Capítulo 17

1581 Words
Andrea "Mi cita llegó... pero ¿qué mierda dije?" me repetía una y otra vez en la mente mientras el timbre no dejaba de sonar. Lo que habíamos hecho con Chris... había sido increíble. Me sentía tan liviana y energética a la vez, como si una chispa de electricidad recorriera cada célula de mi cuerpo. Deseé con todas mis fuerzas que fueran sus manos sobre mi cuerpo y no las mías. El calor comenzó a subir nuevamente por mi piel, el recuerdo de su voz cargada de deseo haciendo estragos en mi mente, enviando escalofríos de anticipación por mi columna. —¡Vamos, amiga, no tengo todo el día! —La voz clara de Ana a través de la puerta me devolvió bruscamente al presente. Su tono urgente me sacó de mis ensoñaciones, y con un suspiro, me puse de pie. Rápidamente saqué el vestido burdeos que ella me había recomendado. Suave al tacto, el tejido resbaló por mis dedos mientras lo deslizaba sobre mi cuerpo, su color profundo contrastando con mi piel aún ruborizada por la excitación reciente. Me vestí mientras caminaba hacia la puerta, mis movimientos apresurados y torpes por la prisa. —Deja de gritar, los vecinos llamarán a la policía —me quejé, mi humor había cambiado de extasiada a confundida y luego a enojada en un abrir y cerrar de ojos. El sonido insistente del timbre y mis pensamientos revueltos no ayudaban a mejorar mi estado de ánimo. —Ya saben cómo soy, no lo harán. ¿Por qué el humor de perro? —preguntó Ana entrando en casa y cerrando la puerta detrás de ella. Sus ojos se estrecharon al mirarme, captando mi incomodidad. —No me pasa nada, déjame terminar de vestirme, —respondí, mi voz intentando sonar firme pero fallando en ocultar la tensión subyacente. —Andrea... —me llamó ella, su mirada ahora cargada de preocupación y una pizca de sospecha. Me conocía demasiado bien para ser engañada por mi fachada de indiferencia. —De verdad, dame unos minutos. —insistí, girándome para regresar a mi habitación. Mi corazón latía con fuerza, una mezcla de emociones en mi interior. Ana asintió lentamente, pero no se movió. Sabía que no me dejaría sola tan fácilmente. Tomé una respiración profunda, tratando de calmarme, y empecé a arreglarme el cabello frente al espejo. Ana entró a mi habitación mientras terminaba de arreglarme, su mirada sobre mí, calculadora e intrigada. Sentí que se movía detrás de mí, su reflejo en el espejo, y cuando noté lo que tenía en la mano, me giré rápidamente para arrebatarle mi móvil, pero ya era demasiado tarde. —¡Dios mío! ¡Andrea! —gritó, tirando el móvil al suelo. La última foto que Christopher me había mandado estaba en la pantalla, claramente visible. Me sonrojé hasta quedar del color del vestido que llevaba puesto, una intensa sensación de vergüenza recorriéndome de pies a cabeza. —No es lo que parece... —intenté justificarme, mientras me apresuraba a levantar el teléfono del suelo, mis manos temblorosas. —Eso está muy claro... —Ana me miró con una mezcla de sorpresa y diversión. —Estaban teniendo sexo por mensaje... —concluyó, su tono de voz lleno de incredulidad y un toque de sorpresa. —No era exactamente así... —protesté débilmente, pero sabía que mi explicación sonaría vacía. La verdad era evidente en la pantalla, en las imágenes y los mensajes que habíamos compartido. Sentí una oleada de calor recorrerme, una mezcla de vergüenza y excitación al recordar las palabras y las sensaciones de la noche. Ana me miró fijamente, su expresión suavizándose un poco. —Andrea, no tienes que justificarte conmigo. —dijo finalmente, acercándose y poniendo una mano en mi hombro. —Solo me sorprendió, es todo. Suspiré, sintiendo una oleada de alivio al escuchar sus palabras. —Es solo que... es complicado. —admití, mis pensamientos aún enredados en la intensidad de mis sentimientos por Christopher. —Lo que tengo con él es... diferente. No sé cómo explicarlo. Ana asintió, una sonrisa comprensiva en sus labios. —No tienes que explicarlo, Andrea. A veces, las cosas simplemente son. Ella me miró con una mezcla de sorpresa y diversión, mientras intentaba procesar mis palabras. —Pero si tuviste un momento así de... intenso, ¿por qué el mal humor? —preguntó, con un gesto de incredulidad en el rostro. —Porque soy una estúpida... —dije, sintiendo la vergüenza cubriendo mis palabras como una manta pesada. —Yo solo le agradecí por el momento y le dije que tenía una cita... debe pensar que soy una cualquiera. Ana arqueó una ceja, su expresión suavizándose un poco. —Querida, con algo de ese