El señor Fermoncel volteó a ver a Luka con el ceño fruncido. Era su hija después de todo, y él podía hacer con ella lo que quisiera. —Te recuerdo que puedo hacer con mi hija lo que yo quiera —dijo Rómulo con los dientes apretados de la rabia de haber sido interrumpido. — Te recuerdo que ahora es mi esposa y no puedes decidir sobre ella —reafirmó Luka. Solange reprimió su furia con los dos hombres. Hablaban de ella como si fuera un objeto o una mercancía que podían tratar como ellos quisieran a su antojo. — Haz lo que quieras con ella, pero que no toque los negocios, para eso están sus hermanos. —dijo el señor Fermoncel alejándose furioso por haber visto a su hija. Una vez que Rómulo, el padre de Solange, se fue, Luka tomó a su esposa por el brazo y la empujó hacia lo que sería su pro