La Grietta en el vaso.

2705 Words
                                                                                       Ava: Me siento enloquecer. He pasado horas y horas sentada en esta banca fría e incómoda, sin ninguna respuesta a mis preguntas. ¿Por qué nadie responde cuando pregunto sobre Maxon? Ni siquiera me miraron cuando les exigí saber por qué lo trajeron aquí. Solo me ignoraron y siguieron como si no existiera. Estoy a punto de llamar a mi propio abogado pero entonces veo a Eric, el abogado personal de Maxon, entrando por las puertas de vidrio y me levanto. ― ¿Qué ha pasado? Vine lo más rápido que pude. ― Me pregunta mientras llega a mi. Eric es un hombre de 40 años que normalmente finge estar en sus treintas, pero hoy, a las tantas de la madrugada, se ve de su edad real y no la que siempre quiere aparentar.  Niego con la cabeza más veces de lo que debería.―No lo sé, no me han querido decir nada.   Eric escanea la sala con la mirada y luego vuelve su mirada a mi.― Tranquila, esto es claramente un error. Hablaré con ellos, quédate aquí mientras vuelvo. Asiento, sabiendo que lo que esté pasando es un algun tipo de confusión y que Eric sabrá resolverlo. Vuelvo a aplastarme en la misma banca. Transcurren dos horas hasta que Eric hace su aparición. Se le ve un poco perturbado, con el ceño fruncido y los labios apretados. Un sentimiento de angustia se asenta en mi estómago, su cara no me da ninguna señal de que las cosas hayan salido bien. ¿De verdad Maxon había intentado matar a alguien?  Me levanto y espero que llegue hasta mí.  ―¿Qué te dijeron? ¿Ya puede salir?― pregunto cuando le quedan dos pasos de distancia. ―Todo ha sido un error, pero aun así tendrá que pasar la noche aquí hasta que presentemos las pruebas de su coartada. ― Me paso las manos por el cabello tratando de no ahorcar a nadie, el corazón se me achica con solo imaginar a señor-frío-y-estiril pasando una noche en una sucia celda. ― Me dijo que te llevara a tu casa y que por favor lo esperaras allí hasta que salga. El señor Frank vigilará tu apartamento de ahora en adelante. No estamos muy seguros que ha pasado hoy, Maxon está bastante consternado por tu seguridad. No digo nada. Mi cerebro solo absorbe sus palabras y me aferro a las que de verdad importan, como qué ha sido un error, y que mañana saldrá de aquí. Eric me señala hacia la salida y ambos caminamos en silencio. ―Te llevaré a tu casa, Frank se encargará de buscar la camioneta,― me informa y asiento. Igualmente voy hasta ella y saco mi maleta de la parte de atrás. Eric me está esperando junto a su descapotable azul eléctrico y yo volteo los ojos internamente porque es lo que imaginaba que él manejaría. Camino a mi casa ambos permanecemos sin decir nada excepto por mis direcciones de como llegar hasta mi calle. Tengo muchas preguntas pero no se que decirle. Mi mente tambien piensa que Eric no se  sorprendió de verme allí, aunque solo lo había visto tres veces antes, en reuniones y ambiente laboral. Me atrevo a suponer que Maxon le contó de nosotros desde hace mucho... o que tal vez es muy típico de sus clientes follarse a sus empleadas. La garganta se me seca con asco con solo pensarlo porque, aunque se que Maxon no es uno de esos que solo se aprovecha de su posición privilegiada,  también puedo imaginar lo que Eric está pensando de mi. > Me recuerda mi subconsciente y repito las palabras una y otra vez hasta que me siento mejor. ―Muchas gracias por traerme hasta aquí Eric, y también por haber corrido hasta acá en el medio de la noche.― Le digo mientras cruza en la última calle. ―No hay porqué agradecerme, conozco a Maxon desde hace muchísimos años, más que su abogado soy su amigo. También felicitaciones por su compromiso, estoy muy feliz que haya encontrado alguien que le de tanta guerra como el me la da a mi.― bromea, y por primera vez desde que salí de la casa de mis padres me relajo con una sonrisa, y caigo en cuenta de que en verdad estamos felices por esto. > ―Muchas gracias Eric, también gracias por cuidar de él estos años.― Eric no responde, solo estaciona y se baja para ayudarme con mi maleta. Se lo agradezco nuevamente y ambos nos despedimos. Cuando finalmente llego a mi piso, entro sin fuerzas y dejo todo en la entrada. Empiezo a repasar las últimas 24 horas y las ganas de llorar me golpean. Aun siento los ojos de Jaxon mirándome con odio luego de verme con su hermano mayor.  Sabía desde hace mucho que tenía que ir con cuidado para no alejarlo más de lo que ya lo estaba, pero ahora tendré que hacer piruetas y malabares para poder explicarle cómo había sucedido todo y que no crea que es solo una mala jugada de Maxon. Llego hasta mi cama y me quito la ropa, sin intentar buscar un pijama caigo en ella y le ordeno a mi cerebro que se apague hasta el siguiente día. Mi cerebro por primera vez me escucha y caigo en la inconsciencia, o tal vez sea solo gracias al cansancio.  *** A la mañana siguiente el sonido de mi alarma me despierta. Maldigo en voz alta y ruedo hasta conseguir mi celular para parar el sonido.  Se me había olvidado quitar la alarma para hoy, es viernes, pero viernes n***o y no se supone que trabaje. Aunque con todos los eventos del día de ayer siento la necesidad de ir hasta la oficina y esconderme hasta el cuello de trabajo para no pensar en otras cosas, como el hecho de que mi futuro esposo esta retenido en la policía y que mi familia me odia por mentirosa. Salgo de la cama vía al baño, y sin esperar que el agua se caliente, entro a la ducha y dejo que el agua fría me golpee. Grito cuando la siento caer en mi espalda, pero luego poco a poco se va calentando y dejo de temblar.   Justo cuando tomo el jabon liquido escucho mi teléfono sonar en la otra habitación. Olvidando enjabonarme, salgo de una vez y me envuelvo en la toalla en búsqueda del celular. ¿Será Maxon? ¿Será Eric con nuevas noticias? ¿Quien, aparte de ellos, me llamaría tan temprano en viernes n***o? Lo tomo y me sorprendo al ver el nombre que se muestra en mi pantalla. ―¿Hola? ― respondo un poco confundida. ―Hola, hermana.―Saluda Jaxon del otro lado de la línea en un tono tranquilo, como si hace pocas horas no hubiese intentado matar a su hermano y hablado mal a mi madre.― ¿Estás disponible para desayunar juntos? Me toma un segundo responderle, mientras mi mente debate si esto se trata de una clase de broma o si está hablando en serio.  ―Si, estoy disponible. También quisiera hablar contigo, ¿te parece comer en el restaurante de TriBeCa que nos gustaba antes? Jaxon acepta y cuelga la llamada.  Por alguna razón el hecho que él está viniendo hacia a mi y no soy yo la que le está rogando por un momento de su tiempo, me hace sentir incómoda y un mal presentimiento se instala en mi espalda baja. Aun puedo escucharlo gritándole a Maxon que no es su hermano, y diciéndole a mamá que no es su madre. Aunque sea verdad, mamá lo ha cuidado desde que tenía dos años y lo adoptó como suyo.   En ningún momento nos trató de diferentes maneras. Siempre nos amó en la misma cantidad y se enfocó en cada uno durante nuestros tiempos difíciles. No se si Jaxon siempre supo que su mamá biológica, la mamá de Maxon, era su madre real, o si se enteró luego de grande. Lo único que sí sé es que, el decirle a la mía que no es su madre verdadera en medio de una pelea, es como escupirle en la cara luego de todos estos años cuidándolo y amándolo.   Jaxon tal vez no perdone que me case con el hermano que lo ignoró toda su vida, pero al menos me escuchará cuando le diga que respete a mi madre. Nada de esto es culpa de ella, ni siquiera yo sabía que estaba al tanto de lo que pasaba entre Maxon y yo. Con todo esto en mente me visto rápido y salgo del apartamento. Camino hasta el elevador y un grito se me escapa cuando veo el reflejo de un hombre parado justo detrás de mí.  ―Buenos días señorita Ava.―Saluda el señor Frank sin inmutarse por mi grito. ―Buenos días, Frank. Por favor dime que no has estado ahí parado toda la noche.― el ascensor llega y ambos entramos. ―Entonces no se lo diré― dice  en tono seco.― ¿A dónde quiere que la lleve? ―Voy a ver a mi hermano, no hay necesidad de que me acompañes. ― Le informo mientras busco en mi teléfono que tren tengo que tomar para llegar más rápido. ―El señor Knox ha dejado claro que no debería salir de casa, y que si tiene que, entonces no debe ir a ninguna parte sola.― Sus palabras me traen de vuelta a el. ―¿Has hablado con Maxon? Le acabo de escribir un mensaje a Eric y otro a Maxon pero ninguno de los dos responde. ― digo esperanzada de que al menos él haya escuchado de ellos. ―No, señorita Ava, pero las órdenes que me dio el señor Eric fueron claras. No dejaré que vaya sola hasta que se me ordene lo contrario. Asiento un poco triste, repitiendo en mi cabeza que Maxon está bien y que es solo cuestión de horas para que lo vuelva a ver. Vuelvo a chequear el teléfono por si se me ha escapado algún mensaje pero, al igual que hace 5 minutos, no hay nada.  ―Voy a un restaurante llamado Serafina en TriBeca.― le informo ya que se que no hay manera que me escapé de él.    Al salir de mi edificio no encuentro la camioneta de Maxon por ninguna parte. Frank camina hacia el otro lado de la calle y me abre la puerta de un Range Rover.  ―¿Qué pasó con el otro auto?― Le pregunto mientras camino hacia el. ―Nuevas medidas de seguridad― simplemente responde. Me muero por hacerle más preguntas. Esto definitivamente no es por el incidente de hace tres semanas. ¿ no dejarme salir sola? ¿Nueva camioneta blindada? Definitivamente algo más está pasando y necesito ver a Maxon cuanto antes para preguntarle acerca todos estos cambios. Si tan solo supiera que está pasando con él y todo este mal entendido.  