La reunión

1223 Words
Tania Bergman - Domingo  Me levante muy temprano aun con el sentimiento de culpa en mí, no se como pude ser capaz de hacer semejante barbaridad, yo no soy de las mujeres que se dejan seducir, y dejar llevar por cualquiera, ahora que justamente fue con el hombre que horas antes me había hecho dar mucho coraje, no sé qué definitivamente tenía en ese momento en la cabeza, aunque para decir verdad yo era una de las personas que estaba acostumbrada a tomar tequila y nunca me había hecho perder la razón, no sé qué paso en definitiva. Ahora me toca ponerme “bonita” como diría mi madre, pues debo ir a la dichosa reunión donde me vería con mi primera decepción amorosa con “el niño Raúl”, aunque según mi padre es ahora todo un empresario y que sorprendentemente está soltero, y también dicen que no lo han visto con ninguna novia en años, quien sabe si ya no le gustan las mujeres,  puede ser el caso, aunque no me importa, ese muchacho creído e igualado que le dejo el corazoncito roto a una niña que lo veía precioso, a decir verdad era patético que a una nenita le gustara un muchacho de dieciséis años. Bueno, pero esa es una historia ya de muchos años atrás que no viene al caso sacar a colación. Solo que veremos si sigue siendo el mismo estúpido de antes. Tome una ducha, bueno la segundo que he tomado desde que llegue a mi departamento, pues, aunque mis padres estaban un poco reacios a mi decisión y por la comodidad vivo cerca de la clínica veterinaria, así puedo acudir más rápido cuando se presenta alguna emergencia con algún peludito. Soy veterinaria de profesión, decidí dedicarme a cuidar, curar las heridas de los seres más puros que existen, los animales, quienes te aman sin ninguna pretensión o doble intensión y sobre todo no te engañaran. Al hombre con el me case hace mucho no le gustaban los animales, pero a mi siempre me han llamado la atención, así que ahora con una clínica propia, puedo estar más cerca de ellos. Otro de mis sueños es ser madre, mi instinto maternal siempre ha estado presente, pero la vida o el destino no sé quién mismo es, no me darán la oportunidad, o al menos eso es lo que dicen los reportes médicos, después del disparo que tuve, esas esperanzas se fueron al caño.   Ya lista para salir y manejar por dos horas aproximadamente, para llegar a la casa de campo de la familia Bennet, quienes son como familia de mis padres pues han sido mejores amigos desde la escuela, y pues por cuestiones de la vida llevaban muchos años sin verse, ahora con todos sus hijos grandes y unos ya con su vida hecha, decidieron reunirse y conversar. No se que parte toco yo allí, pero no es de mi agrado, aún así lo de ser desobediente nunca ha sido mi fuerte, por eso estoy aquí viajando al lugar que me enviaron por mensaje. […] Después de manejar por más de dos horas, al fin he llegado, la señora Telma me salió a recibir, me indicó que mis padres junto a mi hermano ya se encontraban en el jardín de la casa, sin más procedí a entrar, saludé primero a Don Oscar Raúl Bennet, quien me dio un abrazo efusivo, luego de eso salude a mis padres y hermano, por último, salude a Oscar, el hijo mayor de los señores Bennet, quien es abogado de renombre en la ciudad. El señor Bennet indico que sus otros dos hijos estaban por llegar, que a su hija se le había antojado algo de comer y que eso los tenía retrasados. Al cabo de unos quince minutos, escuchamos voces que provenían de la entrada, y justamente cuando alce la cabeza, me tope con esa mirada intensa de Raúl, que para variar era el mismo tipo con el que me choque en la dulcería y también con el que amanecí hace escasas 5 horas. -Buenas tardes familia, perdón por llegar tarde, pero es que a la señorita Cristal se le ocurrió comprar donas antes de venir. -Hijo lo importante es que ya están en casa – dijo su padre -Que lindo volver a verte Raúl, eras apenas un jovencito la última vez que te vi – mi mamá hablándole -Talina el gusto es mío, me parece que son más de quince años los que tenemos de no vernos, ¿verdad? – dice el cretino este, para luego dirigirse a mi papá. – Señor Bergman que placer verlo de nuevo – le dijo. -Muchacho, que alegría que estés aquí compartiendo con nosotros – dijo mi papá. Luego de eso saludo a mi hermano, y al hermano de él, para luego dirigirse a mí: -Tania, pero que hermosa estas, mira que sino te veo con tu familia no te hubiera reconocido – me dice el cínico este -Igual yo Raúl, pues tu cara a mi se me olvido por completo – le conteste Vi que la cara se le puso de todos los colores, pues si el quería dar a entender que no me conoce pues yo haría exactamente lo mismo. Después de esa parte de los saludos, me fui a conversar con Cristal, pues ella y yo teníamos la misma edad cuando ellos se cambiaron de ciudad, y pues era evidente que no nos reconoceríamos en cuanto nos viéramos, además existen muchas Tania y Cristal en el mundo, por eso no le prestamos atención a eso cuando nos vimos en el Bar. Llegó la hora de la cena, y como que el universo se alineara en mi contra a mí me toco sentarme a lado de Raúl, y mi hermano, y como había sido la señora Telma la que me asignó el asiento, no le quise hacer el feo. Por su parte, Raúl cada cierto tiempo me miraba de reojo, yo podía sentir sus miradas fugaces, pero me hacía la desentendida. La cena paso muy amena, justamente al día siguiente yo tenía algunas cirugías y quería descansar para estar de buen animo al día siguiente, y como el viaje de regreso a mi departamento era de dos horas, decidí que antes que se hiciera más tarde me iría, me despedí de todos, para poder emprender el viaje, al que no vi por ningún lado fue al nefasto de Raúl, así que como a pedir de boca, no me despedí de él. El viaje de regreso, estaba super tranquilo, casi no había tráfico, yo iba a una velocidad moderada, al cabo de una hora de viaje, note que había un ruido un poco fuerte y que la velocidad sin más ni más empezó a bajar, hasta quedar completamente estancada en la carretera, para rematar estaba en un lado donde la señal era mala, es más casi no se podía hacer una llamada, estaba cayendo la noche y no pasaba ningún carro por el lugar. No sabía que hacer, cuando de pronto venía un carro con las luces fallando, y al parecer teniendo los mismos problemas que el mío o al menos parecidos, para mi mala suerte se quedo dañado un poco cerca de donde yo estaba, y de remate de los males, era Raúl.
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