No sé cómo he soportado esta estúpida carrera de medicina, soy bueno, no lo niego, procuro mantenerme entre los cinco primeros y tengo apoyo de los maestros, pero me aburre demasiado. Mis padres dicen que debo enfocarme en mis estudios para tener un futuro prometedor y mantener el apellido por lo alto… estupideces opino yo.
Según escuché de algunos compañeros van a cambiar a la profesora de anatomía, al parecer el nuevo docente es un doctor con muchos años de experiencia y eso solo quiere decir una cosa, triple aburrimiento, para colmo, el viejo estaría impartiendo otras dos asignaturas en las cuales desgraciadamente estoy inscrito.
Hoy no tuve muchas ganas de levantarme temprano, perdí la primera clase y ahora voy camino a la segunda… tarde he de admitir. Abro la puerta sin saludar y como tengo los audífonos puestos no escucho nada de lo que hablan, no obstante, mi amigo me hace una señal para que mire a mi lado, lo hago, pero nada me preparó para esto.
—Buenos días ¿está perdido? —dice la mujer a mi lado.
Retiro mis audífonos sin dejar de mirar su rostro, ya vi su increíble cuerpo, pero no voy a parecer un puberto frente a todos. Así, examino sus rasgos y su voz en lo que me hago el desentendido.
—Disculpe, no escuché —digo.
—Pregunté si está perdido.
—Eso depende, ¿este sigue siendo el salón L201, clase de anatomía?
—Sí.
—Entonces estoy donde debo estar, más no donde quiero estar, puede continuar con su clase —respondí desinteresado.
Ella no dijo más y se dedicó a impartir las dos horas de clase correspondientes, yo como siempre escuchaba más no prestaba atención a nadie, solo me enfoqué en dibujar y escuchar música a la vez que oía su voz. Es curioso, tiene una voz seductora, pero no saca provecho de esta o la cambia para dar clases, una de dos.
Las siguientes semanas no hubo mucho más por contar, lo mismo cada día en la universidad y en casa, todo fue igual hasta el día de hoy que al estar en la cafetería me percaté que había olvidado mi block en clase, me alejé de todos para regresar al salón, quizás alguien de la siguiente clase lo había encontrado. Abrí la puerta en cuanto llegué, no había nadie así que entré y cerré, busqué con la mirada donde estaba sentado, pero no encontré mi block. Mierda, alguien debió tomarlo.
—Me parece que olvidó esto, señor Lambert.
Me giro rápidamente encontrando a la maestra de anatomía de pie, luce una blusa de botones blanca sin mangas y una falda holgada azul, sin embargo, es su mirada la que ha cambiado, es más profunda; oscura; incluso su voz es más propia y seductora, quizás sea la real. Sigo mirándola como si nada, no me gusta darle importancia a nadie que no lo merezca.
—Sí, gracias por guardarlo.
Me acerqué para tomar el block, lo guardé en mi maletín y me dispuse a caminar para alejarme de ese lugar.
—Debería tener más cuidado con sus cosas, nunca se sabe quién pueda encontrar el block y meterlo en problemas por su contenido.
Frené en seco dejando mi mano en el pomo de la puerta al escuchar esas palabras, la muy maldita lo abrió a pesar de que mi nombre estaba en la portada.
—No tiene por qué haber problemas, si usted no dice nada yo no diré nada- repliqué.
—¿Y qué se supone que tendría que decir usted, señor Lambert? —esa voz…
—Que la maestra de anatomía mete las narices donde no le corresponde ¿acaso consiguió su puesto de esa misma forma? Porque según tengo entendido era un hombre el que vendría a impartir esas clases que usted ahora da.
—Me gané el puesto limpiamente y no tengo nada de qué avergonzarme; a diferencia de usted que está dibujando y escribiendo ese tipo de contenido en vez de dedicarse a estudiar como todos los demás.
—Lo que haga con mi vida, mi block y mi tiempo es asunto mío, no se meta en ello —ella da unos pasos quedando apenas sentada en el borde del escritorio con mucha altivez.
—¿Y qué si lo hago de nuevo? —responde tan déspota y sonriente.
Aseguré la puerta, caminé con convicción, ira y hasta excitación, no lo niego, esa actitud en una mujer como ella me calienta bastante, pero no me dejaría someter fácilmente. Quedé a solo dos pasos de ella sin retirar mis ojos de los suyos, ella sonreía victoriosa en lo que yo la miraba como si quisiera asesinarla.
—Haga lo que le dé la puta gana, pero si se atreve a meterse en mi camino no se queje después.
—¿Me acusarás con tus padres porque vi tu block? —dice sin dejar de sonreír.
—No necesito a esos imbéciles en mi vida para defenderme, pero usted sí va a necesitar quien la defienda.
