Capítulo 2

2775 Words
En el primer año de universidad, Kenji conoció a Yuriko Inoue, talentosa estudiante que ingresó a la Facultad de Medicina con el mejor promedio, resaltando rápidamente entre los recién ingresados por su logro académico y por ser mujer, ya que era la primera fémina en ingresar con el mejor ponderado a esa casa de estudio. Kenji era un estudiante destacado con habilidades innatas para la gestión y administración empresarial, por lo que obtuvo la mejor calificación de ingreso en su especialidad, décimas por debajo de la puntuación de Yuriko. En la cena que la universidad ofreció para reunir y conocer mejor a los alumnos que destacaron en el examen de ingreso de cada especialidad, Kenji y Yuriko intercambiaron miradas, luego las palabras fluyeron y las sonrisas -si se puede llamar así a la mueca que hace Kenji, aunque lo hace ver sexy- definieron que había química entre ellos. Sin perder tiempo, y olvidándose de su compromiso con Megumi, Kenji pidió a Yuriko su número de contacto, «para mantenernos comunicados», dijo, ya que al ser de carreras distintas no se verían muy seguido por el campus. La joven promesa de la Medicina aceptó, ya que bastó la inusual sonrisa del joven para que fuera embelesada por la belleza masculina y porte elegante del heredero Sato. La atracción entre ellos fue creciendo a medida que se conocían más. Si bien Kenji no superó su incapacidad para expresar sus sentimientos y emociones hacia los demás, con Yuriko era fácil tratar porque era un alma independiente que desde pequeña había aprendido a vivir en soledad, por lo que no le afectaba la expresión adusta en el rostro de Kenji ni la manera casi robótica que tenía de hablar. Además, el heredero Sato era observador y detallista con ella -así como con todas las personas que apreciaba-, por lo que la llenaba de mensajes de aliento para que no desfallezca en su camino hacia el objetivo de ser médica y de regalos para premiar su esfuerzo y demostrarle el cariño que sentía por ella, causando que despertara en la joven estudiante un cálido sentimiento por él. La familia Inoue no pertenecía al círculo social de Los Sato, eran de clase media, y para mantener una acomodada vida los padres de Yuriko trabajaban arduamente como contador en un banco y odontóloga independiente, por eso la inteligente joven creció sola, sin mucho contacto de sus padres y sin hermanos, ya que era hija única. Pensando más en la seguridad de su hijo que en espiar sus movimientos, Kiyoshi Sato había delegado al ex m*****o de las fuerzas especiales del ejército japonés, Raiden Kaneko, la protección y vigilancia del heredero de su familia. Raiden manejaba un equipo de custodios y espías que acompañaban a Kenji sin dar señales del trabajo que hacían al mezclarse entre los alumnos de la universidad y los vecinos del lujoso apartamento en que vivía el joven en la capital. Así fue como Kiyoshi se enteró de la relación de su hijo con Yuriko, la cual podía ser un prodigio, pero jamás sería tomada en serio por él y su familia para que tenga una relación formal con su heredero. Pensando que la relación entre los jóvenes era un gusto del momento, el patriarca Sato dejó que siguiera el amorío con la joven estudiante de Medicina, pero sí le ordenó a Raiden que mantenga a Kenji muy bien vigilado y a él siempre informado de todo paso fuera de lo usual que diera su hijo. Al inicio del tercer año de universidad, Yuriko había adelantado varias materias de la carrera y todo mostraba que culminaría sus estudios de seis años en cuatro. Para Kenji las clases de Economía se le hacían muy fáciles y pudo haber terminado la carrera en dos años, pero por estar al lado de Yuriko decidió a inicios del segundo año iniciar las carreras de Administración y Contabilidad en paralelo con la que ya estudiaba para así quedarse los cuatro años que la joven asistiría a la universidad. Aunque