Mi querida Melody

1418 Words
Con mi rostro ardiendo, más por la ira que por el golpe de Hanna, la sujeté del brazo que había osado a golpearme. Ella intentaba hacerse la valiente y digna. Quién sabe con cuántos hombres más a parte del viejo se había metido a la cama, y ahora se ofendía de que dijera la verdad. Ella no le llegaba ni a los talones a Melody. — ¿Qué diablos haces? —suéltame —exigió, ejerciendo fuerza. — Atrévete a volver a tocar mi rostro, y te juro que vas a conocerme. Puedo ser muy cruel Hanna, más de lo que crees. — No te tengo miedo, haz lo que te venga en gana, y verás que no me quedaré de brazos cruzados. Ya no soy esa niña. Pero con esto presioné más su brazo. — No sé qué vio el viejo en ti, tal vez tu juventud, y quiso darse un gran banquete antes de que el diablo se lo llevara. Y por supuesto, tú aprovechaste esto para quedarte con la fortuna de un pobre diablo moribundo. — Piensa lo que quieras —dijo inclinando su rostro—. ¿Crees que me importa tu opinión? Si me metí a la cama con más de cien hombres, no es algo que deba explicarte. Mi vida es solo mía —respondió logrando quitar su brazo para alejarse. — ¡No he terminado! —grité. — Pero yo sí —respondió antes de desaparecer de mi vista. Apretando mis dientes, y con la indignación de tener que aguantar a esa mujer durante los próximos doce meses, pensé en que esto sería vivir el infierno en carne propia. Debía buscar alguna manera de invalidar ese testamento. No era posible que para tener todo lo que por derecho debía ser mío, tenía antes que hacerle un hijo a ella. Tocar ese cuerpo que fue usado por el viejo, solo me producía asco. — ¿Edzel? Permaneciendo en mi lugar, sentí las manos de mi hermana tocar mi antebrazo. — ¿Qué quieres, Iris? — Nada, solo quería saludarte. No tuvimos mucho tiempo para hablar luego de darse la lectura del testamento de papá. — Iris, ahora no estoy en condición para hablar de la locura que dejó ese hombre en un papel. — Lo entiendo, pero ¿No crees que estás siendo cruel con Hanna? — ¿Cruel? —me reí indignado—. ¿Y cómo debería reaccionar? Si ese viejo se aprovechó de un papel que firme para amarrarme a una mujer que no amo. — Pero ¿Por qué odiarla? — ¿No es evidente? Gracias a ella, ahora no puedo estar con la única mujer que quería como mi esposa. La presencia de Hanna es una maldición en mi vida. — Estás equivocado Edzel, Hanna es una chica trabajadora y líder por excelencia. Y a pesar de que ella también fue engañada por un papel, no se amargó la vida. Siguió adelante. A pesar de ser muy joven, afrontó todo con madurez. — Lo que sea, para mí solo es la causante de que no pueda estar con la mujer que amo. Dejando a mi hermana en el balcón, recibí un mensaje. Observé el nombre de ella. La única especial en mi vida, entonces salí a darle el encuentro. Metido en mi auto, manejé para verla. Ella vivía en un departamento que yo le había obsequiado. Durante estos seis años, ella viajaba y venía a verme a Inglaterra, lugar en el que permanecí durante estos últimos años. Melody era la hija de uno de los accionistas de la empresa Erardi, mientras mi padre estaba con vida, pero luego de que el padre de Melody se retirara de los negocios, había dejado esas acciones a su única hija, aunque a ella jamás le interesaron los negocios, mandando muchas veces a un representante en su lugar. *Flashback* De piel suave, blanca, cabellos rubios y labios rojos. La conocí cuando empezaba mis primeros días en la empresa Erardi. Su belleza había atrapado de inmediato mi atención, y ese par de piernas esbeltas. Era una mujer muy sensual. Tenía lo que no había encontrado en otras, hasta ese momento. La conexión y química fue de inmediato. Cuando menos lo esperaba ya la tenía entre mis brazos. Disfrutando de sus