—Es noche de chicos, podés venir si querés, no sólo hay hombres, también hay chicas, todos somos amigos y cada sábado nos reunimos en lugares diferentes para hablar y beber un poco. —clarifica. —Ah ok... Creo que deberías soltarme —la aglomera más a él. —¿Por qué? —la mira azorado y alguien aclara su garganta haciendo que de un brinco se desacoplen. —¿Podemos hablar hijo? —pregunta su padre con voz gruesa. —Si viejo —responde y sigue a su padre quien salía del apartamento, se dirigían al mismo balcón donde Alessandro vio a Sam por primera vez. —Hijo... —suspira— Tú mamá y yo no te creemos —confiesa pero Alessandro no entiende a lo que se refiere. —No entiendo, ¿de qué hablas? —pregunta y su padre lo ve, el señor se veía de cuarenta años, era del mismo tamaño de Alessandro y se podría