los horarios de algunas clases se cruzaban, los catedráticos le dieron libertad al joven Sato de no asistir a ellas, ya que igual lograba los mejores resultados de su clase en los exámenes. Ese fue el único punto que Kiyoshi vio a favor de Yuriko, ya que la relación con la joven motivó a su hijo a buscar aumentar su carga académica con tal de compartir con ella los días universitarios, además que lo había hecho complementando muy bien sus estudios de Economía, haciéndose un mejor prospecto para dirigir y luego presidir el conglomerado Sato-Nagata. Sin embargo, que la joven promesa de la Medicina impulsara a su hijo a ir por más en lo profesional no era suficiente para que cambiara su decisión sobre el futuro de la relación que Kenji tenía con ella. A inicio del tercer año de estudio, los padres de Yuriko se vieron forzados a mudarse a la ciudad de Osaka. Su padre fue ascendido como el nuevo gerente de la principal sucursal del banco para el que trabajaba en esa ciudad, por lo que la joven tendría que vivir sola en Tokio. La situación animó a Kenji a proponerle algo que no era usual en su cultura, ya que la tendencia era la de evitar las relaciones amorosas para darle prioridad al progreso y éxito laboral tanto para varones como para mujeres. Era una idea que le rondaba desde hace unos meses atrás, cuando un beso lento se convirtió en uno apasionado y dio pie a que pudiera gozar de la suavidad de la piel de Yuriko al calar sus manos por debajo de la falda y blusa que vestía la joven. Kenji había quedado con ganas de más y estaba seguro que con Yuriko lo quería todo. - Sé que es precipitado e indecoroso desde tu posición como mujer, pero mantenemos una sólida relación, somos más maduros que nuestros compañeros de clase y no quiero que vivas sola -iniciaba Kenji sin mostrar lo nervioso que estaba al manifestar su propuesta-. Quiero proponerte que vivamos juntos compartiendo el apartamento que habito. La cara de Yuriko mostraba la incomodidad que sentía, ya que podía ser muy inteligente e independiente, pero también era pudorosa y tímida, por ello es que después de dos años de iniciada la relación empezaba a permitirle a Kenji -y a permitirse ella misma- a ir un poco más allá de un beso. - No me lo tomes a mal -continuó Kenji con el mismo inexpresivo semblante-, no te lo pido porque solo quiera intimar más contigo, también me preocupa que estés bien atendida. Tus horarios no te permiten hacer tu comida o el aseo de tu vivienda, ya que tendrías que sacrificar horas de sueño para ello, y necesitas dormir bien para seguir con tu buen rendimiento. Viviendo conmigo tendrás quien haga esas cosas por ti, ya que siempre viene una persona a hacer la limpieza, lavar la ropa o enviarla a la tintorería, dejar el refrigerador y las despensas llenas de comida, por lo que no tendrías que ocuparte de esos detalles. Yuriko escuchaba las palabras de Kenji y encontraba sensatez en ellas, ya que el adelantar materias había causado que su horario estuviera sumamente ocupado, haciendo que las labores diarias del hogar sean un verdadero fastidio. Por otro lado, ella ya amaba a Kenji, solo que no se lo había dicho por temor a que él no sintiera lo mismo, así que vio en el hecho de vivir juntos la posibilidad de profundizar más en sus sentimientos y avanzar aún más en la relación. - ¿Y en dónde dormiría? -preguntó ella al saber que no había otra habitación propiamente acondicionada como alcoba, ya que la otra disponible en el apartamento había sido amoblada para que sea una sala de estudios u oficina para Kenji. - Podrás usar mi habitación mientras acondicionan la oficina para ti -su frialdad facial y vocal no dejaba notar el fastidio que le dio el pensar que no quería compartir cama con él. - Eso tomará unos días y mis padres se van mañana, tendré que pasar dificultades hasta que tengas todo listo -él la iba a interrumpir indicando que