Iker se llevó la mano al corazón pensando en las palabras de su padrino. Era imposible que su corazón hubiese despertado por Gabrielle, pues antes de ella ya latía por Irina, aunque había una parte de él que empezaba a cuestionarse si realmente la amaba o si era posible que existiera un sentimiento más fuerte que ese amor, por ejemplo, todo lo que Gabrielle provocaba en él. Frustrado el duque sacó su teléfono móvil e hizo una llamada a Francia. La voz que lo contestó sonaba somnolienta, por lo tanto, Iker maldijo por lo bajo. -¡¿Has vuelto a quedarte dormido, Pierre?! -preguntó con impaciencia. -¡No, no su excelencia, se lo juro! -contestó el chofer sobresaltado limpiándose las babas de haberse quedado dormido con la cabeza en el volante. -¡Estoy más despierto que nunca esperando sus ó