Irina estaba sentada en la cama tapándose con una sábana mientras Iker daba vueltas por la habitación maldiciendo.
—¿Cómo puedes decirme ahora que te vas a casar con otro hombre? —bramó Iker y ella bajó la cabeza haciéndose la víctima. —¡¡¡Llevamos años juntos Irina, en mi vida he estado con otra mujer que no seas tú!!!
—Lo sé mi amor, pero está decidido así, no hay nada que podamos hacer. —contestó Irina entre lágrimas y Iker se llevó las manos a la cabeza. -El príncipe ha firmado el acuerdo y mi padre me forzó a hacer lo mismo. Todo por su ambición, de él y de su bastarda.
—¡No puedes hacerlo, no podemos aceptar algo así. No debemos acceder a que nos controlen la vida de esta manera! -soltó Iker que no podía creerse la situación que estaba viviendo. -Nadie en estos tiempos puede obligarnos a aceptar esos acuerdos medievales. No necesitamos nuestros títulos para ser felices, no necesitamos nada de la corona para continuar nuestras vidas según la queramos vivir… cómo siempre hemos soñado.
Irina se levantó abruptamente de la cama, mirando a su todavía prometido como si estuviese escuchando a un extraño hablando. Ella había llegado demasiado lejos para perderlo todo y no iba hacerlo solamente por “amor”.
-No puedo creer que esté escuchando esto del mismo hombre que siempre ha defendido las viejas tradiciones, el mismo que ha protegido el legado de su familia en los últimos años con tanto fervor. -rebatió Irina fingiendo indignación.
-Por amor a ti soy capaz de rechazar mi apellido e incluso mi fortuna. -afirmó Iker con vehemencia, pero su respuesta no suponía ninguna satisfacción para Irina, solo era una amenaza a su propia ambición.
-Es muy fácil decirlo siendo hijo de un multimillonario, ex famosísimo jugador de futbol y exitoso empresario. -escupió Irina. -Mi familia depende de nuestro apellido y bien lo sabes. Yo debo mirar por el bienestar de ellos. De eso se trata sostener nuestros títulos. La obligación antes que el amor. Tú mismo lo dijiste cuando aceptaste nuestro noviazgo.
-Pero yo me enamoré de ti, y te vi como la madre de mis hijos. -replicó Iker con los ojos empañados. -Ahora me estás diciendo que el acuerdo que nos unía no vale, y que te obligan a casarte con el príncipe de Mónaco mientras que a mí me arrastrarán al altar con tu hermana bastarda. ¿¡Y esperas qué acepte esta mierda de buen grado!?
-No fue mi intención atraer la atención del príncipe. -mintió Irina cayendo sentada en la cama mirando el suelo. -No imaginé que ofrecería a mi padre un acuerdo tan importante. No solamente se trata de dinero, sino que le ofreció a mi abuelo ser marqués. Eso acabará con todas las habladurías sobre mi familia y nos dará un lugar de respeto. Por ese motivo mi abuelo accedió a firmar ese acuerdo.
-Mi familia tiene un acuerdo matrimonial con la tuya desde hace siglos, ¡Siglos, Irina! -bramó Iker exasperado. -No pueden romper con ese acuerdo…
-Y no lo harán, Iker. -soltó Irina. -En el acuerdo queda muy claro que debes casarte con una hija de la familia Orleans, pero no se ve mi nombre reflejado en ninguna parte de ese acuerdo. Mientras que en el acordado que firmaron hace unos días con el príncipe sí. Estás obligado a cumplir con ese acuerdo y si no lo haces… bueno, ya lo sabes.
-No entiendo como tu hermana ha podido aceptar algo así. -siseó Iker sentándose en la cama de espaldas a Irina pensando en toda aquella locura. -¿Quién en su sano juicio acepta casarse con el prometido de su hermana en contra de su voluntad?
-Ella siempre me ha odiado, Iker. Lo sabes, te lo he dicho muchas veces. Ella envidia mi felicidad y el hecho de que papá me prefiere a mí. -dijo Irina soltando su veneno. -Gabrielle me detesta y con esto no solamente consigue destruir mis sueños, sino que también obtendrá lo que siempre ha anhelado. Un lugar en la nobleza española. Ser la esposa de un hombre poderoso como su madre intentó hacerlo con mi padre hace años, pero no pudo. Ella es cruel, es una mala mujer envenenada por la ambición. Convenció a mi padre de aceptar la propuesta del príncipe sólo para tenerte a ti, para ocupar mi lugar en tu vida. Mi padre y mi abuelo vieron que era una idea ventajosa. Una hija casada con el príncipe de Mónaco y la otra será la futura Duquesa de Lugo. Nuestro amor, es víctima de la maldad de mi hermana.
Iker apretó los puños conteniendo la ira que sentía por la persona que lo estaba separando de la mujer que amaba.
-Haré todo lo que esté a mi alcance para no darle el gusto de llevar mi apellido -Iker miró a Irina directo a los ojos y continuó -Si me veo obligado a casarme con esa mujer, la trataré con total desprecio. Jamás ocupará en mi vida el lugar que está reservado para la única mujer de mi vida, tú. Su ambición le costará muy caro, eso te lo juro Irina… te lo juro.