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1957 Words
Seguimos un rato más en la habitación de Julia, tenía libros muy buenos, unos cuantos clásicos y románticos. Vi una versión de Romeo y Julieta algo más desgastadas que los otros libros a su lado y llamo mi atención, cuando tomé el libro, una hoja cayó de él. Me apresuré a recogerla mientras miraba a todos lados pero esta voló hasta quedar justo junto a la cama. Cuando me doblé a recogerla soltando un quejido-no estaba para esas posiciones-me sorprendí cuando, al mirar a la parte baja de la cama, un diminuto diario de cuero me daba la bienvenida, como si me estuviese esperando. Me levanté para mostrarle a papá mis descubrimientos pero rápidamente guardé el cuaderno y la hoja dentro de mi bolso al sentir a Mirna y Gio subir las escaleras, no fallé pues tres segundos después asomaron la cabeza a la habitación, papá salió del armario donde se había internado rodeado de plumas y tutús, él pensaba que ahí encontraría algo y, por la mirada que me lanzó, supuse que lo había hecho. -¿Todo bien por acá?- Habló Gio -Sí, sólo investigando. Pero creo que ya es todo por hoy, podemos irnos. Mas tarde iremos a la escuela donde estaba Julia. -¿Para qué?- Pregunto Mirna sorprendiéndome, me parecía raro que preguntase, era obvio que era uno de los primeros lugares que investigaríamos. -Pues... necesitamos toda la información que podamos encontrar, tal vez algún profesor o estudiante que sepa darnos un poco máas de lo que ya tenemos. Mirna no dijo nada pero una mala mueca se instaló en su rostro confundiéndome más aún. Imaginé que se sentía ofendida con la idea de que su hija prefiriese confiarle sus pensamientos tristes y suicidas a una persona ajena a ella que a su misma madre. Al bajar las escaleras tres personas con expresiones nada amigables nos esperaban. Genial. -¿Quienes son estas personas, mamá?- Reconocí a Violeta de la academia, por un minuto su cabeza pintada de rosa me deslumbró pero esa mueca de nena mimada en su rostro la hacía un ser totalmente despreciable con un lindo cabello, junto a ella estaban los gemelos, Flavio y Fiona. Ambos regordetes y parecidos a los gemelos de Alicia en el país de las maravillas, solo daban risa de lejos pues, de cerca, eran casi malévolos. -¿Qué es esa falta de educación, Violeta?- Una dulce anciana de cabello totalmente blanco le llamó la atención, por fin una persona buena en esta casa, comenzaba a creer que solo Gio y Julia lo eran en verdad. Supuse que sería la abuela de Julia y, por sus ojos tan parecidos a los de Gio, solo confirme que era su madre. -Chicos, Lisa, ellos son Lilian y Benjamin Kenan, investigaran la muerte de Julia, podremos por fin dar por cerrado este tema- Fue Mirna la que habló, con un tono más de fuerza del que había usado en todo el día, supuse que, en casa, ella sería la que manejaba la situación, aún cuando el gesto de enojo hacía ella y hacía los mas jóvenes por parte de Gio era evidente. Discutir temas familiares frente a desconocidos nunca dejaba de ser incómodo, incluso en las mejores familias. Violeta volteó los ojos, yo solo quería que me dejaran llegar a la puerta para poder explotar con papá y poder enterarme de lo que encontró, además de saber qué era lo que yo había encontrado -¡Por dios! Ya se murió, ok? Listo, fin del tema, no entiendo por qué le dan tanta importancia, al fin que ni falta hace. Hay que hacer una fiesta, no contratar investigadores privados. Y mucho menos sin consultar con nosotros por-- ¡Clac! Un golpe seco me hizo soltar un gritito, Gio le había dado una fuerte bofetada a su hija mayor que, por mi parte, bien merecida se la tenía. Todos miraban en silencio con los ojos fuera de sus órbitas y solo quise que la tierra nos tragara a papá y a mi y nos escupiera sobre el carro. -Ni una palabra más- La amenazó Gio con seriedad. Me parecía bien hecho, esa chica siempre hacía lo que le daba la gana con todo el mundo y sus palabras no parecían correctas. Pero mi vena investigadora repetía y repetía las palabras dichas por la hermana, quien no parecida para nada afectada por el s******o de su hermanita menor, ¿Era tan despiadada realmente o sólo quería que dejarán cubrir el evento?¿Tendría algo que ver en todo esto? Era difícil de creer, aunque escuchándola hablar, existía una mínima posibilidad. -Disculpen que hayan tenido que presenciar esto- Se disculpó Lisa, la abuela, luego de que por unos treinta segundos nadie dijera nada- Espero que nos ayuden de verdad a entender por qué mi linda Juli hizo lo que hizo. Que Dios los bendiga- Nos despidió y yo solo pude exhalar con ganas cuando cerré la puerta del copiloto mientras mi padre encendía el motor -Vaya familia, ¿no? Uno pensaría que con tanto dinero, serían más felices, más unidos, pero sólo reina la arrogancia y la energía negativa en ese lugar, y no creo que eso venga sólo de este evento... -Pues, querida, el dinero no lo es todo, ya lo ves, este es un claro ejemplo de eso. -Si, tienes razón- repuse- Papá, se sincero. ¿Qué encontraste? -Julia tenía LSD en un par de zapatillas viejas- lo miré con asombro -¿De verdad? Wow. -Si, faltaban 4 en el paquete por lo que pienso que, o lo consumió con otra persona un par de veces, o se mando cuatro viajes ella solita. -Creo más en la primera opción- Dije pensando en la albina. Papá asintió en silencio, entonces recordé mi secretito. Saqué de mi cartera la hoja, no quería descubrir lo del diario delante de él, primero quería hojearlo sola- Mira. -Qué es?