Capítulo 4

1669 Words
Hace tres días que estoy aquí y no hice nada productivo. Por ejemplo, esta tarde estuve tres horas sentada en el sofá viendo Friends y solo me moví del sillón porque tenía hambre. Apagué la tele y fui a la cocina a buscar algo para saciar mi ansiedad. No como para nada bien, últimamente no tengo apetito, extraño mucho a mi hermano y mi casa. Estar aquí viendo la tele en el sofá todo el día no es muy placentero y tampoco divertido. No vi a Alex desde ayer a la tarde cuando se encerró en su cuarto. Sé que salió porque escuché su puerta abrirse, pero no lo vi volver. ¿Estará en su cuarto? ¿Debería ir a averiguar? En realidad, pensar en estar en esta casa sola da miedo. Es gigante para una sola persona y cada vez que das un paso, se puede escuchar el sonido retumbar por toda la casa. Soy de lo más infantil, pero vi muchas películas de terror ¿está bien? Siempre las cosas malas pasan en casas como estas y no quiero morir degollada por nadie al menos por ahora. Si sé que hay una persona conmigo en la casa no tendré tanto miedo de que Jack el Destripador venga a por mí. Subí las escaleras y caminé por el pasillo, hasta llegar al cuarto de Alex. Golpeé un par de veces, pero nadie contesto. Abrí un poco la puerta y vi a Alex acostado en su cama y a su lado una chica rubia, con sus grandes pechos descubiertos y su cabeza fuera de la cama. Mis ojos se abrieron como platos y mi corazón empezó a latir muy rápido. Cuando vi a Alex moverse cerré la puerta muy rápido y demasiado fuerte, seguramente él habrá oído. Corrí a mi habitación y me encerré allí, implorando que Alex no viniera para pedirme una explicación de porque abrí la puerta de su habitación, porque no la tengo. Toque mi pecho y parecía que mi corazón se iba a salir del pecho. No entiendo por qué reacciono así. No es la primera vez que veo esta escena con un hombre y una mujer, he visto a mi hermano muchas veces en estas situaciones. Mientras trataba de aclarar mis ideas sentí un azote de puerta y escuché una voz de chica atrás de mi puerta. —¡Eres un cerdo! —gritó ella. Es la chica que acabo de ver en el cuarto de Alex. Oí sus pasos bajar muy dramáticamente por las escaleras. Quería salir para asegurarme de que se haya ido. Cuando gire la perilla me empezaron a entrar muchas dudas. ¿Y si Alex estaba atrás de mi puerta? Me moriría de la vergüenza. Él sabe que yo entre en su habitación como una fisgona. Lo hice porque tenía miedo, pero eso no significa que esté bien. Soltando un gran suspiro me acosté en mi cama y traté de dormir, aunque fueran las cuatro de la tarde.  Antes de que pudiera conciliar el sueño mi celular empezó a sonar. Hizo que me sobresaltara, por lo que me caí de la cama. Mi brazo fue el que amortiguo la caída y todo mi peso fue en el. Cuando me levante mi brazo dolía demasiado, pero eso no impidió que tomara el teléfono, podría ser mi madre. —Hola —gemí tratando de sonar bien y que no se notara que estaba muerta de dolor. —¿Helena? ¿Bebe, estás bien? —La dulce voz de Kyle hizo que parte del dolor se fuera y me senté en la cama, seguramente con una estúpida sonrisa en mi rostro. —Sí. Solo me caí de la cama —Le dije restándole importancia al asunto, cuando sentía que mi brazo se iba a romper. —¿No está tu tía allí? —La voz preocupada de Kyle hizo que me doliera el corazón. Como me gustaría que él esté aquí, conmigo. —Estoy bien. No te preocupes —Un intento patético de que no se preocupara, cuando sabía que él iba a seguir estando preocupado. —Difícil cuando estas a ocho mil kilómetros lejos de mí —No sabía qué decir para tranquilizarlo. Sé que por dentro él estaba enojado porque me fui, pero espero que el haya entendido que necesitaba hacerlo. —¿Cómo está todo por casa? —pregunté queriendo desviar el tema. —Está bien, pero se siente raro sin ti y Angel, lo único que hace es preguntar por ti, aún no se anima a llamarte —Sentí como Kyle abría el refrigerador y una lata de... No sé, algo—. Tienes que llamarla, Hel. No quería que llamarla aún, sé que va a llorar y yo también querría hacerlo y no me gusta. Odio llorar. —Lo sé, lo haré, solo que aún no—La última parte la murmure. Iba a darme una charla de la amistad, lo sé, me lo veo venir. En ese sentido era como mi madre, siempre tratando de hacerme cambiar de opinión o hacerme mejor persona. Sus intentos eran patéticos y para mí