Un par de horas después, Gabrielle estiró un poco su cuerpo y lo siguiente que hizo fue soltar un jadeo de dolor llevándose las manos a la cabeza. En el acto ella recordó su caída, como Iker intentó sacarla del establo cuando Gitana se puso agresiva, pero lo que extrañó fue que antes de abrir sus ojos el olor de una colonia masculina invadió sus fosas nasales. Gabrielle agarró la almohada que tenía al lado y hundió la nariz en ella, toda aquella cama olía a hombre, pero no a cualquier tipo de hombre. Sino que a esos hombres que pueden ser confundidos perfectamente con los dioses del Olimpo. La joven duquesa abrió los ojos y los primero que notó es que estaba en un cama gigantesca, la más cómoda que ella había probado en su vida. Luego puso atención a la decoración, todo era muy refinado