- Preguntó con curiosidad en los ojos -Pues, a ver- Lo revisé por fin, era una carta aunque al final estaba doblada, la desdoblé y cayeron de ahí un par de fotos, me llevé una mano a la boca por la sorpresa al ver las fotos pero, antes de mostrárselas quería leer lo que decía Querida Annie, esta es mi despedida para ti, cuando esto aparezca se que, quien sea que lo haya descubierto, te lo entregara. Eso si no fue algún m*****o de mi familia, por su puesto. Solo quiero decirte... Gracias, gracias por estar a mi lado, contigo aprendí cosas que, ni mil profesores particulares podrían nunca explicar, y entre todo eso como foco principal esta el amor. Me enseñaste lo que es amar y sobretodo, sentirse amado. Y eso es algo que tristemente nunca podré compensarte. Eres mi mejor amiga, mi mejor amante y mi mejor secreto guardado. La única que conoce el infierno por el que he pasado, por eso pienso que seras la única que no me juzgue por la decisión que estoy a punto de tomar. Solo te pido que tengas paciencia, amor mío, pronto nos reuniremos de nuevo. Eso dependerá de cuanto tiempo te necesite Dios aquí porque por lo que vez, mi princesa de nieve, mi tiempo ha acabado. Quisiera decirte que, aquel día que te vi en esa audición, me cautivaste. No pensé enamorarme de ti, por Dios, ni siquiera me gustaban las chicas, ¡Lo sabes! Pero fue tu esencia, tu espíritu y tu alma lo que me unieron a ti, eso y esos hermosos ojos tuyos. Esos ojos que leyeron mi alma desde el primer instante, esos ojos que me motivaron a portarme mal y que amo tanto ver oscurecer de placer y amor por mi. Siempre estaré ahí para cuidarte, espero que no me causes muchos problemas, toma lo de las drogas con calma y no manejes ebria. Sé que no es algo fácil, te dejé sola y ¡Lo siento tanto, Annie! Pero sabías que, tarde o temprano lo haría, y tú no estarías ahí para detenerme. Sé que nada fue tu culpa, eso siempre lo supe, querida. Por ahora, solo quiero que, si encuentras esta carta, la guardes por siempre, durante toda tu larga vida, ¡Recuerda que me prometiste llegar hasta vieja, recuerda que la muerte no acaba el amor, Annie! Guarda estas fotos y guarda mi amor en tu corazón, hasta el día en el que nos volvamos a ver. Adiós, amor de mi vida, mi hermosa princesa Adiós, Annie Te ama por siempre, Julia Perri. Miré las fotos, era la chica albina tomada de la mano con Julia, parecía ser el mismo evento de la foto anterior que estaba sobre su repisa, aunque en esta se estaban dando un beso en los labios, Julia acariciaba su cabello y ella sonreía mientras la besaba. La otra, ambas estaban de tutú y mallas, con los cabellos recogidos en alto, pero dándose un beso, era un selfie y parecía ser un camerino privado, desde el espejo se veía la mano de la chica albina en el trasero de Julia y se veía como toda una pareja adolescente del momento. Había una tercera foto, tal vez no la había pillado a la primera porque era cinco centímetros más corta que las demás, eran ellas de nuevo, en una cama, ninguna llevaba brasier y Julia sostenía los pechos de la albina, ahora se que su nombre es Annie y eso es algo bueno, un nuevo detalle. Le lancé el papel a papá apenas entramos en la oficina y el tomó asiento para leerlo, su cara de sorpresa fue exagerada al ver las fotos y me miró con los ojos como platos. No eramos homofóbicos ni nada por el estilo, creo que el amor es algo universal y no tiene medidas y eso es algo que aprendí de papá desde muy joven, pero el hecho de que Julia perteneciera a una de las familias mas tradicionalistas de la comunidad, era preocupante. La única que conoce por el infierno que he pasado. Necesitábamos encontrar a Annie, seguro ella nos daría respuestas que nadie más en esa casa tendría. Además, necesitaba darle esa carta y esas fotos. A Benjamín se le ocurrió la genial idea de investigar más sobre Annie por el f*******: de Julia, pero descubrimos que ninguna Annie estaba agregada como amigos. Fue algo raro, últimamente todas las amistades se miden por el f*******: o la cantidad de fotos juntos en la red social. Pero supuse que, si alguna vez alguien de esa casa descubrió lo que ellos ya sabían, lo primero que harían seria querer apartarla de todo lo relacionado con Julia. -Necesitamos su teléfono celular- Le dije de inmediato a mi padre, quien negaba con la cabeza -Eso es imposible, no se encontró rastros de su celular en la escena, llaman y esta desconectada la Sim Card, nadie sabe donde quedo su teléfono. Eso me perturbó y pasé el resto de la tarde de mal humor, necesitaba darle solución a Julia, necesitaba que Annie supiera cuanto la amaba, personas en su posición, que han perdido a un ser amado, a veces optaban por atentar contra sí mismos, por no encontrar una solución y yo tenía la vida de la chica en mis manos. No quería otra chica muerta, no era justo. Julia POV Escribí la carta para Annie jurando que nunca la leería, francamente no sé cómo no dañé las fotografías  con mis lágrimas. Nunca se sabe cuando será el último beso, la última caricia, el último abrazo. Nuestro último día juntas fue el de esa foto de topples. Y fuimos tan jodidamente felices... Annie me hacía bien, me hacía feliz, y eso aunque sorprenda, no ocurría seguido. Ella me sacaba de orbita y me hacía poner los pies en la Tierra cuando era necesario, era mi norte, lo juro. Y ella...Pues sí, por mi cobardía quedó sin su sur. Callé con la muerte, mi amada princesa de nieve, pero mi corazón siempre te hablará.
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