Christopher
Me levanté un poco cansado, había pasado hasta tarde preparando nuevo material para mi trabajo. La luz de la mañana se filtraba a través de las cortinas, proyectando sombras tenues en las paredes de mi pequeño apartamento.
El aire fresco de las primeras horas llenaba la habitación, despejando un poco la neblina de sueño que aún nublaba mi mente. Y aunque me intentaba convencer de que mi agotamiento era solo por el trabajo, en el fondo sabía que mi insomnio tenía la culpa.
El insomnio se había convertido en un visitante constante en mi vida, uno que no invitaba pero que siempre encontraba la manera de colarse.
Me senté en el borde de la cama, frotándome los ojos y tratando de sacudirme la pesadez. La noche anterior, había estado ajustando acordes y letras, buscando esa chispa de inspiración que a veces parecía tan elusiva.
Me senté en el sofá, sintiendo el calor del café en mis manos, y tomé un sorbo, dejando que el amargor y el calor me despertaran por completo. La sensación era reconfortante, casi como un abrazo en ésta mañana fría.
Miré mi guitarra apoyada en la esquina del cuarto, recordando las horas pasadas tocando y componiendo, intentando dar forma a mis pensamientos y emociones.
La verdad era que, a pesar de mi amor por la música, últimamente había sido difícil encontrar la motivación. La industria musical era implacable, y ser un músico independiente significaba luchar constantemente por cada oportunidad, cada aplauso. El insomnio solo hacía que todo pareciera más pesado.
Terminé mi café y me dirigí hacia el pequeño estudio que tenía montado en una esquina de la sala. Encendí el ordenador y me senté, revisando las notas y grabaciones de la noche anterior. Las letras hablaban de soledad y búsqueda, reflejando quizás más de lo que quería admitir sobre mi estado actual.
Pasé las siguientes horas componiendo y grabando, dejándome llevar por la música. Las notas fluían con más facilidad, y las letras empezaban a tomar forma, reflejando una esperanza renovada.
Mientras me sumergía en la música, escuché el sonido familiar de la puerta del apartamento abriéndose y luego cerrándose. Sabía que solo una persona tenía una copia de mi llave y la confianza para entrar sin tocar: Joshua, mi mejor amigo.
—¿Chris? —su voz resonó por el pasillo, cargada de preocupación.
—Aquí, en el estudio —respondí, tratando de sonar más animado de lo que realmente me sentía.
Joshua apareció en la puerta, con su cabello desordenado y una expresión que alternaba entre preocupación y cansancio. Era un tipo alto, de complexión fuerte, con una energía que solía contagiar a todos a su alrededor, excepto hoy. Hoy parecía que llevaba el peso del mundo sobre sus hombros.
—¿Otra noche sin dormir? —preguntó, cruzando los brazos y apoyándose en el marco de la puerta.
Asentí, evitando su mirada mientras ajustaba unos cables.
—Sí, algo así. Estaba trabajando en unas nuevas canciones.
Joshua suspiró y se dejó caer en la silla junto a mí.
—Chris, no puedes seguir así. El insomnio está destrozándote. Además, sabes que eso no es lo único que te tiene así.
Sabía a lo que se refería, pero no quería hablar de ello. No ahora. Sin embargo, Joshua no era alguien que evitara los temas difíciles, especialmente cuando se trataba de mi bienestar.
—¿Has vuelto a saber algo de ella? —preguntó, su tono era una mezcla de curiosidad y preocupación.
Solté un suspiro largo y cansado.
—No, y no quiero saber. Prefiero mantenerme alejado de todo eso.
Joshua frunció el ceño.
—Lo entiendo, pero no puedes ignorarlo para siempre. Sarah fue una gran parte de tu vida, y lo que hizo... bueno, no fue justo.
Mi pecho se tensó al escuchar su nombre. Sarah, mi ex novia, había sido como una tormenta en mi vida, hermosa y destructiva a partes iguales. Las cosas habían terminado de la peor manera posible, y ella ahora estaba saliendo con un amigo, alguien que Joshua y yo conocíamos desde la infancia. Era una traición que dolía más de lo que quería admitir.
—Ella ha seguido adelante, y tú deberías hacer lo mismo —continuó Joshua. —No puedes dejar que eso te afecte tanto.
—Estoy intentando, Josh. De verdad lo estoy intentando. Pero no es fácil. Cada vez que pienso que estoy bien, algo me recuerda a ella y todo vuelve a empezar.
Joshua se inclinó hacia adelante, colocando una mano en mi hombro.
—Lo sé, hermano. Pero tienes que concentrarte en ti mismo. En tu música, en las cosas que te hacen feliz.
