El trayecto de vuelta a casa en el autobus me pareció eterno, seguro se debia al agotamiento y al cúmulo de circunstancias vividas las últimas doce horas. Al llegar a mi parada me baje del autobus con ganas de darme una ducha y meterme un rato en la cama, toda mi ropa olía mucho a desinfectante de hospital y deseaba quitarme todo eso cuanto antes.
Cuando entre por la puerta de casa mi abuela estaba esperándome para que le contase todo lo ocurrido durante la noche.
- Hja por fin llegaste – dijo mi abuela que salia a recibirme al pasillo
- Si Abu, ha sido una noche dificil, si lo se no salgo de casa
- Ven, sientate un poco conmigo y cuentame que ha ocurrido
- Está bien
Seguí a mi abuela hasta el salón y nos sentamos acurrucadas en el sofá como hacíamos siempre que nos ocurría algo extraño. La verdad que desde que tengo uso de razón mi Abuela había estado ahí para mí, mi madre se había ennoviado con un muchacho de dinero cuando yo apenas tenía tres años y se había marchado a vivir con él dejándome a mi bajo el cuidado de mis abuelos. Mi madre apenas había aparecido en estos años atrás salvo este último año que no parecía irle bien con su pareja y empezaba a pasar más tiempo en casa. Evitaba cruzarme con ella pues me parecía una extraña y casi siempre terminábamos discutiendo.
En cuanto mi abuela y yo nos sentamos en el sillón y nos abrazamos esa sensación cálida que siempre sentía estando con ella y comencé a hablar.
- Abu... no quiero volver a salir con la prima Ana
- Te dio mucha guerra ¿verdad?
- Ni te imaginas cuanto, ninguno de mis amigos estaba a su altura
- ¿Se paso mucho con ellos?
- No se pasó porque no les dio ni la oportunidad de conocerlos, solo sabia ponerles su cara de asco constantemente
- Es mi nieta también, pero he de reconocer que siempre ha sido una consentida y una maleducada
- Menos mal que te das cuenta Abu – ambas sonreímos al estar de acuerdo con eso
- ¿Y luego que paso? - continuo mi abuela
- Después se empeñó en que teníamos que volver a casa porque ya no quería estar allí así que la acompañé hasta casa, total no tenía ganas de salir ayer
- Pero después te fuiste de nuevo
- Si, me llamaron y Ana me convenció para que volviese con mis amigos así que para quitarme el mal rato que había pasado con Ana decidí volver con ellos.
- ¿Y en qué momento ocurrió el accidente?
- Bueno, eso ocurrió cuando me traían a casa
- ¿Ibas en el coche? - mi abuela se asusto
- Si, pero no te preocupes porque no me hice nada ni siquiera me di un golpe. Todo lo llevo el coche
- ¿Segura?
- Si, muy segura, pero uno de los ocupantes sí que se dio con el cristal de la ventana en la cabeza, así que decidí acompañarle al hospital, ya sabes que los golpes en la cabeza son peligrosos
- ¿Y qué paso al final?
- Pues que debe tener la cabeza dura y prácticamente hueca porque no se hizo nada, es más, ni siquiera ni siquiera le va a salir un chichón
- Me alegro de que tu amigo esté bien
- Él no es mi amigo, es más, preferiría no volver a cruzarme con él en toda mi vida.
- Sin embargo, fuiste a comer con él
- Si, otra cosa que borrar de mi cabeza ¿Sabes que me engañó diciendo que tenía una reserva para que fuese a comer con él? - mi abuela me miró con esos ojitos azules mientras esbozaba una sonrisa
- Hija mía... esta juventud está loca
- Yo no estoy loca – le dije poniendo cara de indignación
- No hija, tú eres una testaruda y cabezota – mi abuela estalló en carcajadas
- ¡Oye! ¡Porqué dices eso! - la recrimine entre risas
- Porque me apuesto lo que sea que no se lo pusiste fácil a ese chico
- ¡Como me conoces! - dije riéndome – Seguro que a ese idiota se le han quitado las ganas de perseguirme
- ¿Tú crees? - dijo dudando
- Segurísimo que sí, voy a quitarme todo esto – dije señalando la ropa que seguía oliendo a hospital – y a darme una ducha
- Si hija, ve
- Gracias Abu por estar ahí – le di un beso a mi abuela y me fui a preparar un baño
Al cabo de un rato ya me había dado una ducha relajante de esas que me gustan a mí, me había llenado la bañera y la había puesto sales y una de esas bombas de burbujas. La sensación de paz que inundaba mi cuerpo en ese instante era total y Morfeo ya estaba presionándome para que cerrase los ojos así que me deje llevar y caí en su profundo sueño en cuanto me tumbe sobre la cama.
