Ross ahora mismo estaba en graves problemas, si distracción era tan evidente y al parecer no podía controlarla. ¡Todo era culpa de Ryan! Este no dejaba de mirarle o de sonreírle cada que podía. Y no, Ross no eran tan fuerte ante aquellos pequeños gestos. Él le tenía que devolver las miradas y las sonrisas, estaba casi o******o.
Samantha siseó ante el panorama frente a sus ojos, pensado y sacando la más obvia de las conclusiones. —Ellos están saliendo ahora— Dijo mientras cortaba una porción de budín de jengibre para un cliente. —Estoy tan segura de eso—
Barry se acercó con dos tazas de café espresso con crema, dejándolos en el mostrador, diciéndole a Ryan —Mesa dos— Y luego asintió, —Es lo mismo que pensé al momento de verlos ingresar por la puerta. —Son tan, uh, ¿obvios?—
—Tan condenad
