Capítulo 35: Horace ―¡Cabrón! ―le susurró cabreada Evie, golpeándole en el brazo. ―¿Qué he hecho? ―dijo Horace con voz poco masculina. ―¿Por qué no me conseguiste un trabajo aquí también? ―dijo a través de sus apretados dientes. ―¡Llevo días llamándote, Evie! ―contestó él, con los brazos abiertos en rendición. Se quedó quieta. ―Ah. Claro. Yo… uh… recibí tus mensajes. ―Ya lo sé. Pensé que necesitabas tu espacio, por eso te dejé en paz. ¿Estás bien? ―preguntó, preocupado. Ella miró hacia otro lado. Él no tenía idea de lo que pasaba. Pero la abrazó de todos modos. Ella se puso tensa, y finalmente hundió los hombros bajo su abrazo. Le pasó la mano por los rizos como le gustaba hacer, enrollando uno de ellos en su dedo índice. ―Sé que es duro ―le dijo en voz baja. Ella permaneció en