—¡Trata mejor de levantar este palo! —le gritó y los otros rieron. Kyra nunca olvidó su vergüenza en ese momento. Al principio, los hombres de su padre vieron su bastón como una broma; después de todo, lo utilizaban como arma de entrenamiento, estos hombres valientes que cargaban espadas y hachas y alabardas, que podían cortar un árbol con un simple golpe. Veían su palo de madera como un juego, y esto le había dado menos respeto del que ya tenía. Pero había transformado una broma en una inesperada arma de venganza, un arma a la que temer, un arma contra la que muchos de los hombres de su padre no se podían defender. Kyra se había sorprendido con su peso ligero, y se sorprendió aún más al descubrir su talento natural con este —era tan rápida que podía dar golpes mientras los soldados aún