Se quedaron en absoluto silencio. Todas y cada una de ellas sabían que la presencia de Juliano no solo las salvaría, sino que también al cartel. Xibalba estaba muriendo y el único que podía tomar su lugar era su hijo porque de no ser así habría una guerra interna para elegir al líder de la organización, además de que una vez que se filtrara la noticia, los enemigos de Xibalba atacarían, así que lo mejor era tener la certeza de que habría un líder una vez muriera Xibalba. —¿Es un puto chiste?—impugno Valentina entendiendo el porqué enviaba a la mujer de Juliano a atender a Jose Maria en vez de ella—si descubren que la enviaste solo te ganaras el odio de Juliano, incluso podría matarte. —No te pedí tu opinión— respondió Estela en seco sin siquiera dignarse a dirigirle la mirada. Se giró ha