CAPÍTULO OCHO Irrien ignoraba el dolor de sus heridas mientras cabalgaba hacia el sur por los senderos que su ejército ya había convertido en barro a su paso. Se forzaba a mantenerse erguido en la silla, sin dejar que se viera en absoluto el sufrimiento que sentía. No iba más lento ni se paraba, a pesar de los muchos cortes, los vendajes y las punzadas. Las cosas que le esperaban al final de este viaje eran demasiado importantes como para retrasarse. Sus hombres viajaban con él, haciendo el viaje de retorno a Delos incluso más rápido de lo que lo habían hecho en su ataque al Norte. Algunos de ellos avanzaban más lentamente, guiando filas de esclavos o carros con bienes saqueados, pero la mayoría cabalgaban con su señor, preparados para las batallas que todavía estaban por llegar. —Más t