Gustavo Llego a la oficina de la directora, y la secretaria no me hace esperar de a mucho. ¿Quién haría esperar a alguien como yo? La directora me recibe con una cordial sonrisa y un fuerte apretón de manos, pero noto que sus ojos se van directamente a mi vestimenta. Yo solamente me visto elegante para el trabajo o para una ocasión especial, pero hoy me he vestido muy casual, con una chaqueta de beisbol, jeans y zapatillas blancas Reebok. Así solemos ser los estadounidenses. Muy relajados a la hora de vestirnos, pero aquí en Colombia la cosa es muy diferente. Aquí te juzgan por cómo te vistes. Chloe no hace sino insistirme con que me vista “decente”, y es ella la que me escoge la mayoría de las prendas de ropa que me compro. —¡Señor Bustamante! ¡Es un gusto tenerlo por aquí! —me dice