—¿Y por qué necesitaría a alguien que me defienda cuando yo misma puedo hacerlo?
En un rápido movimiento tira de mí dejándome encerrado entre sus piernas, su perfume me invade por completo, nuestros rostros quedan cerca, pero ninguno abandona su posición.
—Porque no me hago responsable por corazones rotos ni sentimientos estúpidos, si te metes conmigo te quemas hasta los cimientos.
Tomé su cuello con fuerza, ella apretó más sus piernas dejándome sentir el calor que yacía entre ellas contra mi bulto.
—¿Está dispuesta a quemarse?
—Crecí en el infierno niño, a mí no me vas a asustar tan fácilmente como a esas estúpidas de tus hojas.
Lo siguiente no tuvo cavidad, tiempo o freno. Abrió rápidamente mi pantalón y bajó las prendas lo suficiente para que sobresaliera mi erecto m*****o, por mi parte, hice la falda a un lado aprovechando una sutil abertura que había en un lateral, no traía ropa interior, pero sí estaba húmeda y muy caliente.
—Al parecer alguien estaba jugando con mi block sin permiso.
—Culpable, señor Lambert.
Maldita desgraciada, maldita su voz tan exquisita, la muy zorra sabía bien lo que tenía y cómo usar cada arma. Tomé su cadera para atraerla más hacia mí y la penetré sin compasión, mi mano no abandonó su cuello, sus gemidos eran exquisitos, pero no tanto como la humedad de su fogosa cavidad.
Abrí su camisa encontrando ese par de tetas en un vaivén, bailaban a mi ritmo gustosas, sus pezones eran medianos y parecían granos de café. Solté su cuello para inclinarla un poco hacia el escritorio y dejé fuertes cachetadas en sus tetas, resonaban tan magníficamente que me calentó más.
Arremetí contra ellas dejando fuertes mordidas y pasó sus manos en mi cabeza evitando que me alejara, ¿pero por qué mierda quisiera alejarme? Oh sí, porque quería más. Levanté mi rostro para tomar sus labios hasta que ella me alejó un poco.
—Nada de besos —dijo agitada.
—No seas tan ilusa, no te daría ese placer—
Tomé sus mejillas con fuerza para morder su labio inferior con intensidad. Sonreí altivo. Salí de ella para voltearla, abrí sus piernas y dejé un par de nalgadas dejando bien puesta mi marca en ese increíble culo, la maldita estaba muy buena, y lo mejor, no había queja alguna del trato que le daba.
Corrí sus fluidos para lubricar la zona e ingresé de un golpe, pero no hubo pausa, seguí como si de su coño se tratase y enredé su larga cabellera en mi mano halando hacia atrás.
Ese golpeteo era tan fuerte que llegué a pensar que alguien vendría y abriría la puerta en cualquier momento, era imposible que nadie escuchase lo que ocurría… ¡A la mierda todos!, si me van a expulsar de este lugar que sea por una buena cogida.
Levanté una de sus piernas sin dejar de penetrar su culo, la dejé sobre el escritorio y masturbé su clítoris, estaba bastante hinchado, se nota que quería soltar ese orgasmo. Jamás hay que guiarse únicamente de los gemidos, esos pueden ser traicioneros, pero el cuerpo siempre hablará con la verdad cuando se trata de algo que guste demasiado.
Empotraba como si fuese la última vez en mi vida, masturbaba ese coño como si fuese el último que llegase a tener en mis manos y entonces vino la gloria para ambos, ese maldito orgasmo que me hizo morder su espalda hasta hacerla sangrar.
Una vez salí de ella acomodé mi ropa y boté el condón, no dijimos nada, me retiré del lugar volviendo a la cafetería, al cabo de diez minutos la vi pasar para la sala de profesores como si nada hubiese pasado, pero sí pasó, y la mancha roja en su camisa blanca era la prueba de ello.
Abrí mi block para dibujar aprovechando mi última inspiración, cuando llegué a la página que tenía en blanco había un dibujo que no me pertenecía, estábamos los dos en el escritorio con la misma posición en la que terminamos.
Reí un poco negando con mi cabeza, esa maldita supo jugarla bien, pasé la hoja pensando que esta vez sí haría mi dibujo, pero encuentro un mensaje al reverso del dibujo de ella:
Estas clases serán prometedoras: Anatomía, Examen físico y métodos de exploración, Especialidades y consulta externa. Sé puntual de ahora en adelante o tendrás que repetir semestre. En la siguiente página te dejo las indicaciones correspondientes.
—¿Consulta externa? —murmuré un poco extrañado para mí mismo.
Leí la siguiente página encontrando el teléfono, horarios y la dirección de su casa, esta vez no pude evitar reír con malicia, realmente serán prometedoras las clases de ahora en adelante.