—Y si se niega, como sin duda lo hará— insistió su hermano—, podría ser que jamás tuviéramos una oportunidad como ésta. Sospecharía de cualquiera que intentara instalarse en el Castillo, por bueno que fuera su disfraz. Cruzó la habitación hacia ella, añadiendo: —Y estoy seguro de que, como su padre, desea mantener a los McKyle bajo sus pies y proclamar ante el mundo su supremacía. Vanora detectó la amargura en la voz de su hermano rasgando el aire como el filo de un cuchillo. Y comprendió que no había nada que pudiera hacer para evitar aquella situación. Tendría que hacer lo que él la exigía… o huir. Pero, al momento mismo de pensarlo, supo lo difícil que sería escapar de su lado. Durante la travesía, le había preguntado al capitán del barco que la trajera desde Edimburgo con qué fr