-Dios! Por fin, están aquí- mi madre nos abrazó a ambos, estábamos en el aeropuerto y no pude evitar derramar unas cuantas lágrimas al verla, estaba más envejecida que la última vez que la vi, y sé que en parte eso es mi culpa. Papá la miraba con los ojos brillantes, llenos de esa calidez que llenaba el ambiente cada vez que esos dos tórtolos estaban juntos. Eran la verdadera demostración de que el amor todavía era real, no se había extinguido. -¿Y qué tal todo, Lili?- preguntó mamá sirviéndome un poco de lasagna, miré a Ben, le agradecía infinitamente que no le hubiese comentado nada a mamá sobre lo que pasó, la pobre se aterraría y querría tenerme debajo de sus faldas, de nuevo. -Todo en orden, mamá. Sólo necesitaba a papá- dije con una sonrisa a la que ella respondió -Cariño, la próx