solo necesitaba dos días para que todo quede en orden, y mientras tanto igual podía tomar sus alimentos en el apartamento y dejar su ropa para que sea lavada o planchada, pero Yumiko se sentó a su costado, rozando las piernas del joven con sus rodillas, algo que llamó la atención del heredero Sato, ya que era la primera vez que la joven se acercaba tanto sin que fuera él quien iniciara el contacto, y puso su dedo índice derecho sobre los labios de Kenji para que no la interrumpiera y continuó-. Creo que mejor sería compartir tu habitación, hacerla nuestra. Al escuchar esa propuesta, Kenji se concentró en los labios de Yuriko, los deseaba y quería empezar a besarlos para intentar lograr algo más con ella. La joven estaba sonrojada por su osadía, pero la decisión ya la había tomado, así que rodeó el cuello del heredero Sato con sus brazos mientras él se perdía admirando sus labios. Al sentir el movimiento y el peso sobre sus hombros, Kenji subió la mirada y se encontró con un sonrojado y hermoso rostro. Tomó la barbilla de Yuriko y acomodó suavemente el rostro de la joven para que lo mirara. Sus ojos le decían que se animara, que ella estaba dispuesta a ser suya esa noche, así que lo hizo al cerrar los ojos y besarla. Dos almas enamoradas guiaban a dos cuerpos inexpertos en el arte de amar a la habitación que desde esa noche sería el refugio de las expresiones más candentes de su amor, uno que nació de la admiración del intelecto del otro y de la fascinación por la belleza que cada uno poseía. Entre las finas sábanas de su cama, Kenji hacía suya a Yuriko y se entregaba a ella, olvidándose del pacto acordado entre su familia y Los Nagata que lo llevó a aceptar y obedecer un compromiso siendo apenas un niño, asumiendo el destino que su padre pensó para él. Sabía que aferrarse a Yuriko, alimentar y hacer crecer el amor que le tenía, iba a causar problemas en el futuro, pero confiaba en la fortaleza de su amor y que la fortuna le sonreiría para llegar con su amada hasta el último escalón que la sociedad marca para una pareja: el matrimonio y la vida en familia. Aprovechando las horas libres que tenían en esa mañana de domingo, la joven pareja se dirigió a donde hasta hace poco fue el hogar de la Familia Inoue y retiraron las pertenencias de Yuriko. Raiden Kaneko, responsable de la seguridad de Kenji y a pedido de este, fue con ellos para ayudarles a mudar las pertenencias de la joven. Luego de la pequeña mudanza, el ex m*****o de las fuerzas especiales del ejército japonés llamó a Kiyoshi y le informó lo que estaba sucediendo en la vida de su hijo. Al patriarca Sato no le gustó esa decisión, ya que hacía que la relación entre ellos se fortaleciera, pudiendo ser un problema para el compromiso ya pactado. Llamó al hangar de propiedad de la Familia Sato en el aeropuerto de Nagoya y pidió que preparen su jet, ya que debía ir a Tokio lo más pronto posible; necesitaba hablar con su hijo sobre su relación con Yuriko Inoue. En la noche de ese domingo el jet de Los Sato aterrizaba en el aeropuerto de Tokio. Sin avisar a su hijo llegaría al apartamento. Sabía que la joven no se encontraba junto a Kenji, ya que estaba de guardia en el hospital donde estaba adelantando materias, y aunque no le gustara como pareja de su heredero, tampoco quería humillarla o hacerle pasar un mal rato. El timbre sonó y Kenji abrió la puerta; se llevó una gran sorpresa al ver a su padre enfrente de él, pero, como era común en él, no mostró ningún cambio en su semblante. Kiyoshi ingresó al apartamento sin esperar la invitación de su hijo y fue hacia el pequeño bar en la sala para servirse un wiski. - ¿A qué debo el honor de tu inesperada visita, padre? -preguntó Kenji tras cerrar la puerta y ver que su padre se sentaba en uno de los sofás de la sala. - Necesito hablar contigo sobre ciertas decisiones que has tomado últimamente -la seriedad con que