Me quedé en silencio, asimilando sus palabras. Joshua siempre había sido mi roca, el tipo que me sacaba del pozo cuando estaba en mi peor momento. Y tenía razón.
Necesitaba dejar atrás a Sarah y enfocarme en las cosas positivas de mi vida, como mi música y los fans que realmente apreciaban mi trabajo.
—Tienes razón, Josh. Necesito cambiar de perspectiva. —Le di una palmadita en la espalda y me levanté. —Gracias por recordármelo.
Joshua sonrió, esta vez con más calidez.
—Para eso estoy aquí, hermano. Ahora, ¿por qué no te tomas un descanso? Vamos a comer algo y a despejarte un poco.
Asentí, sintiendo una carga un poco más ligera en mis hombros. Mientras salíamos del apartamento, dejé atrás, al menos por un momento, los fantasmas del pasado y me concentré en disfrutar del presente, con la esperanza de que las cosas eventualmente mejorarían.
Joshua y yo salimos y caminamos hacia el bar donde habíamos quedado con algunos amigos. Era un lugar acogedor, con luces tenues y una atmósfera relajada que siempre nos ayudaba a desconectar un poco. Al entrar, el murmullo de conversaciones y el sonido de una banda de jazz en vivo nos envolvieron, creando una sensación de alivio.
Nuestros amigos ya estaban sentados en una mesa en la esquina. Allí estaban Mark y Luke, dos amigos de toda la vida que siempre lograban sacar una sonrisa incluso en los días más oscuros.
—¡Mira quién ha decidido unirse a la civilización! —exclamó Mark con una sonrisa burlona cuando nos vio llegar.
—Cállate, Mark —respondí con una sonrisa, sentándome junto a él. —No todo el mundo tiene tu habilidad para equilibrar el trabajo y la fiesta.
—Eso es porque no tienes mi encanto natural —dijo Mark, guiñándome un ojo.
Luke, que estaba revisando algo en su teléfono, levantó la vista y nos saludó.
—¿Cómo estás, Chris? Hace tiempo que no te veía por aquí.
—He estado ocupado con la música —respondí. —Ya sabes, tratando de mantenerme a flote.
Joshua intervino.
—Lo que Chris necesita es un poco de diversión. ¿Verdad, chicos?
—Definitivamente —respondió Mark, levantando su vaso. —Aquí estamos para eso.
Pedimos unas cervezas y comenzamos a charlar de todo un poco: el trabajo, la vida, las últimas noticias de la ciudad. El ambiente era ligero y relajado, una pausa bienvenida del constante ruido en mi cabeza.
—Chris, tengo una idea —dijo de repente Luke, inclinándose hacia adelante con una expresión traviesa. —¿Qué tal si aparezco en uno de tus vivos? Quizás alguna de tus fans quiera una cita conmigo. Necesito algo de acción en mi vida amorosa.
Me reí, la idea era ridícula y encantadora a la vez.
—No estoy seguro de que eso funcione así, Luke. Mis fans están ahí por la música, no para emparejarse con mis amigos desesperados.
Mark se unió a las risas.
—¿Desesperado? Más bien pragmático. Luke solo está aprovechando los recursos disponibles.
—Sí, claro —dijo Joshua, riendo también —Seguro que las chicas van a enamorarse de tu cara de cachorrito perdido, Luke.
—Oye, nunca se sabe hasta que lo intentas —respondió él con una sonrisa amplia —Además, podríamos hacer un poco de espectáculo. Tú tocas una canción romántica y yo aparezco de la nada con flores. Las chicas adoran esas cosas.
—Suena como un plan infalible —dije, tratando de contener la risa. —Aunque dudo que nadie se tome en serio el "romance" de Luke.
Seguimos bromeando y riendo, disfrutando de la camaradería que siempre había definido nuestras reuniones.
Las horas pasaron rápido, y antes de darnos cuenta, el bar empezaba a vaciarse. Sentía una ligereza en el pecho que no había experimentado en mucho tiempo. La risa y la compañía de buenos amigos eran el mejor remedio para cualquier mal.
Al salir del bar, el aire nocturno era fresco y revitalizante. Nos despedimos con abrazos y promesas de vernos pronto, y Joshua y yo comenzamos el camino de vuelta a mi apartamento.
—¿Te sientes mejor? —preguntó él mientras caminábamos bajo las luces parpadeantes de la ciudad.
—Sí, mucho mejor —admití. —Gracias por esto. Realmente lo necesitaba.
—Para eso están los amigos, Chris —respondió, dándome una palmada en la espalda. —Y recuerda, cualquier cosa que necesites, estoy aquí.
Asentí, agradecido por su apoyo incondicional.