Iker no pudo pronunciar palabra, ni siquiera el hecho de que ella se autoproclamara “duquesa” fue suficiente para hacerlo soltar alguno de sus insultos hacia a ella. El duque miró a Asunta que al igual que Babe miraban a Gabrielle maravilladas y dijo. -Lleva el vestido de mi madre. -masculló Iker pegándose una bofetada mental para quitarse lo embobado que estaba. -No había ropa para la señorita, así que no tuve más remedio que vestirla con lo que teníamos en el palacio, señor. Ese vestido se hizo para una futura duquesa, título que vuestra madre jamás llego a recibir, por eso lo vi adecuado para la señorita Gabrielle. Para todos los efectos ella es la duquesa de Lugo y públicamente, quiera usted o no, debe actuar como tal. Iker no podía hacer ningún reclamo o reproche ante aquella