tamaño... —dijo, señalando con la cabeza mi teléfono —yo también lo agradecería. Pero, ¿por qué le dijiste que tenías una cita? —Es que me has dicho toda esta semana que tenía una cita contigo, que no sé, después de eso mis neuronas colapsaron —dije, riendo de lo tonto que sonaba todo esto. Ana se rió conmigo, su risa suave y contagiosa. —Ven, vamos a solucionar esto —dijo, tomando mi teléfono y entrando en la conversación con Christopher. Activó la cámara y nos tomó una foto a las dos, sonriendo juntas. Ana escribió: "Mi cita ya llegó." y envió la foto. Suspiré aliviada, tomando nuevamente el control de mi móvil. —Bueno, por lo menos aclaramos eso... Él respondió rápidamente. Christopher: "¡Ah! Qué mejor compañía que la de una amiga." Ana me miró con una sonrisa de complicidad, y yo sentí una oleada de gratitud por tenerla a mi lado. Andrea: "Discúlpame por mi reacción antes, yo..." Christopher: "No te preocupes por eso, realmente pensé que saldrías con un chico. No te voy a mentir, estaba celoso." Sentí un cosquilleo recorrer mi piel al leer sus palabras, la idea de que él pudiera sentir celos me hacía sentir una mezcla de emoción y ternura. Andrea: "No hay nadie más en mi vida." Respondió casi al instante. Christopher: "No hay nadie más a parte de mí. Tú eres mía ahora ❤️" Su mensaje me dejó sin aliento, el tono posesivo y lleno de deseo se sentía como un suave susurro al oído, prometiendo todo y exigiendo nada menos. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, cada palabra suya encendiendo un fuego en mi interior. Ana me observó, notando el cambio en mi expresión. —¿Qué te dijo? Le mostré el mensaje y su sonrisa se ensanchó. —Parece que tienes a alguien que realmente se preocupa por ti. Mientras Ana y yo salíamos de mi apartamento, no pude evitar mirar mi teléfono, esperando algún mensaje de Christopher. La ansiedad y la emoción se mezclaban dentro de mí, creando una sensación que me mantenía al borde de la euforia. Caminamos por el pasillo, y justo cuando llegamos al ascensor, mi teléfono vibró. Christopher: "¿Vas a estar ocupada toda la noche?" Sonreí al ver su mensaje. Ana notó mi expresión y me dio un pequeño codazo, animándome a responder. Andrea: "No, solo estaré un rato con Ana. ¿Por qué?" La respuesta llegó casi al instante, lo cual hizo que mi corazón latiera aún más rápido. Christopher: "Porque quiero escucharte otra vez antes de que termine el día." Sentí un calor agradable expandirse por mi pecho. Ana me miró con una sonrisa traviesa, sabiendo exactamente lo que estaba pasando. Andrea: "Me encantaría. Te llamaré en cuanto vuelva a casa." Christopher: "Perfecto. Diviértete y no dejes que Ana te meta en problemas ?" Reí suavemente, causando que Ana me mirara con curiosidad. —¿Qué te dijo ahora? —preguntó, claramente intrigada. —Nada, solo que quiere hablar conmigo más tarde —respondí, tratando de mantener mi tono casual, aunque mis ojos delataban mi entusiasmo. El ascensor llegó y nos metimos dentro. Andrea: "Prometo no meterme en muchos problemas ?" Terminamos en un pequeño bar acogedor, lleno de luces suaves y música de fondo. Mientras Ana pedía nuestras bebidas, revisé mi teléfono nuevamente, viendo otro mensaje de Christopher. Christopher: "Demasiado tarde, ya me tienes preocupado." Andrea: "¿Preocupado? ¿Por qué estarías preocupado por mí?" Christopher: "Estoy preocupado por todos los hombres que te mirarán con ese vestido que te pusiste." No pude evitar soltar una risa suave al leer su mensaje. Ana, que había llegado con nuestros tragos, se sentó frente a mí, levantó la vista de su bebida con una ceja arqueada. Andrea: "No te preocupes, solo me interesa un hombre... bueno, dos. Tomy y tú." Christopher: "Eso me hace sentir mucho mejor. Me gustas mucho, ¿lo sabías?" El calor subió a mis mejillas y mi corazón latió con fuerza ante sus palabras. No pude evitar sonreír como una tonta mientras tecleaba mi respuesta. Andrea: "Y tú a mí. Más de lo que imaginas." Ana tomó mi teléfono y, con una risa traviesa, grabó un audio para Christopher. —Es mía por esta noche, más tarde siguen charlando —dijo, riendo. No pude evitar reírme también, viendo cómo mi amiga tomaba el control de la situación con tanta facilidad. Christopher: "Tienes razón, no las molesto más en su cita ?" Mi sonrisa se amplió mientras guardaba el teléfono. La noche prometía ser interesante, tanto con Ana como con la conversación que tendría más tarde con Christopher.
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