Era e l tercer sábado en la noche que Camila se arreglaba y dejaba a Miguel con la señora Flor, para poder tener lo que se llamaría una “cita” con Wilson, las cosas no eran fáciles, pues para poder organizarse, pues los compromisos del joven ejecutivo dejaban poco espacio en su agenda, para inmiscuirse en un mundo romántico. Y a pesar del poco tiempo que llevaban saliendo, ya habían tenido su primera pelea, pues el primer sábado que lograron verse, Wilson llegó a recoger a Camila acompañado de un gran camión. —¿El camión para que es? —Camila no podía creer aquello. —Es un regalo —la sonrisa que traía Wilson, se borro enseguida con la mala cara que hizo Camila. —Eso no está bien, usted no puede comprarme o traerme regalos sin preguntar si los puedo o quiero recibir. —Si preguntara, no