—Por favor, Hel. Háblame —Su voz lastimosa hizo que quisiera arrodillarme y gritar. Gritar de frustración. Como sigo sintiendo una parte de mi pecho arder cuando habla así, ¿como si quiera me sigue importando?
Me levanté dispuesta a salir por la puerta. Cuando casi lo logro el me tomo del brazo e intento que yo me acercara a él, pero hice todo lo posible para ni siquiera tocarlo.
—¡Te odio, no me toques! —le grité. Forcejeamos unos segundos, hasta que yo le di una bofetada, el me soltó pero no fue suficiente para mi. Quería lastimarlo tanto para que sintiera al menos un cuarto del dolor con el que estoy lidiando.
Lo golpee en el pecho, el se dejaba y no se atrevía a mirarme. Como una loca seguí golpeándolo, mis puños cerrados y no paré hasta que el se tiró al suelo, ni siquiera lo hice
