—Hola —Dijo Alex, casi en un susurro. Si me hubieran preguntado hace cuatro meses si había superado las mariposas en mi estómago, la corriente de electricidad que recorre todo mi cuerpo, y la imposibilidad de mantenerme de pie por él te diría que sí. Pero ahora que lo tengo frente a mí, mirándome fijamente haciéndome sentir transparente, es imposible decir que lo supere. Es imposible no sentirme tan impotente, tan inmadura, tan débil. Amo a Alex, sigo haciéndolo. Pero odio amarlo. Odio que me haya enamorado y luego jugado conmigo. Odio que quiera recuperarme. Odio pensar que es otro engaño para ganar. Odio que en un momento de simple excitación le pude haber dado lo que busco desde el principio, soy tan fácil como las chicas de las cuales siempre dije que eran unas putas, soy igual a el