Cuando Allison llegó a su hogar, cerró la puerta despacio, esperando encontrarse como siempre a solas, sin embargo, lo que sus ojos presenciaron, la dejaron atónita. Se trataba del mismísimo Daven, quien se hallaba en su sala, sentado en el sofá color azul intenso que poseía esta. Él miraba hacia el suelo, viéndose en extremo derrotado, decaído. La chica se acercó de inmediato, no sin antes dejar sus cosas en el recibidor, incluyendo su calzado. ─¿Cariño?─ preguntó, temiendo hacer que su reacción fuera una mala ─¿Qué has hecho?─. Tocó su rostro, buscando alzarlo para mirarle los ojos, y al hacerlo, estos estaban rojos en extremo, hinchados incluso. El chico parecía estar ido del mundo, algo que no era común en alguien como él, que lo que más odiaba era no tener el control, mucho más e