Llegó al hospital y caminó hacia mi consultorio, tomó la lista de pacientes que tengo y noto que hoy es un día particular solo tengo un paciente, nunca me había sucedido, golpea la puerta aquel paciente, miro la hora y pronunció en voz alta ¡Siga! …Quedó totalmente anonadada, al ver él hombre que acaba de entrar simplemente está guapísimo, él me mira y sonríe se ve algo tímido y muy nervioso.
—Hola, me presento soy Jolie Durand la psicóloga que te va hacer acompañamiento en tus dificultades, espero ser muy eficaz. —Clavo mis ojos sobre su boca húmeda y rosada, la cual saborea cada minuto pasando su lengua sutilmente. «Esos labios carnosos que provocan besar, su cuerpo totalmente entrenado lo hacen ver perfecto, esos brazos gruesos y fuertes, sus pectorales al parecer duros y tensos, sus ojos color verde esmeralda expresan un mundo en su interior el cual causa mucha intriga, es alto, su color de piel trigueña refleja suavidad y pecado».
—Doctora, mi nombre es Eric Denis tengo 35 años, y mi vida tiene un acontecimiento el cual siento que se me esta saliendo de control, la verdad es una situación bochornosa para mi, eh la verdad el tener que hablar de eso es algo que me inquieta —él habla con pavor y vergüenza, y agacha su cabeza desviando su mirada de la mía.
—Quiero que me veas como una consejera, puedes expresarte libre, deja salir todo lo que te produce nudos en la garganta y te ata con una soga, destruirla Eric es la solución yo te ayudare. —Sonrió tratando de ser amable y animarlo.
—Me produce depresión, miedo y ansiedad que a mis 35 años sea absolutamente inexperto amando sexualmente a una mujer, nunca he llegado más allá de unas caricias, me produce temor tener enfrente un cuerpo desnudo y no saber cómo apreciarlo hasta convertirlo en un arte —él habla utilizando palabras perfectas, sin duda alguna es difícil no percibir el mundo que está en su cabeza.
—Quiero que te expreses claramente, esa es la primera manera de solucionar las situaciones que atormentan nuestro ser. —Soy amable.
—Soy virgen. —Su rostro queda estático y sus mejillas se sonrojan.
—Muy bien, te felicito siempre hay que decir las cosas, con las palabras adecuadas así nos lastimen. —Lo observó.
—Tiene razón doctora, aunque siento una explosión de sin sabores que he tenido, siempre es difícil aceptar la verdad pasando por encima de ese ego masculino —él habla apenado, no puedo evitar sentir confusión es un hombre muy apuesto, desafortunadamente desperdiciado.
—Quiero que te quites de encima ese miedo que te mortifica, empieza a confiar en ti ¿Cuál es la razón para sentir turbación de explorar actos sexuales? —le habló claramente.
—Soy pintor, desde los 15 años comencé, generalmente plasmo en mis obras la belleza femenina las curvas perfectas, la suavidad y sensualidad que expresan, es por eso que siempre tuve en mi mente rozar mis manos por la mujer indicada, la habilidad que produzco en mis pinturas habitualmente sueño realizando ese mismo arte en el cuerpo de una mujer, sin dejar un solo espacio sin idolatrar, pero mi gran problema es no saber cómo llegar a complacer. —Baja su mirada reflejando timidez e inseguridad.
—Lo primero que vas hacer es reconocer tu cuerpo, experimenta tu mismo conócete completamente, amate y acéptate, explora la sexualidad y los placeres que trae tu cuerpo. —Lo analizo, y no puedo evitar fantasear con su cuerpo, algo en él me atrae es sentir una adrenalina ante lo prohibido. Pongo el lápiz en mi boca por inercia.
—Nunca lo he hecho, siento que voy hacer algo indebido —Él sonríe apenado, coloca sobre el escritorio su mano grande y rústica, inmediatamente mi mente comienza a volar hacia un mundo lleno de imaginación, recreando escenarios de dominación completa.
—No es en absoluto indebido, por el contrario es una forma de expresar y darte a sentir lo que necesitas, así como haces maravillas con tus obras expresando y mostrando un mundo diverso en cada uno de los trazos que pintas lo vas a comenzar hacer con tu cuerpo. —Guiño un ojo y cruzó mi pierna derecha colocándola encima de la otra.
—Lo intentare en mi intimidad, de hecho es lo que más tengo soy una persona muy solitaria, alejo con mi rareza a cada persona que se acerca a mi vida principalmente a las mujeres, ellas esperan vivir momentos pasajeros, suelo buscar algo más estable, pero justo en el momento que llega alguien que quiere realizar las cosas correctamente y me expresa sus sentimientos dejo de sentir atracción es como si se acabara ese entusiasmo que había —él habla con resentimiento hacia él mismo.
—Simplemente no hay atracción, quiero que te arriesgues a conocer y explorar tal vez realmente esa mujeres nunca te gustaron, no pienses en la mujer perfecta sencillamente no existe, déjate guiar por tus deseos y así sabrás que paso debes seguir —le hablo siendo muy franca, mientras mi sentido del olfato se va activando y sintiendo la fragancia de Eric, tan peculiar que lo describe tal y como es, un hombre muy cautivador.
—Quizás se asustaron. —Él sonríe perfectamente y su mirada tiene un brillo único.
«Es imposible no llegar hacer una comparación entre Louis y Eric, son totalmente diferente dos mundos contrarios, Eric desnudo por completo sus pensamientos hacia mi lo cual es admirable y tentador, mientras Louis con su machismo e indiferencia lo único que consigue es alejarme de él »
—Acabamos por hoy, pero espero verte más seguido Eric. —Él se coloca de pie, y estira su mano colocó la mía sobre la suya, él la aprieta y sonríe, camina hacia la puerta y sale, comienzo a fantasear, nunca me había sucedido eso, siempre me sentí tan admirada hacia Louis, pero Eric está haciendo volar mi imaginación, siendo en mi cabeza totalmente infiel. Mi celular suena y llega a él un mensaje de texto de Louis, diciendo “esta noche estoy listo para la reconciliación”, leo el mensaje y siento como si estuviera cayendo de una montaña rusa y llegará a un lugar en el cual no sé si quiero estar.