Era poco el tiempo que teníamos disponible para ganar este caso, las cosas se veían bastante mal para nosotros, pero no estaba dispuesto a perder, aun si debiese recurrir a movidas poco éticas lo ganaría, este caso lo valía y de alguna forma creo que también me afectó de manera personal.
Por desgracia yo no tenía tanto renombre todavía y no hacía mucho había salido de trabajar para el estado, cuando recién comienzas en este mundo es difícil entrar a buenas firmas de abogados, por suerte logré dar con esta clienta quien en su desesperación y poca información llegó a mí con ayuda de una persona en común.
Si llegaba a ganar este caso lograría subir bastante, pues el esposo de esta mujer era el CEO de una empresa prestigiosa en la ciudad y sus contactos eran demasiado buenos, no obstante, la batalla legal también era fuerte, caso de violencia doméstica contra su esposa, abuso emocional y verbal a sus hijos, lavado de activos y a saber qué más tendrá guardado.
No hacía mucho nos habían notificado que el juez que llevaba este caso enfermó y debieron operarlo, así que sería reemplazado por una persona cuyo nombre seguía siendo desconocido para todos, pero que hoy nos daríamos a la tarea de conocer en esta reunión de último minuto que programaron para presentar el caso nuevamente.
Ya estábamos todos en la sala, el guardia llama la atención de todos para ponernos de pie ante la presencia de la jueza, si bien su nombre no se me hizo familiar, quizás sería nueva, no lo sé, pero en cuanto la vi ingresar y cruzamos miradas, una extraña sensación se alojó en mi pecho acompañada de una corriente en mi piel.
Era hermosa, quizás treinta años, tez canela, ojos café, labios gruesos y cabello ondulado. Su voz resonó dulce, firme y con un aire de superioridad que me ponía los pelos de punta… entre otras cosas. No sé por qué al verla se me hacía familiar, ella me veía disimuladamente como si también me reparara, como si nos conociéramos de antes.
Después de algunas horas exponiendo todo, ella nos citó a los abogados para hablar en su despacho, procedimos con su orden una vez finalizado todo y nos desplazamos según las indicaciones del personal. Al parecer le dieron el despacho del anterior juez, lo que me hace preguntarme si su estadía será temporal o permanente.
Hablamos un poco sobre el caso, sabía que se venían tiempos difíciles y más con la prensa, ella sugirió que hiciéramos esto a puerta cerrada para evitar una mayor polémica y ambos accedimos a la solicitud sin rechistar. Una vez acordamos un par de puntos más, ella se despide del otro abogado quien la mira con cierta complicidad, complicidad que reconocía bien cuando alguien quería comprar a un juez, suponiendo que ya no lo hubiesen hecho.
—Señor Callahan, tome asiento por favor.
Ambos nos sentamos y ella sirve dos vasos de whisky, acto que me desconcierta un poco y al mismo tiempo me hace entender por dónde irá este asunto.
—¿Es consciente de que este caso está perdido para usted y su cliente?
—El caso estará perdido cuando usted dictamine la sentencia, antes de eso tengo las suficientes probabilidades para ganarlo.
—Mucha seguridad considerando que la contraparte es un hombre con buenos contactos y mucho dinero.
—Lo importante es tener las pruebas y una buena estrategia.
—¿Y usted tiene una buena estrategia?
La forma en que dice esas palabras es tan candente que aumenta la temperatura en mi cuerpo, más cuando bebo el primer trago del whisky.
—Tengo todo lo que necesito y seguiré con esta batalla hasta el final.
—Si le pedí que se quedara es porque hablaron conmigo para ser mediadora por esta vez, ellos quieren que su cliente desista de todo y a cambio recibirá el divorcio y una indemnización.
Ella me entrega unos documentos que confirman dichas palabras, la suma es bastante grande y ella podría obtener el divorcio y la custodia compartida de sus hijos, pero hay algo que no me suena bien en todo esto. En estos dos meses que llevamos del caso han insistido mucho para dejarla sin nada, las amenazas fueron bastante directas y que ahora salgan con este acuerdo no tiene sentido.
—Agradezco su honestidad su señoría, pero mi cliente y yo declinamos esta oferta.
—Es bastante buena y nadie saldría perdiendo ¿no prefiere hablarlo con su cliente primero?
—No hace falta, la respuesta es no, tenemos muy claro lo que queremos y esto es poco, así que puede decirle a ellos que seguiremos viéndonos en el tribunal una temporada más.
Hablé con total seguridad y firmeza, no cedería ante esta trampa y tampoco dejaría que ella aceptara algo así, cuando no sabíamos realmente lo que había detrás de eso.
—Me alegra saber que sigues siendo el mismo después de tanto tiempo.
Su sonrisa se torna lasciva, traviesa, pero mi cara es de total desconcierto, el problema es que mi mente trataba de saber quién era mientras mi cuerpo parecía reconocerla porque reaccionaba a sus movimientos y su voz, una que calaba profundo en mí.
