Dante no esperó una respuesta, se llevó las manos a los bolsillos y regresó al comedor con su familia dejando al duque pensativo. Iker quería matarlo a golpes con sus propias manos, pero en algo Dante tenía razón. Él estaba enamorado de Irina, así que no tenía motivos para estar tan territorial con Gabrielle. ¿O será que sí los tenía, pero no quería admitirlo en voz alta?
En su habitación, Iker se quitó la chaqueta del traje y desabrochó los botones de su camisa. Sacó del bolsillo de su chaqueta aquella cajita de terciopelo y la lanzó sobre la cama.
Después de la discusión que tuvo con Gabrielle no sabía cómo iba a encararla, pero el contenido de aquella cajita lo obligaba a hacerlo.
Iker caminó despacio hasta la puerta que unía su habitación a la de su esposa y apoyó la cabeza en la pu
