que desapareciera, sus recuerdos eran nobles, siempre sacrificándose por su familia, luchando, el sabia cuando tocarme, este hombre generoso, era el único fiel al creador que conocía, hasta ahora era un hombre de verdad, de uno en un millón. Respire profundamente cerrando los ojos un momento, para absorber sus pensamientos, un hombre como él siempre marcaría la diferencia. Es uno de tantos dones que poseo, me quité mi gafete de acceso y se la di con una promesa en su mente. “Volveré. Pero no ahora amigo. Espérame” él me respondió con una sonrisa de consuelo. No me detendría. No me preguntaría más y le agradecí en mi interior que no lo hiciera. Lo que hubiera pasado hoy. Quizá Israel me daría las respuesta. – Aquí tienes un lugar con nosotros, toma el tiempo que quieras, y suerte con lo que pase. Recuerda que puedes contar con nosotros. Que no somos tan malos – por supuesto él sospechaba lo que yo era, aunque no lo diría en voz alta. – Adiós – me despedí dándole un beso en la mejilla y guardando en mi memoria el olor de su colonia ha clavel. – Nunca digas adiós, siempre es hasta luego – se despidió José – Prometo llamar y darles respuestas... necesito alejarme. Me di la vuelta dejando los atrás, sin volver la vista, hasta mi departamento. Cuando al fin llegué, abrí la puerta de un empujón, rompiendo la llave lo cual no me importo, me fui directo al closet donde escondía una maleta de acampar con todo el equipo completo. Empaque un par de botas de montaña, porque a veces emprendemos búsquedas de rescate o casería, en mi caso para atrapar a alguien. Los equipos de campaña siempre me han funcionado, el cuchillo de cacería que colgaba en mi cinturón, los arneses que llevaba para escalar, aunque no les necesitará porque podía escalar un árbol, una montaña sin equipo con mis propias manos y correr sin cansarme por un largo periodo. Aguarde mi lona y casa de campaña en la mochila. me cambié mis zapatos de vestir por unas militares negras, me di una ducha, para ponerme unos jeans azul marino, una camisa con gorro, empaque unas chamarras para el frio, comida enlatada, cecina, todo lo indispensable para un viaje de 4 días, pues haría una parada en el mar de Ohio. Me había alejado de mis hermanos por nuestras diferencias y ahora me veía obligada a regresar. Aunque he de admitir que los extrañaba. En las praderas de Idaho, se encuentra un campo con flores silvestres, de diferentes colores, siempre dándole un toque mágico durante todo el día, cuando amanece el arcoíris se dispersa por todo el cielo, mezclados con la entrada al sol, mágicos colores florecen por todo el cielo, y cuando el sol se esconde es una gama de colores, rosados, rojizos, anaranjados llenan de poder el cielo hasta que las estrellas forman parte del mismo, de dos mares distintos durante el día y la noche, es como una galaxia o una nebulosa mezclada por infinidad de tesoros y gemas. Corrí y corrí alejándome de la ciudad hasta llegar a campo abierto, mi velocidad era sorprendente, era como ir en moto, pero mil veces más fuerte, mis pies sonaban en el suelo, haciendo crujir las ramas, la noche me dio alcance y encendí una fogata con facilidad. Ahí estaba. Recostada viendo como las estrellas acompañan mi soledad. Llenando de magia el mundo ya que el mismo está lleno de esa vida, algunos no pueden ver lo que yo veía, me sumí en esos pensamientos hasta alcanzar un sueño profundo, para descansar el cuerpo, necesitaba dormir, ir a donde los sueños eran recuerdos muy reales. .......... Me deje caer sigilosamente desde la ventana hasta que mis dedos tocaron el suelo, estaba de cacería, José y Charlie necesitaban pruebas para arrestar a este violador enserie y solo yo podía conseguirlas y para eso debía ser un señuelo. Me deslice en mis cuatro extremidades por el almacén usando los pilares y las paredes en medio de la noche. Mi corazón latía con fuerza, pero mi respiración era suave. Una mano tapó mi boca dándome un susto de muerte, estaba apunto de usar mis dotes marciales cuando los ojos Israel se encontraron con los míos. – ¡¿Qué haces aquí!?... Vas a echarlo a perder todo – susurré lo más bajo posible, en cuanto apartó su mano de mi boca. En solo me sonrió como el gato que