La terrorista

1801 Words
- ¿Cómo le fue anoche? – preguntó Otto a Megan, mientras servía el desayuno. - Bien, gané el primer lugar. – respondió emocionada. – pero hice una obra de caridad que ahora el listón no está conmigo. Fue una noche larga, complicada y de mucho correr. – trató de sonreír al mismo tiempo que apretaba sus labios, después preguntó algo intranquila. – Otto Noha firmó el divorcio ¿Ya? - Aun no, me supo decir que vendría a California a firmarlo ¿Por qué la pregunta? - las expresiones del hombre fueron curiosas y animadas. Ella escucharlo se atragantó con la comida que tuvo que beber agua para poder liberarse. Tenía razones para que su cuerpo reaccionará de esta forma: uno, porque él iba a venir y dos, porque le fue infiel con otro hombre. Si llegaba a enterar tendría problemas y estaría fallando al contrato matrimonial. - Simple curiosidad. – respondió cuando pudo calmarse. Limpió sus labios con la servilleta, se puso de pie, tomó la cámara y le dijo. – saldré a una boda. Fui contratada como fotógrafa en el evento y quieren fotos exclusivas. Volveré en la tarde. - De acuerdo, va ya tranquila. – el hombre asintió, el espíritu libre que tenía Megan no la dejaba estar quieta, siempre iba detrás de sus sueños como un ratón a su queso. La vio alejarse con sus pantalones de tela anchos color rojo y camisas del mismo color, más sus cabellos sueltos color fuego la hacían ver como la misma candela andante. . . . . . . . . . . . . . . - Felicidades, supe que ganaste el primer lugar ayer. – Paola su mejor amiga la tenía envuelta en sus brazos, los logros de Megan eran sus logros. – lamento no haber estado presente, hubiéramos ido a festejar. - Te perdono, sólo porque me ayudaste a que me contrataran para este evento. - respondió feliz. - Ser la hija del dueño en mejores fotografías funciona. Cuando le enseñé tus obras a mi padre dijo que sí de inmediato y ahora estamos aquí a punto de tomar fotos a los recién casados. Son personas muy importantes, ejecutivos y empresarios de grandes cadenas. – saltó de emoción que volvió a abrazarla. Megan la tenía en sus brazos, hasta que sus ojos se posaron en un hombre que conocía muy bien y lo más probable era que quería su venganza por arruinar su galería. - El señor Cansino está aquí. – dijo, sostuvo la mano de Paola y la llevó detrás de los arbustos a esconderse de la presencia del hombre. - Claro, él es el hermano de la casada. – respondió Paola. Algo confundida por la mirada de Megan le dijo. - ¿No leíste el documento que te envié? Ahí estaban todos los nombres de los invitados y familiares. - No me dio tiempo, pensaba en mi exposición. Ahora debo de ocultarme del hombre, si me ve destruirá mis sueños. – observó de lejos junto a la mesa un sombrero de pescar color amarillo y fue por la prenda, ocultaría sus cabellos que era lo que mayor mente la representaba. – listo, ahora tengo que hacer lo posible para que no me vea. La cámara ocultará mi rostro. – la sostuvo y sonrió por sus brillantes ideas. - ¿Qué le hiciste para te ocultes de él? - Sólo te diré que destruí su oportunidad de hacer negocios con un hombre, ahora quiere vengarse. Paola levantó ambas cejas, ya no se asombraba en escuchar a Megan y sus planes. Cada día era algo nuevo que se había acostumbrado. - Es momento de las fotos, Megan y Paola a sus posiciones. – intervino una mujer joven, quien era la organizadora de eventos. – vamos, vamos. – empezó a empujarla. Ambas caminaron en dirección de la familia, Megan con los cabellos ocultos y tras la cámara empezó a tomar las fotografías familiares. Mientras lo hacía en la entrada una pareja llegó. Una mujer joven con vestido de color n***o, piel clara y cabellos castaños llevaba en sus manos una Tablet, tenía la mirada seria que le era imposible sonreír. Junto a ella, Noha Walton, parecían ser compañeros de evento. Uno de los meseros caminó junto a Megan, la charola en sus manos a medida de la cabeza sujetó el gorro de pesca, provocando que se lo quitara y sus cabellos cayeran como cascadas sobre su cuerpo. El señor Cansino la reconoció de inmediato, sonrió por el gran regalo y sin quitarle la mirada de encima le dijo. - Vaya, hoy no tendrás quien te defienda. - hizo sonar sus dedos para que la detuvieran. - atrapenla. Megan totalmente paralizada y sin saber que hacer, vio su segunda oportunidad en la entrada, era el mismo hombre que había besado en el ascensor ¿Qué podía suceder por un segundo beso? Se dio la vuelta y empezó a correr en su dirección. - ¡Amor! – lo llamó mientras sonreía como una enamoradiza. Se asemejaba a una oveja en los campos, su salto era igual. Al estar cerca se montó en sus caderas y lo abrazó con fuerza. Todos en el evento quedaron estupefacto y más por ver a Noha sujetar a una mujer de esa forma. La mujer que