Hago una nota mental, que si para cuando finalice con Jaxon no he recibido ningún mensaje de los dos, volveré a la policía y me sentaré allí hasta que me den respuestas.  Frank se para al frente del restaurante y le agradezco. Me bajo del auto sin darle tiempo de que salga y me abra la puerta, caminando dentro del restaurante antes de que logre seguirme.  Cuando entro al lugar ubico a mi hermano de inmediato. Es demasiado fácil, no solo porque sobrepasa las otras cabezas aun estando sentado, sino porque su aura y vibra oscura lo destaca en comparación de toda la gente alrededor que sonríen y hablan con sus amigos. ―Jaxon― saludo mientras me deslizo en el asiento de enfrente.  ―Enana― responde con una sonrisa con los labios cerrados.  > Mirandolo, decido disculparme primero para sacarme la incomodidad y la culpa de encima― Lo siento mucho por lo de ayer, no quería que todos se enteraran así. Tampoco guardarte algo así de grande, se que tu y yo no nos guardamos secretos.― Me siento terrible, así que trato de alcanzar su mano por encima de la mesa pero él se encoge y la aparta. ―Tal vez eso era antes, ambos hemos estado mucho tiempo separados del otro, y al parecer te has dejado envenenar por él.― Sus ojos perforan los míos y su odio es tan fuerte que tengo que apartar la mirada. ―No me he dejado envenenar Jaxon. Lo amo y él también a mi. Hemos pasado por altos y bajos como todos, pero ahora estamos en un buen lugar. Ayer me pidió matrimonio y dije que si, quería que fueras la primera persona que lo supiera por mi. Jaxon niega como si no pudiese creerlo.― Eres una estupida.― Masculla y yo jadeo. ―¿Disculpa?―  ―¿No te das cuenta de lo que estás haciendo? Estás poniéndote una diana en la cabeza para que todos vayan en contra de ti. ¿Sabes qué cosa le sobra a Maxon a parte de dinero? Enemigos Ava. Todos irán por tu cabeza, te destruirán y no quedará nada a lo que aferrarse, y entonces, cuando llegues a ese lugar y ya no tengas voz, Maxon te dejará como siempre lo hace con todos. ¿Pensaste que podías escapar estar en la sombra de nuestros padres al casarte con otro igual a él? Pensé que eras mas inteligente que eso Ava. Sus palabras penetran en mi corazón como flechas en mi carne. Se clavan profundas y dejan astillas que no quiero jalar porque sé que aún dolerá el doble. Jaxon sabía jugar con mi miedos, él los conocía muy bien porque yo misma se los había dicho muchas veces. Esos pensamientos que tengo en mi cabeza y los cuales siempre ignoro al querer estar con Maxon, suenan mucho peor cuando vienen de la boca de mi mejor amigo. Porque muy en el fondo sé que él puede que tenga razón y solo estoy escapando de un castillo de cristal para entrar a otro.  Pero eso no le da el derecho de hablarme asi. ―Es mi decisión. No dejaré que mis miedos estúpidos eviten que me case con la persona que amo.― La voz se me corta pero me la aclaro para que no vea como me está afectando su falta de apoyo. Rie seco―Bueno enana, espero que sepas lo que haces porque no estaré ahí cuando él haya acabado contigo. El y su madre son unos monstruos que solo absorben a la gente y luego los dejan cuando ya no les funcionan. Solo quería decirte que no volveré a la ciudad por un tiempo y quería darte un último consejo antes de irme. Si ves que las cosas se están poniendo feas recuerda salvarte tú y solo tú. Estoy seguro que él no pensara dos veces dejarte de lado cuando ya no te necesite. Dicho esto se para y camina hasta mi lado sin saber que va a hacer a continuación. Se agacha  dejandome un beso en la frente, y sin decir mas nada se marcha. No me despido, ni siquiera volteo para verlo irse. En cambio, me quedo ahí escuchando una y otra vez sus palabras como eco de mi propia mente. Como una g****a en el vaso, ese vaso que funciona y aun puedes tomar de él, pero que sabes que por cualquier movimiento brusco o sonido fuerte estallará. Jaxon me había traído aquí para agrietarme con palabras, tocarme la fibra sensible que siempre he tenido acerca de mi libertad, de mi voz. Tal vez había querido protegerme como su hermana menor pero lo hizo desde el odio, apuntando hacía mis debilidades, viéndome como algo vulnerable que saldrá lastimado. Me levanto y subo la quijada. No.  No dejaré que las palabras de alguien que no nos conoce me llenen la cabeza de inseguridades.    Maxon siempre me ha escuchado y eso no cambiará.  Jaxon puede ir y meterse sus palabras por donde no le entra la luz. Es momento de ver que esta pasando con mi chico.
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