Capítulo 12: Horace Horace abrió los ojos y se quedó mirando al techo. Intentaba recordar si la locura de los últimos días era un sueño o era real. Y si era un sueño, ¿era uno ordinario o una pesadilla? Oyó risas que provenían de la sala de estar. Real, entonces. Se levantó, se echó agua en la cara y se puso presentable, luego se hizo un granizado. Por la pinta de la cocina, parecía que Gula ya se había hecho uno, dos o tres sándwiches. Al menos, limpiaba todo después. Bebiendo su glorioso café frío, entró en la sala de estar. Desidia, como era de esperar, estaba acurrucada en el mismo lugar del sofá. Gula estaba sentada en el sillón. Veían una comedia en la televisión. Horace no necesitaba ver ninguna comedia. Su vida se había convertido en una. Solo le faltaban las risas enlatadas