Salí de la compañía directo a casa, necesitaba enfrentar a mi padre. Apenas llegué mi madre me recibió con los ojos llorosos. - ¿Ya te enteraste hijo? - asentí con la cabeza gacha. - Pobre Selín – me abrazó desconsolada, mi madre le tenía mucho aprecio a Selín, por años fue considerada como un m*****o más de la familia. La estreché con fuerza, necesitaba un abrazo reconfortante de mi madre, aunque ella no tuviera idea de lo que sentía por dentro. - Necesito hablar con mi padre – le dije con voz ronca sin soltarme de su abrazo. Ella se separó un poco. - Esta en el despacho – le di un beso en la mejilla y salí a buscar a mi padre. Entré hecho una furia cerrando con seguro la puerta, nadie debería enterarse de la conversación que estábamos a punto de tener. -¡Como pudiste! ¡