Alejandro y yo fuimos por algunas actividades a las cuales era evidente que él podía participar.
Jugamos a tirarle a los globos premiados, por primera vez lo vi reír sin estrés, en realidad no lo había visto reír de esa forma.
Ni siquiera quería hacerle ver la otra forma de su cara, esa que puede sonreír sin tener que ser un tonto.
Durante mucho tiempo estuvimos dando vueltas por todas las actividades, las que podíamos hacer la hacíamos, y las que no, simplemente no la mirábamos.
Finalmente al rededor de las 10:15 de la noche, regresamos a la mansión junto a los demás. Me dolían un poco los pies de tanto que había caminado y del tiempo que duré parada.
Para mi sorpresa, Alejandro me acompañó hasta la puerta de mi habitación, creo que había sido Bueno olvidar los problemas.
—No pensé