lo acompañaba no sabía que cara poner, todo se volvió confuso y hasta incómodo. Los rasgos faciales de Noha eran indescifrables, no se sabía si estaba molesto o enojado ¿Megan sabrá que cometió el peor error de su vida? Se preguntó el asistente que estaba tras él totalmente petrificado, esperando una orden o lo que sea para quitar a la muchacha de su señor. Noha y Megan se volvieron los protagonistas del evento matrimonial, no los novios. – por favor, sigue la corriente, te lo pido. – le dijo al oído sin eliminar su sonrisa tonta. – ahora date la vuelta para que nos vean, por favor. – insistió. Noha con una mirada asesina decidió hacer caso, la tenía y esa sería la última vez que ella iba a abrazarlo o a atreverse a tocarlo de esa forma tan poco educada. Se dio la vuelta y Megan sonrió en dirección del señor Cansino y toda la familia que no quitaban sus ojos de encima. - Sonríe, por favor. – pidió, pero él no lo hizo, le daba igual. Lo que importaba era tenerla y no dejar que huyera. – De acuerdo, ahora bájeme y camina conmigo hasta la salida, te pagaré con dinero, lo prometo. Noha la bajó, sujeto su mano con fuerza, no iba a dejar que se escapara tan fácil. Megan al sentir la presión apretó sus labios tratando de no emitir un grito y empezaron a caminar, no tenía idea de lo que Noha pensaba. Al estar afuera ella le dijo. - Gracias, ahora suéltame. - No. – fue como un golpe de voz en sus oídos, de uno de los bolsillos sacó una esposa y la esposó con él de la mano. – ahora que te tengo te enviaré a la cárcel, ya no serás un peligro para nadie más. - ¡¿Qué?! ¿Por qué? - sus expresiones eran más que suficiente para decir que estaba en completamente asombrada y confundida. - Por segunda vez me hiciste quedar mal frente a todos, me besaste en el ascensor, dañaste mi vestimenta y ahora te montas sobre mí ¿Qué clase de mujer eres? ¿Una especia de terrorista? Megan asustada por sus palabras intentó escapar, se dio cuenta de su error, pero era demasiado tarde para pedir disculpas. Noha la sujetó con más fuerza y obligó que caminara con él en dirección al vehículo. Su asistente, ya estaba preparado para sus órdenes. - Marco, conduce en dirección a la cárcel. – ordenó. El deseo por encerrarla estaba vivo, pero no dejó ver felicidad alguna. . . . . . . . . . . . - Señor, no podemos meterla a la cárcel. – dijo el comándate, Andrés. Conocía muy bien a Megan. ¿Sabrá Noha que quería encarcelar a su esposa? Se preguntaba. - No me interesa sus argumentos, dale una celda y un juicio. – ordenó. Megan no hacía mas que respirar, ya no lo soportaba y aunque quería escapar las esposas eran un problema. Llegó a un punto en que se arrepentía por sus malas decisiones, pero aun eso, no la iba a detener del todo. - Pero señor Walton, ella es….. - ¡¿Dijo Walton?! – preguntó Megan con sus ojos abiertos, respiración rápida y el corazón por salirse. - ¡¿Noha Walton?! - Sí. – afirmó y Megan palideció dejándose caer en la silla por completo. - Así que me conoces, perfecto. Ahora lo pensaras dos veces antes de acercarte a mí. – Noha buscó las llaves de la esposa para liberarse, pero sin antes esposarla a ella a la mesa. Necesitaba salir de ese lugar, había problemas importantes que dar soluciones y uno de ellos era terminar con un matrimonio. – dale la peor celda. – dijo al ponerse de pie y empezar a caminar a la salida. - Señor, no puedo, ella es Megan su… - Dale la peor celada. – su voz fue más fuerte y molesta que antes. - Señor Walton, por favor escúchame… - Deme una celda comandante. – interrumpió Megan, no quería que Noha supiera quien era ella. – no quiero aumentar más mi condena. – sonrió ocultado sus nervios. - Nunca voy a entenderte, Megan. – habló el hombre, Noha asintió ante su justicia divina y se marchó de la oficina. . . . . . . . . . . . . - Sólo paga la fianza, no hay delito que perseguir. – dijo Andrés un poco aturdido. – era la primera vez que escuchaba que un beso a su esposo era un delito. - Pagaré eso y te pagaré por no decirle que era su esposa. – habló Megan y dejó dinero sobre la mesa. – ahora tomaré un taxi, iré a la mansión, dormiré, tornaré mis cosas e iré a vivir a otro lugar. – respiró. Rogaba no volver a encontrar a Noha, su gran enojo le decía que él no quería saber nada de ella y por el momento, Megan tampoco. - ¿No se suponen que están casados? - He pedido el divorcio. – tomó sus cosas que fueron confiscadas, revisó la camará para asegurarse que estuvieta en buen estado, volvió a mirarlo y le dijo. – adiós comandante. El hombre asintió y la vio irse, pagaría una fortuna por ver la reacción de Noha cuando se entere de la existencia de su esposa y el papel que cumplía Megan en todo eso. Tomó asiento tras el escritorio y continuó con su trabajo.
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