va a comerse al ratón, pero no me soltó. Mi cuerpo estaba atrapado por él suyo, con nuestras piernas enredadas. Intente apartarlo pero solo lo hizo sonreír más y se acercó reduciendo el espacio que nos separaba. Mis manos se quedaron sobre su pecho. – Hay que hacer esto juntos – susurro contra mi boca, tuve que tragar saliva antes de negar – Por favor. " Bueno. Dijo por favor " – No te necesito – su mano acarició la mía contra su pecho, y se la llevó a los labios dándole un beso a la yema de mis dedos, y después un dulce y caliente mordisco que mandó una señal eléctrica por todo mi brazo erizando el vello de mi piel. – Esta bien, pero harás lo que yo diga – su sonrisa gatuna regreso y se inclinó más cerca, mi corazón no podría estar más desesperado, su boca tocó mi mejilla y me dio espacio. ………. Para cuando desperté el sudor corría mi frente y no a causa de sol, mi garganta estaba seca, con plena luz del día regrese a mi hogar, donde había deseado no volver, cerca de la gran montañas de Idaho está la cabaña construida por la naturaleza, echa de madera de caoba y roca de granito de la misma montaña que fue transportada con el paso del tiempo por nuestras propias manos y rodeada de árboles caídos, como enredaderas, con su naturaleza viva detrás de ella, un bosque espeso grisáceo, neblinoso, donde el sol aparece entre las montañas, donde se reflejan sobre el lago y cuando se ensombrece la cabaña de dos pisos, desaparece como si no existiera, ahora dejando una magnífica vista, con el patio abierto de área boscosa y césped húmedo, donde las gotitas de fulgor resplandecen con la luz de día o nocturna, cerca del lago había una hilera de abetos y abedules fuertes y firmes, que daban hasta el cielo con sus troncos gruesos, aun lado de esa hilera donde cuelga mi hamaca hay un puente de madera flotando que da al lago. Solía pasar mis horas leyendo mis libros favoritos que ahora deben estar cubiertos de polvo en el mueble de mi cuarto, exactamente donde los dejé la última vez. Cuatro días después de un viaje cansado, entro a la casa iluminada por sus candelabros de bronce. No quiero hablar mucho de mi hogar, al principio era una cabaña construida por troncos paja y roca, conforme se fue reformando se convirtió en una cabaña de dos pisos de roble, bambú, granito y loseta. Con un picaporte de seis escalones, una terraza con un piso donde había una hamaca de madera colgada, donde solíamos leer mi hermana y yo. La primera vista es de unas puertas corredizas y divididas con madera de caoba, cortinas ondeando hacia la estancia principal, donde se veía al fondo la chimenea rodeada por un librero en todo su arco, ala izquierda su cocina y su comedor, junto a ellos subiendo las escaleras de cristal al mini bar de Mitkel mi hermano que dan a las 8 habitaciones, 4 dormitorios con sus respectivos baño, un cuarto de cine, una biblioteca y almacén para guardar objetos de temporadas de estaciones. El cuarto de música de mis hermanos con un piano y mesa de billar. Subí las escaleras de vidrio rumbo a mi cuarto que ahora estaba deshabitado, me imagino que nadie entró desde que yo no estuve, las cuatro recamaras estaban vacías, pero al ingresar, descubrí 2 mas para cuando teníamos visitas, pero eso ya hace tiempo. Entre en el último cuarto esperando encontrar un caos lleno de polvo, como una casa embrujada, al abrir la puerta me lleve una sorpresa, todo la cama era blanca, los cajones eran nuevos, la ventanas abiertas eran correderas que daban al balcón, con las cortinas ondeando hacia afuera, el balcón daba la vista al patio trasero, solo bastaba con asomar la cabeza y se podía ver el puente, era como si me estuvieran esperando. Deje mis cosas sobre la cama, después de un baño me vestí con shorts cortos azules y una blusa rosa de tirantes a pesar de que hiciera frío o no, el clima no me afectaba, la temperatura de mi cuerpo se alzaba fuera de lo normal para un cuerpo humano, pero como he dicho yo no lo soy, me solté el cabello y lo deje caer contra mi espalda, era plateado en forma de capas, con algunas tonos más oscuros y algunas puntas se venían hacia al frente de mi rostro por más que los apartara.
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