—Por la cara que pones parece que no me recuerdas, Callahan, qué triste, rompes mi corazón —dijo en tono burlón.
Ella bebe todo el whisky de su vaso y se pone de pie para asegurar la puerta, regresa a mí contoneando sus caderas que por un instante me transportan a un vago momento de mi pasado. Apenas y se apoya sobre el escritorio frente a mí levantando su pierna y dejándola entre las mías.
Maldición ¿de dónde la conozco? es extraño todo esto. Ella no elimina esa sonrisa tan seductora que tiene, da un respiro profundo haciendo que su pecho se infle y sus senos sobresalgan un poco de la camisa, esta mujer me va a volver loco si sigue así, pero debo mantenerme firme, no quiero caer en una trampa que nos afecte a mí o a mi cliente.
—¿Me obligarás a hacerte recordar, Callahan?
—Disculpe, no sé si nos habíamos visto antes, pero creo que lo mejor es retirarme.
Intento ponerme de pie, pero ella rápidamente sube su pie hasta mi pecho deteniendo mi huida, otro borroso recuerdo viene a mi mente, una silueta que está en esa misma posición en la que ella se encuentra ¿por qué me es tan familiar? ¿en dónde la he visto?
—No sé cuáles son sus intenciones y por lo que vi hace unos minutos con el otro abogado y sus actuales acciones, dudo que sea algo bueno, por el bien de todos dejemos esto hasta aquí.
—Tuve mis dudas cuando llegué a la sala, pero en cuanto hablaste comprobé que eras tú, sigues teniendo esa fuerte voz de mando, una que me sigue enloqueciendo aun después de tantos años.
Tragué con dificultad, mi cuerpo me traicionaba con cada palabra que salía de su boca, sentí que mi bulto crecía entre mi pantalón y lo único que evitaba que ella se diera cuenta era el maletín que lo cubría.
Me levanté rápidamente para salir del despacho, ella toma mi mano con fuerza haciéndome girar y me da una fuerte bofetada en la cara, toma mi corbata con fuerza atrayéndome a centímetros de sus carnosos labios y su mirada se torna muy oscura, un aroma a canela y chocolate proveniente de ella me hace fruncir más el ceño, sé que he sentido esa combinación antes.
—Ni pienses que saldrás de este lugar, quise ponértelo fácil, pero si eres tú el que se hará el difícil terminarás provocándome más, y créeme, estoy dispuesta a lo que sea con tal de hacerte recordar quién soy.
No me dio tiempo a responder pues arrojó con su mano libre mi maletín y con la otra me atrajo a esos increíbles labios, nos besamos con tanto frenesí, no tenía control de mi cuerpo, ella se apoderó por completo de éste. Sus manos se paseaban por mi abdomen desbotonando la camisa y pasa a besar mi cuello.
Unos gruñidos salen de mi garganta sin permiso alguno y mi bulto aumenta su tamaño, duele, ella acerca ese peligroso vientre hacia mí generando un roce exquisito entre la tela. Mis manos se pasean en su cintura y otro flashback aparece en cuanto siento su uña recorrer mi abdomen en zigzag.
—Estás mucho mejor a la última vez que te vi.
Ella nos lleva hasta el sofá donde me hace sentar, se acomoda a horcajadas sobre mí después de retirar su ropa interior y abre la bragueta con prisa exponiéndome por completo.
—Es triste que no me recuerdes después de todos esos placenteros momentos que tuvimos en el auto, el baño, la oficina y el almacén.
En cuanto dijo esa última palabra recordé de dónde la conocía. La separé un momento para ver nuevamente su rostro, ella sonríe victoriosa, lujuriosa, enciende mi deseo por completo y una sonrisa equivalente a la de ella se aloja en mi rostro.
—Entonces eras tú, espero que esto no intervenga con el caso o juro que te hundiré —dije tomando su cabello con firmeza y dejando su boca a milímetros de la mía.
—Solo hay una cosa que podrás hundirme y está esperando por mí con ansias.
Su lengua se pasea seductora en mis labios y su cuerpo se levanta; al igual que ella comienza a ascender la tela que cubre sus piernas y esa candente y húmeda entrada se posiciona sobre mí.
—No saldrás fácil de esta, Phoebe.
-Eso espero Piero-
Empujé su cadera uniendo nuestros sexos de un golpe, ambos soltamos un sonoro gemido y ella comienza a mover todo el pasado que alguna vez tuvimos. Seguía siendo magnífica, poderosa, ella es la personificación de la seducción. Abrí su vestido apoderándome de esos bellísimos pezones cargados de placer, seguíamos siendo fuego y dinamita.
Arremetimos con fiereza sobre el otro, nos dejamos llevar por completo recordándonos esa época tan única que tuvimos, jamás fuimos novios, pero fuimos los mejores amantes que hemos tenido, sé que este encuentro me pasará factura después con el caso, pero solo ella podía sacar esa bestia que dormía en mí y no desaprovecharía un minuto ahora que la tenía de nuevo en mi vida.