CAPÍTULO NUEVE Estefanía estaba impaciente en la sala de recepción del vasto hogar de Ulren, con el gesto tan falto de expresión como cualquiera de las estatuas que allí había, a pesar del miedo que sentía entonces. Porque había miedo, a pesar de lo que había planeado este momento y a pesar de todo lo que había hecho para llegar allí. A partir de su intento por seducir a Irrien, ya sabía lo mal que podía salir esto. Un paso en falso y podría acabar muerta, o peor, vendida como el premio de algún hombre rico. Con un poco de suerte, la antigua Segunda Piedra sería más fácil de atraer que la primera. La presencia continuada de los matones que la habían traído hasta allí no ayudaba a calmar los nervios de Estefanía. No le hablaban ni la trataban con la deferencia que exigía su posición. En