La verdad que mi sueño relajante no duró más de dos horas, un extraño ruido perturbaba mi cita con Morfeo. Entre protestas medio abrí los ojos para descubrir que ese ruido no era otra cosa que mi teléfono recibiendo mensajes. Pensé que eran las chicas así que intenté ignorarlo un poco más así que medio lancé el móvil para darme media vuelta en la cama e intentar seguir durmiendo otro rato, pero en ese momento mi teléfono comenzó a sonar de nuevo, esta vez no era un mensaje sino una llamada. Protesté, gruñí y al final decidí mirar el teléfono.
El sueño se esfumó de golpe y el mal humor inundó todo mi cuerpo. Pedro el engreído estaba llamando. ¿Porque no me dejaba en paz? Quería estrangular con mis manos a ese estúpido engreído de verdad. Hice caso omiso a sus llamadas y silencié el teléfono. Miré el reloj y eran apenas las ocho de la tarde.
Como ya no podía dormir decidí recoger mi habitación y dejar listo mi uniforme para ir a trabajar mañana. Ana había dejado mi cuarto como si fuese una pocilga, esa chica no sé cómo se las arreglaba siempre para ensuciar tanto en tan poco tiempo.
A eso de las nueve y media decidí revisar los mensajes del móvil, efectivamente las chicas habían escrito para saber de mi pues apenas nos pudimos despedir bien y Elena como siempre se había emborrachado y la habían tenido que acompañar a casa. Había veces que incluso teníamos que subir con ella al piso y acostarla, sus padres apenas sabían qué hacer con ella ya.
Tenia mensajes de todas ellas, algún mensaje de los chicos y lo que más me sorprendió era que Pedro era incansable, tenía trece llamadas perdidas o mejor dicho trece llamadas que me negué a contestar y siete mensajes de texto de los cuales tampoco respondí, ese personaje debería darse por vencido de una vez. Debería entender que un no es un no.
Parecía que mi teléfono por fin había entrado en modo descanso hasta que a las diez y cuarto volvió a sonar con otro mensaje. Puse los ojos en blanco al ver el remitente. Otra vez ese pesado de Pedro. Abrí el mensaje y me quedé blanca cuando leí.
- Daphne como no me respondes no me dejas más opción que ir a tu casa quieras o no así que si no quieres que me presente allí sin avisar más vale que respondas.
De verdad me estaba desquiciando, me estaba obligando a responderle, no se iba a dar por vencido así que decidí responderle.
- Que quieres ahora
- Me alegra saber que estas viva
- Así es ¿Qué quieres?
- ¿Nos vemos?
- ¡Nooooo! Por favor déjame en paz
- No voy a dejarte en paz
- ¿Pero a ti que te pasa? ¿El golpe en la cabeza te dejo más tonto de lo que ya eres?
- Así me gusta, la gatita saca las uñas de nuevo
- No me llames gatita, tú y yo no somos amigos y tampoco quiero que lo seamos
- ¡Genial! Yo tampoco quiero ser tu amigo.
- ¡Pues entonces no me escribas!
- Bueno si no te escribo entonces es que quieres que vaya a verte
- ¡Pero qué dices! ¿Estás loco? ¡Tampoco quiero verte!
- No me estás dejando más opciones que coja la moto y vaya a verte
- Haz lo que te dé la gana, no sabes donde vivo...
- ¿Segura que no sé dónde vives?
Ese último mensaje me hizo dudar. Realmente ese personaje me estaba dando miedo. ¿Sabe realmente donde vivo?
- Oye Pedro en serio, déjame en paz, no estoy interesada en ti
- Lo siento Daphne, pero yo si estoy interesado en ti y siempre consigo lo que quiero
- Esto es acoso ¿Lo sabes?
- Del golpe en la cabeza estoy bien, gracias
- ¡Genial! ¡No te he preguntado!
- No me dejas más opción, voy para tu casa
- No se te ocurra venir
- En veinte minutos estoy ahí
La verdad me estaba agobiando, me sentía casada de negociar con ese estúpido. ¿De verdad se presentaría en mi casa? Realmente ese idiota estaba loco.