Sergio Rodríguez Con velocidad maniobraba en aquel galgo negr0 que tenía como método de transporte llegando a uno de los pocos lugares donde sabía que tendría los brazos abiertos. Parqueaba mi motocicleta en aquel edificio dirigiéndome hacia el recibidor notando a dos mujeres hablar muy afanadamente. Al estar delante del recibidor, dejé escapar mi más encantadora sonrisa lo cual pude notar que hizo que una de estas chicas del recibidor se le dejase escapar un leve suspiro de ilusión, lo que significaba que yo le llamaba la atencion. —Buenas ¿podría ver al señor Rodríguez? —¿Tienes cita? La segunda chica le pego a la que parecía más mayor pasándome una tarjeta de visitante sonriéndome con coquetería —disculpa a mi compañera es nueva, los chicos lindos como tu pueden pasar sin problemas