CAPÍTULO DIECISIETE Vesuvius marchaba con cien troles siguiéndole por el Gran bosque, subiendo el terreno elevado, demasiado empinado para que los caballos los siguieran. Marchaba con una gran determinación y, por primera vez, optimismo. Cortaba entre la gruesa vegetación con su espada y sabía que podía haber pasado sin tener que cortarla pero quería hacerlo: disfrutaba matando cosas. Con cada paso Vesuvius oía el rugido del gigante capturado cada vez más fuerte, haciendo que temblara la tierra debajo. Notó el temor en el rostro de los otros troles, y esto lo hizo sonreír. Ese miedo era lo que estaba esperando ver; significaba que, a pesar de los rumores, el gigante realmente había sido capturado. Cortó lo que quedaba de hierba pasando el puente y, al hacerlo, el bosque se abrió en un g
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