besos y cuerpo. Melody me seguía el ritmo como solo yo estaba acostumbrado. La pasábamos muy bien en la cama. Compartíamos esa pasión por el otro. Y estaba dispuesto a aceptar su petición. Melody ansiaba ser mi esposa, y bajo ninguna circunstancia me negué. La quería en mi vida; de eso estaba muy seguro. Hasta que llegó el maldito día en que me enteré que no podía hacerlo. Esa mocosa de cabellos azabache, ojos azules, labios carmesí y delgada era la culpable, y lo peor de todo era que resultaba ser la misma que conocí años atrás. Una que se había ilusionado conmigo. Pero una parte era mi culpa, nunca debí ser amable con ella. Confesando un amor que a mí me importó poco. Y apenas pasaron unos días, tomé mis maletas, para irme con Melody; ella me acompañó en mi viaje, y estuvimos juntos por un tiempo, pero ella tenía también una vida aquí. Una que yo aceptaba y comprendía. Ella me esperaría hasta que mi divorcio se diera, desde un principio me acompañó y yo iba a cumplir mi palabra. *Fin Flashback* Amaba con locura a Melody, tan comprensiva y adorable que me esperó, sin lugar a dudas, como ella no existía nadie. Era a la única que yo quería para compartir el resto de mi vida. Quitando las llaves del auto para descender, miré de un lado a otro. Debía tener cuidado de los fotógrafos. Esto era una porquería, tener que mantener oculta a la mujer que amo, por una que no me despertaba el mínimo deseo. Mierda, hasta cuando podría tolerarlo. Al regresar creí que todo se acabaría y por fin podría casarme con Melody, pero no. Un año, quedaba un maldito año más. — Mi amor —lanzándose a mi cuello, recibí los brazos delicados y delgados de Melody. Su delicada sonrisa y boca roja me mostraban que por ella todo valía la pena—. Esperaba con ansias tu llegada —añadió—. Hay mucho por celebrar. Lamentaba tener que romper su ilusión, porque ella creía que al fin me había divorciado. Decirle que aún no podía hacerlo, le rompería el corazón. Sus manos se posaron en mi abrigo para quitármelo. — Por fin Edzel, por fin eres libre —dijo abrazándome. No tenía corazón para hacerlo, esto iba a ser más difícil de lo que creí. — Melody —la tomé de los hombros para que me viera a los ojos. — ¿Qué sucede? No te ves contento. — Perdóname Melody —cuándo lo dije, ella parpadeó confundida, borrándose la sonrisa en sus labios. — ¿Eh? ¿Qué sucede? ¿Por qué lo dices? Ya eres libre de esa mocosa que se interpuso en nuestro camino, al fin podremos casarnos. — Aún no —negué con mi cabeza. — ¿Cómo? Pero yo creí que el abogado al fin diría que se cumplió el tiempo. — También pensé lo mismo, pero él maldito testamento pone como cláusula que para recibir la mitad de la herencia debo estar un año más en que el que se compruebe que tanto ella como yo vivimos como esposos bajo la misma casa. — ¿Solo la mitad? Pero eso es absurdo Tú eres el dueño de todo, ella solo se aprovechó de tu padre, y ahora quiere conseguir más a cómo de lugar. Hanna, es una mujer muy astuta, estoy seguro que ella convenció a tu padre de que hiciera esto. — Aún no puedo creer cómo es que se dejó engañar por una chiquilla. Es incluso menor que nosotros, y pretender que tenga un hijo con ella para recibir el resto es… Una completa idiotez. — Pero debe haber algo que hacer. Ella no puede manejarte a su antojo. A mí… —se dio la vuelta ocultando sus ojos entre sus palmas —, me duele mucho —sollozó. Eso de ninguna manera me agradó, nadie hacía llorar a mi mujer. — Créeme que haré algo, linda —la tranquilicé abrazándola y besando su frente. Melody levantó su rostro con sus ojos brillando por las lágrimas, causando mi rabia. Maldita seas Hanna, ella era la única culpable y la haría pagar cada lágrima que Melody derramaba.
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