Después de nuestra caminata por el paseo marítimo subimos a la moto, es más de las cuatro cuando emprendemos el viaje de regreso. Estamos a unas calles de la casa cuando Arslan se detienen. —¿Qué ocurre? —inquiero desde atrás. Levanta su mano para que guarde silencio. Saca su móvil del bolsillo del pantalón. Escucha atentamente lo que dicen. —Vamos para allá ¿Por qué? —dice antes de mirar alrededor—Si fue a verme, es porque tiene lo que le pedí—escucha—De acuerdo, voy a dejar a Edén y nos vemos en veinte. Cuelga. —Tengo que ir un rato a la mansión—anuncia antes—voy a dejarte en casa. —Preferiría ir contigo—comento. —Te dejaré en la casa del vecindario y volveré más tarde—su tono admite discusión. Cuando me bajo frente a la casa me quieto en casco. Este me tiende una llave. —La cl