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Se hizo silencio, el viento fue el único que se atrevió a susurrar en medio de aquellos hombres que seguían mirando a Julián desde lo alto. —¿Qué fue lo que dijiste?—le interrogo el barbudo quien seguía apuntándole, sin embargo, en esta ocasión sus manos habían dejado de aplicar fuerza sobre el arma. —Dice que su nombre es...—se detuvo a pensar cuál era la probabilidad de que aquel hombre a quien seguían apuntándole era prácticamente dueño de sus vidas—dice que su nombre es Juliano. —¿Juliano?—interpelo el hombre que aguardaba del otro lado del auricular—¿Acaso será...? Se quedó en silencio reflexionando, al buscar en sus memorias, solo recordó a una sola persona, el hijo de su patrón. No lo conocía, sin embargo, había escuchado tanto ese nombre esos últimos días que prácticamente ya