Julián alzó la ceja, convencido que haber admitido que deseaba asesinarlo era un error fatal, sobre todo porque Cecilio había reunido hombres que habían servido a Xibalba fielmente y que no dudarían en apoyarlo si era necesario. Eran hombres con los que había convivido alguna vez en su vida y quienes le habían dado consejos cuando era un adolescente inexperto.
—No vuelvas a tocarme, si no quieres que aquí mismo te arranque el brazo—advirtió mostrándose imponente, su voz había sonado como el rugido de un animal salvaje, lo que le había dicho no solo era una advertencia, estuvo a punto de cumplirse en algo real cuando aquel hombre sujeto con más fuerza el brazo de Julián, este reacciono y en un ágil movimiento le doblo la mano.
Sus hombres alzaron sus armas apuntando hacia Julián, más no s
