- ¿Qué paso hace un momento entre Sara y tú, Ernesto? - preguntó Erik cuando nos dirigíamos a un bar de la ciudad. - Sara no quiere nada conmigo – dije apretando la mandíbula. Sara pensaba que era una persona de lo peor y no estaba lejos de equivocarse, tal vez fue lo mejor, no sabía si sería capaz de alguna vez cambiar mi actitud por una mujer. Pero cuando vi que ese tipo en el restaurante le envió la bebida mi sangre hirvió al instante, no podía permitir que otros tuvieran más atenciones con ella que yo. Erik me miro con compasión. - Sara dice que es por mi maldita actitud, que detesta como trato a las otras personas incluida ella – suspiro – pero no sé cómo la debo tratar si nunca aprendí, toda mi infancia me la pase en maldito internado hasta que tuve veintidós años