el tiempo que me hacían escucharlos era tiempo perdido. No cambiaría. —Hel, escúchame, sé que no te gusta que te diga estas cosas... —Justo antes de que pudiera seguir con su charla de "Hacer lo correcto" alguien toco a la puerta. A veces esa puerta era bendita. Abrí creyendo que era Amanda, pero no, para mi suerte, era Alex. Le levanté el dedo índice que señal de que esperara un segundo. —¿Quién es? —preguntó el irrespetuoso de Alex y mi novio al mismo tiempo. Tape el teléfono para que Kyle, no me oyera. No creo que saber que un chico está en mi habitación sea bueno. Nunca fue celoso, pero no quiero que empiece con eso ahora que estoy tan lejos de él. —Estoy hablando con mi novio. Así que si puedes mantenerte callado por al menos cinco segundos más te agradecería —Alex, asintió con la cabeza y empezó a contar con los dedos. Me di la vuelta y me senté en mi cama. —No es nadie. Si ves a Angel dile que la extraño y que... —Antes de que pudiera continuar, vi como Alex tenía la palma y sus dedos abiertos mostrándomelos. Yo rodé los ojos tratando de ignorarlo, pero vi una mirada desafiante en su rostro. Levanto la comisura de su labio y lo que sigue después casi hace que le arranque la cara. —¡Oh Helena! ¡Ven a la cama conmigo! Deja al estúpido y flácido de tu novio y vamos por una quinta ronda ¿o fueron seis? Creo que fueron más, pero quien sabe. Eres salvaje, chica y quiero más de tu trasero en mí... —Corte la llamada antes de que pudiera continuar. Lo miré y se estaba riendo a carcajadas. Estaba furiosa. Agarré los almohadones que estaban en la cabecera de mi cama y empecé a arrojarlos a la cabeza de Alex con todas mis fuerzas. Él estaba tan distraído riéndose que no vio cuando los almohadones —bastante duros— estaban por aterrizar en su cabeza. Cuando lo hicieron Alex casi se cae. —No se ataca a alguien cuando está distraído —argumento con una indignación sin sentido. Me miraba fijamente, tratando de intimidarme. —Te la tenías merecida, te dije que te mantuvieras callado y en vez de hacerlo me pusiste en aprietos con mi novio —me defendí cruzándome de brazos. Tratando lo más posible de evitar que sus ojos conectaran con los míos. Cada vez que lo hacían mi corazón amenazaba con salirse de mi pecho. No era un sentimiento que quisiera tener seguido. En realidad, nunca. —¿Cuál es el problema? Terminarán pronto. Probablemente adelante lo inevitable. —Abrí mis ojos como platos. —¿Disculpa? —pregunté con los dientes apretados—. Dime, ¿Quién eres tú para meterte en mis asuntos? —¿Y quién eres tú para entrar en mi habitación sin mi permiso? Creo que estamos a mano Tuve la intención de responder, pero él tenía razón. No podía discutirlo. —¿Qué quieres, Alex? —Quería terminar la conversación lo antes posible. —Quería decirte que no entres en mi habitación nunca más. —Está bien. Lo siento, solo tenía miedo y quería saber si estabas en casa, nunca me imaginé que estabas con una chica —No me importa la razón. Solo no lo hagas —Se dio la vuelta, salió de mi habitación y bajo las escaleras. No me pare hasta que escuche el sonido de la puerta principal abrirse y cerrarse. Alex es una de las personas más groseras que he conocido en mi vida. Cuando éramos niños era el chico más dulce que había conocido. Ahora es una de las personas más desagradables que he conocido. ¿Cómo una persona puede cambiar tanto? Mi mente está enfocada en el imbécil cuando en este momento debería estar llamando a Kyle para pedirle disculpas por lo que acaba de pasar. Maldita sea, soy una novia genial.  Próximamente... —¿Qué haces? —susurré tratando de no perder la cordura. Empezó a rozar sus labios con los míos y supe que esa era su respuesta. Lo deseo. Lo deseo tanto... Lo necesito ahora. Pero aún no olvido el hecho que es mi primo. No olvido el hecho de que tan solo un par de horas, Kyle termino conmigo. No debería desear eso... No debería quererlo tanto. No debería estar ahora tan cerca de él. —Nosotros no podemos. —habló la voz de mi conciencia, pero al mismo tiempo mis manos fueron a la cima de su pantalón, llegaba a su cadera. Él miró mis ojos tan profundamente que casi me derrito, luego posó sus ojos en mi boca y puso su mano en mi mejilla izquierda. —Podemos, no deberíamos, pero podemos y queremos —Fue un susurro que hizo estremecer todo mi cuerpo.
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