hablaba su padre le alertó que debía ser sobre su relación con Yuriko, ya que era lo único en su vida que estaba fuera de los planes de su progenitor-. ¿Qué tan seria es tu relación con Yuriko Inoue? - Muy seria -respondió Kenji sin rodeos, sabía que su padre conocía los pormenores de su relación. - ¿Y en dónde queda el compromiso que tenemos con la Familia Nagata? -el rostro de Kiyoshi lucía inexpresivo, como el de Kenji, algo que le hizo pensar que era de su padre de quien había heredado su falta de reacción emocional. - En donde siempre estuvo, dentro de mis prioridades -Kiyoshi no podía descubrir si su hijo le mentía, aunque sabía que nunca lo había hecho. - ¿Cómo puedo estar seguro de que sigue siendo una prioridad para ti? - Porque para eso nací -escuchar eso de su hijo le dio tranquilidad, pero también lo hizo sentir que no tenía escrúpulos al utilizarlo como mercancía de cambio. - Kenji, ¿amas a la joven Inoue? -Kiyoshi había adelantado su cuerpo hacia el borde del sofá, apoyando sus brazos sobre sus rodillas, poniendo todos sus sentidos atentos a su hijo. - Sí. - ¿Y qué será de ella cuando te cases con Megumi Nagata? - Le pediré que me conceda un par de años para solucionar el tema de mi matrimonio. - ¿Solucionar el tema de tu matrimonio? -Kiyoshi sospechaba que su hijo estuviera pensando en el divorcio. - Sí. Tras hacerme el director del conglomerado Sato-Nagata y demostrarles a todos que soy indispensables para sus planes de grandeza y expansión comercial, pediré la disolución del matrimonio con Megumi Nagata para casarme con Yuriko Inoue. La pasividad de su hijo comenzó a alterarlo, ya que acababa de decir que pediría lo que ninguna de las dos familias quería. Un divorcio no ayudaría a que se mantenga en el tiempo las buenas relaciones entre ellos, por lo que Kiyoshi empezó a experimentar estrés al sentir dolor en el cuello producto de una contractura muscular que le produjo el escuchar los planes de su hijo. - Kenji, sabes muy bien que tus habilidades son únicas y sea como sea siempre vas a ser indispensable para el crecimiento de nuestras empresas, pero si te divorcias de la hija de la Familia Nagata, Yori no permitirá que sigas dirigiendo su negocio -Kiyoshi hizo silencio, ya que una idea le llegó de golpe-. Salvo que llegues a tener un hijo, un varón que sea tu sucesor. - Entonces, ¿se me podría otorgar el divorcio si tengo un hijo con Megumi Nagata? -pensar en la idea de tener que intimar con otra mujer que no sea Yuriko le asqueaba. - Ante esta situación, Yori no podría negarse a nada, ya que no hay una mejor opción que tú para dirigir el conglomerado Sato-Nagata, y que tengas un hijo con su sangre, el cual prepararías para que sea tu sucesor, lo tranquilizaría, aunque dejes a su hija en mala situación socialmente hablando por lo del divorcio. Tener un hijo con Megumi Nagata no era una idea que le encantara, ya que con ello dañaría a Yuriko al tener que intimar con una mujer que no sea ella, y a Megumi por solo utilizarla para sus planes. Además, había muchos puntos en ese plan que no podía controlar, ya que qué le aseguraba que tendría un hijo varón con la hija Nagata y cuántas veces tendría que acostarse con ella para lograr procrear. Sin caer en la desesperación decidió confiar en que su situación pudiera mejorar en el año y pocos meses que faltaba para la boda. Había escuchado sobre Megumi y su gusto por las fiestas, la adrenalina y la diversión, así que estaba seguro que, al ser completamente diferente a los hombres que prefería la hija Nagata, ella no gustaría de él, algo que facilitaría que acepte el divorcio. - Entonces así será, me casaré con Megumi Nagata, tendré un hijo varón con ella y llegaré a un acuerdo para obtener el divorcio. No te preocupes, padre, conseguiré obedecer tus deseos y ser feliz al lado de la mujer que amo.
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