Poco a poco los besos fueron elevado la temperatura en ambos, la mirada de Santiago era de un hombre y enamorado que deseaba a su mujer, esa que pronto sería su esposa, él la miraba hambriento de ella, con sus manos empezó a recorrer el cuerpo perfecto de su mujer que estaba encima de él, sus caricias eran lentas y suaves que hicieron cerrar los ojos a Luciana mientras empezó a jadear al sentir como empezaba a excitarse aún más, estaba segura que eran las hormonas del embarazo, porque su deseo s****l estaba por las nubes. Santiago se sentó y quedó frente a ella, quién inmediatamente extendió sus piernas, sentados y en esa posición los sexos de ambos se rozaban. Él llevó sus manos detrás del cuello de ella y la acercó hasta que sus labios fueron uno, los devoraba con una pasión desmedida