La voz del rey hizo temblar a Isabella, quien luego del beso quedó completamente desnuda ante la presencia del rey.
— Tú no eres Alaisa — dijo en rey tratando de abrir más los ojos
— Tiene razón, no soy Alaisa
— ¿Isabella?, ¿pero qué haces tú aquí?
El rey trató de alejarse de ella de inmediato, pero Isabella se lo impidió
— Su majestad, perdone que me haya presentado así frente a usted, es sólo que... — ella estaba nerviosa, pero decidida.
Vladimir, tan lleno de incertidumbre por lo que sus oídos estaban a punto de escuchar, no podía hacer como si la mujer que tanto amaba no estuviera allí y sus ojos parecían hipnotizados por tanta belleza que percibían.
— ¿Es sólo que? — preguntó intrigado
— Que estoy cansada de tener miedo, no puedo vivir ocultándome siempre del mundo, de los hombres, sobre todo
— Pero tú...
— Yo soñaba con enamorarme y casarme vestida de blanco algún día, pero eso ya no será posible, jamás
— Es absurdo que pienses eso, ninguna mujer debería sentirse menos por atreverse a vivir
— Yo sé que usted no me juzgará y me enseñará todo lo que tengo que saber
— No quiero perjudicarte
— Lo sé, su majestad
Vladimir se sentían tan, pero tan atraído por Isabella en ese momento que le era imposible negarse a la petición de ella y comenzó a besarla suavemente, le gustaba quedarse frente a ella y sentir su respiración. Isabella estaba muy nerviosa aún, pero el primer beso con el hombre de sus sueños le hacía vibrar por completo, era como si todos sus sentidos su hubieran puesto de acuerdo para hacerla flotar y tocar el cielo poco a poco. Vladimir la besaba despacio y poco a poco iba recorriendo su cuerpo con sus besos y sus caricias, sabía que para ella era algo muy importante y no quería hacerla sentir utilizada, al contrario, quería que esta noche le quedara claro lo mucho que la amaba, aunque sus labios no pudieran decirlo con palabras. Él tomó la mano de ella y la invitó a tocar su pecho deshaciéndose también de su bata.
— Si de verdad quieres aprender todo de mí, debes hacer todo lo que yo te diga, ¿de acuerdo?
— Si, señor — respondió ella creyendo que él le haría tocarlo
— Lo primero que debes hacer es expresarte, decir todo lo que sientas en cada momento, si éstas cómoda o no, la comunicación es muy importante
— Está bien
— Y lo segundo es que debes saber que si en cualquier momento quieres detenerte, sólo tienes que decirlo
— Quiero continuar
— ¿Estás segura?
— Sí, señor
El rey ya no dijo más, volvió a besarla y la mano de ella poco a poco comenzó a conocer su cuerpo al tacto, ambos estaban embriagados de amor, envueltos con la pasión y el deseo y el momento que tanto atemorizaba a Isabella pronto sucedería, por lo que sus nervios comenzaban a traicionarla haciendola recordar aquel el acto tan cruel del que fue víctima, pero abría los ojos y percibía la presencia del Rey quien borraba con sus besos y caricias cualquier inseguridad.
— ¿Qué pasa? — cuestionó él atento
— Sólo quiero escuchar su voz y nunca olvidar que es usted con quién estoy ahora
— Isabella, tus deseos son órdenes esta noche
— Por favor, solo avíseme cuando vaya a suceder
— ¿Te refieres a...?
— Sí
— Pierde cuidado, Isabella, yo sé muy bien cómo hacer mi trabajo
El rey volvió a lo que estaba, su boca bajó lentamente hasta su intimidad, donde se detuvo algunos minutos para brindarle a Isabella un placer que no se imaginaba, poco a poco su lengua y algunos movimientos con sus dedos la hicieron sentirse como nunca.
— Siento que voy a...
— Es parte del momento, sólo déjate llevar
Isabella obedeció y pronto el primer orgasmo llegó a ella.
— ¿Te gustó?
— Sí, es algo tan...
— Y puedo darte más de eso
El rey volvió a besarla extasiado con el placer de Isabella, quien sudaba y continuaba nerviosa, pues aunque había disfrutado el momento, aún le faltaba eso que ella sabía que le dolería, pero el rey tenía otro planes y en ellos no estaba dejarla sentir dolor en ningún momento, su experiencia como amante le había dado amplio conocimiento del tema y hacer gozar a una mujer era como su especialidad, por ello las mujeres siempre se mostraban rendidas a sus pies a pesar de saberlo un mujeriego.
— Siéntate encima de mí — le indicó él
Isabella extrañada por la petición del Rey sigue a su orden y se dejó guiar en todo momento, ella no imaginaba que podría llegar a tener el control de tal situación.
— Sé que tienes miedo Isabella, pero te prometo que todo es mejor de lo que te imaginas.
Él le ayudó a acomodarse por encima de su pene.
— Debes hacerlo poco a poco y tienes que detenerte si sientes el más mínimo dolor
— ¿Pero, yo...?
— Claro que sí, para vencer tus miedos tienes que enfrentarlos tú misma
— Es sólo que pensé...
— A veces creo que piensas demasiado... — él la interrumpió y la volvió a besar hacerla olvidar en lo que fuera que estuviese pensando — estos momentos no son para pensar, Isabella, son sólo para disfrutar — explicó.
El tiempo transcurrió y el momento que representaba una amenaza para Isabella se convirtió en algo mágico y sensacional, y el amanecer pronto llegó entre el amor y el placer.
Vladimir despertó primero que Isabella, por primera vez en su vida, pues estaba emocionado con tenerla en su cama, la observaba dormir tranquilamente y disfrutaba lo que veían sus ojos, amaba a esa mujer intensamente y estaba seguro de que esa noche trascendería para el resto de sus vidas. ” Tendré que hablar seriamente con Alondra", pensaba, con la idea terminar su compromiso con ella de una vez por todas para estar solamente con la mujer amaba.