Capítulo 6

390 Words
¡Dios! Si mi terrible acosador me viera, estaría muerto de la risa. Me sentía extraña, ¿Acaso estaba comenzando a experimentar lo que es acosar? Me encuentro frente a la puerta de la enorme casa de Seth, quitándole los pétalos a una flor que encontré en su jardín, para decidir si toco o no. Al arrancar el último pétalo, me dice que si debo tocar. Respiro profundamente mientras me armo de valor y toco su puerta. Es a estudiar que vengo después de todo. Segundos después, una elegante señora de cabello n***o, me abre la puerta. Lo primero que hace es escudriñarme con la mirada de arriba abajo, para luego ofrecerme una agradable sonrisa. —Hola, ¿Te puedo ayudar en algo? —Me pregunta, cerrando un poco la puerta. —Bueno yo ... —me rasco la cabeza en un gesto de incomodidad—. ¿Está Seth? -¡Oh! —Exclamó con emoción abriendo la puerta—. ¿Seth tiene una amiga? ¡Pasa linda! Está en su habitación. Le sonreí, pasando al interior de la enorme casa. Preguntándome el motivo de tanta emoción de la mujer ante mí visita. —Anda —me animó—. Ve a buscarlo, sube las escaleras y camina hacia la última habitación. Asentí y le agradecí, mientras observaba a mi alrededor. Tampoco iba a romper sus sentimientos al decirle que estaba lejos de ser amiga de Seth. Su casa era mucho más grande que la mía, y eso que la mía también era enorme, gracias a la antigua empresa de Darren. Pero la casa de Seth, era como sacada de Grecia. Pues gracias a las diversas decoraciones de los diferentes seres de la mitología griega, daban un aire de estar en otro mundo. Subí las escaleras, sin quitar la vista de un enorme Poseidón que me observaba al pie de las escaleras. Seguí el pasillo, hasta que di con la habitación de Seth, siguiendo las instrucciones que su madre me había dado. Pegué la oreja a la puerta, pero no escuché nada. Así que llamé un par de veces, hasta que escuché unos pasos caminar en dirección a la puerta. Retrocedí, mientras escuchaba el pomo de la puerta girar. Sentí como mi rostro cambiaba a mil tonos diferentes de color, cuando lo miré sólo luciendo un bóxer y con su toalla en el hombro. Sus ojos se abrieron con asombro cuando se encontraron con los míos. —Yo ... —traté de disculparme. Pero él retrocedió y me cerró la puerta en la cara. ¡Oh Dios! ¿Ese era Seth?
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