El sudor caía por mi rostro, respiraba algo agitada, mis manos temblaban levemente mientras después de cargar esa pesa lo dejaba caer en el suelo. Con el dorso de mi mano derecha me limpiaba todo el sudor. Estaba haciendo pesas pues Sergio me había recomendado hacerlo de vez en cuando para que aguantara más cuando combatiera esgrima. No quería admitirlo, pero en nuestra última pelea se me hizo un infierno seguirle el ritmo, por eso el me dio recomendaciones para cómo hacerlo. Sonara tonto, pero en dos días con el me sentía más libre que nunca. Le había comentando que quería volver a competir esgrima, no de manera de olimpiada pero si quería ir a nacionales e internacionales. Pensé que el me detendría, que me diría que debería parar, pero al contrario el me dijo que me ayudaría a buscar com