Tenerlo así, bajo sus órdenes le estaba poniendo a mil, se arrodilló encima de él y cuando fue a tocarla le apartó las manos colocándolas encima de su cabeza.
—No las muevas o tendré que atarte.—lo reprendió traviesa.
Esa idea le gustó a Alejandro, pero la reservaría para otro día, cogió una fresa con nata y se la puso en la boca a su marido, empezó a lamer la nata con la lengua dejando solo la fresa, entonces la mordió con suavidad para que saliese el jugo dulce. Una vez solo quedaron los restos introdujo su lengua saboreando la boca de Alejandro, en su entrepierna notó la polla clavarse en sus braguitas, cogió el champán que ya había abierto en la cocina y mojó una fresa con el, hizo exactamente lo mismo que antes lamiendo la fruta con las burbujas dulces y embriagadoras, para luego vo
