Al levantarse de la cama, Iker besó la frente de Irina que dormía profundamente después de una larga noche placentera en sus brazos. Por lo menos eso lo pensaba él. Era hora de volver a su realidad, en la que Irina solo era su cuñada y no la mujer con la que eligió pasar el resto de su vida, sino que tendría que seguir soportando a su hermana…a Gabrielle. Listo para marcharse, Iker no pudo salir pues para su sorpresa Irina lo agarró de la mano para llamar tenerlo unos minutos para ella y así seguir escupiendo su veneno. —Sigue durmiendo Irina, yo tengo que regresar al palacio. —avisó Iker con la voz quebrada. Irina le besó la mano y habló con ese tono suave que utilizaba para manipularlo a su antojo. —Por favor no permitas que nos separe. Gabrielle no puede destruir el amor que sientes